Columnistas
Rotterdam 2017: Premios y críticas de la Competencia
Por Carlota Moseguí
Reseñas de las 7 películas de la sección oficial y el palmarés del prestigioso festival holandés.
-Sexy Durga, de Sanal Kumar Sasidharan (India) ★★★✩✩ / Ganadora del Tiger Award (premio máximo)
La película plantea una inquietante radiografía del machismo en la India actual combinando imágenes de un festival hindú en Kerala con el relato de una pareja que viaja en autostop a medianoche. Tan sólo reconocemos dos protagonistas (femeninas) en el film: la diosa Durga, a la que los devotos de Kerala demuestran su adoración a través de sacrificios físicos (caminando sobre brasas todavía ardiendo, colgando de barras de metal que perforan su piel…), y una chica con el mismo nombre, percibida como un objeto sexual por todos los hombres que se cruzarán con ella y su novio en la carretera. Kumar Sasidharan define la imagen de la mujer en la India, según la mentalidad masculina, a través de dos mujeres con el mismo nombre: una diosa y una puta.
Cabe destacar la habilidad del director para imbricar las escenas de no-ficción con la historia de los dos amantes encerrados en el coche de desconocidos que abiertamente desean abusar de la chica. Asimismo, son los prodigiosos movimientos de cámara los que consiguen fusionar dos formatos tan antitéticos. Tanto la parte documental como la ficción están filmadas mediante travellings imposibles que refuerzan la claustrofobia del ritual y del interior del vehículo: una claustrofobia similar a haber nacido mujer en la India.
-Arábia, de Affonso Uchoa y João Dumans (Brasil) ★★★★✩
André y Cristiano viven en una ciudad de Brasil llamada Ouro Preto. Apenas se conocen. Sin embargo, cuando Cristiano muere a causa de un accidente en la fábrica de aluminio donde trabaja, el azar hará que el pequeño André recorra los últimos veinte años de la vida del obrero gracias a la aparición de un manuscrito que la película Arábia se encargará de poner en escena. Así, pasados los 15 primeros minutos de metraje, cuando André encuentra el manuscrito de Cristiano, la ficción se transforma, mágicamente, en una representación visual del proceso de introspección de un hombre ansioso por olvidar al amor de su vida: un ejercicio que realiza mediante la escritura de un diario –narrado casi siempre en off– y acompañado por un grupo de teatro. Un giro inesperado que evoca el sorprendente cambio de la primera a la segunda parte de Tabú, del portugués Miguel Gomes.
La primera película dirigida a cuatro manos por los brasileños Affonso Uchoa y João Dumans es una maravillosa cinta de raíces neorrealistas que aborda escenas cotidianas de lo más trágicas con suma ternura y delicadeza, suavizando así su carga melodramática. Precisamente, el film no pretende exaltar o exagerar la desdicha de los personajes, sino plasmar el sentimiento de soledad y melancolía que los envuelve. Ya sean esos niños de la primera historia que desayunan con café porque no pueden comprar leche, o el autor del diario que viajó haciendo ruta por las carreteras de Brasil aceptando cualquier trabajo que surgiera, o los mendigos y desvalidos que el peregrino conoció durante su viaje. Ninguno de ellos hace otra cosa que cuidar de sí mismo para sobrevivir.
Arábia retrata un Brasil donde la pobreza económica ha superado sus fronteras y, ahora, carcome el alma de su gente. La escritura, que debiera ayudar al protagonista a deshacerse del recuerdo de Ana, termina causando un efecto imprevisto: despertarle de su alienación mientras rememora su vida. En las últimas páginas de las memorias, Cristiano nos confiesa que sólo cuando deja de escuchar el sonido del metal de la fábrica consigue oír el latido de su corazón. Justamente Uchoa y Dumans dejarán en fuera de campo la muerte de Cristiano, transcurrida al inicio de la película para que esta deslumbrante película nos deje con una única incógnita: ¿Tuvo Cristiano un accidente o, en realidad, murió de pena?
-Columbus, de kogonada (Estados Unidos) ★★★✩✩
Este film dejó ni una sola pregunta sin resolver. Se trata de la esperada ópera prima del crítico de cine y video-ensayista kogonada. Amante y eterno reivindicador del cine de Robert Bresson, Yasujiro Ozu y Hirozaku Kore-eda, el director coreano ha debutado con una suerte de homenaje a sus cineastas favoritos, especialmente al tercero de ellos. Colombus es una película tan milimétricamente controlada en el aspecto formal que asfixia el propio relato, eliminando toda posible ambigüedad. El film es, en realidad, un superlativo ejercicio de estilo diseñado para representar, durante dos horas de metraje, la relación entre sus personajes y el espacio arquitectónico que ocupan.
En este sentido, la trama –sobre dos personas que, para desconectar de sus problemas, visitan espacios de la ciudad norteamericana que da título al film– funciona como un pretexto para llevar a cabo un despliegue visual extasiante. En Rotterdam, la película no ha cosechado el favor unánime de la crítica, como sí ocurrió en el Festival de Sundance. Columbus dividió a la audiencia entre quienes la estiman por su valor estético, y otros que la juzgan como una película vacía.
-Demonios tus ojos, de Pedro Aguilera. España-Colombia) ★★★★✩
Cruzado el ecuador de Demonios tus ojos, el perturbador film de Pedro Aguilera, en una escena campestre apacible (situada en un punto estratégico del metraje que denota la calma que anticipa la tormenta), dos parejas y el hermano mayor de una de las chicas conversan durante su salida de camping en el bosque. El novio de la mejor amiga de la protagonista –un muchacho que sabe mucho de cine porque todas las películas que se descarga son en “full HD” (nótese la ironía de Aguilera)–, le comenta al hermano cineasta de la protagonista que en España hemos perdido la fe. Según el sabio pseudo-cinéfilo adolescente, los tiempos de la crisis nos han transformado en monstruos que desconfían de todo el mundo; incluso, dice, de la familia y de los amigos. A continuación, el chico sugiere que el cine español contemporáneo debería mostrar los trastornos que están sufriendo sus ciudadanos en la actualidad. Sin embargo, al famoso director afincando en Los Ángeles no le interesa aplicar la denuncia social en sus películas. Pues, él, Oliver (interpretado por un sensacional Julio Perillán), es la máxima representación de ese monstruo.
Es evidente que “la crisis” no ha sido el motivo que ha convertido a Oliver en ese sujeto sin fe definido por el filósofo adicto a la piratería ilegal. La descripción encaja, sin embargo, la maldad del personaje que ha construido Aguilera va por otro camino, concretamente un sendero que en su magnífica ópera prima La influencia se anticipaba de forma más discreta. Si bien es cierto que en muchos momentos el espectador de Demonios tus ojos puede llegar a pensar que Aguilera está juzgando a ese depravado sexual obsesionado con acostarse con su hermanastra (Ivana Baquero) tras reconocerla en un vídeo porno que su ex-novio colgó en Internet sin su consentimiento, el cineasta se dispone a hacer lo contrario. Al igual que la matriarca protagonista de su debut –esa mujer con deudas que se daba por vencida y abandonaba a sus hijos a su suerte–, Oliver no es más que otro hombre sin fe, una víctima que en vez de caer en la depresión, como la matriarca, sucumbe ante una enfermedad mucho más peligrosa: el nihilismo.
Por su parte, cabe señalar que Oliver no es la única víctima de ese nihilismo en la ficción. Así, en mayor o menor grado, todos los personajes de Demonios tus ojos sufren esa apatía marcada por el “no hay nada que perder porque tampoco hay nada que ganar”. El tercer largometraje de Aguilera es un thriller psicológico basado en un doble juego: el del gato y el ratón que practican los dos hermanos desinhibidos, y el juego de marionetas que Aguilera tiene preparado para martirizar a sus personajes. Chocante, maquiavélica, y de una sensualidad desbordante, Demonios tus ojos se sitúa entre la finura del drama erótico retorcido del francés Jean-Claude Brisseau y la revelación de la indecencia del cine del austríaco Michael Haneke.
-Light Thereafter, de Konstantin Bojanov (Bulgaria-Bélgica) ★★★✩✩
El tercer largometraje del director búlgaro Konstantin Bojanov –Avé (2011) e Invisible (2009)– arranca con un adolescente siendo brutalmente humillado por su maestro. En la primera escena de Light Thereafter, el tutor grita al protagonista que sus cuadros son basura, y, a continuación, le echa de su casa. Tras esa incómoda introducción, las escenas sucesivas no terminan de encajar cronológicamente, dado que éstas revelan, primero, los anteriores intentos (fallidos) del joven por pintar siguiendo las directrices de ese famoso artista plástico llamado Arnaud, y, más adelante, la noche en que el joven llegó al chateau de la Provenza donde vive el renombrado pintor. El espectador no necesitará más de tres cambios de escenario para descubrir que la trama de Light Thereafter será narrada a través de su orden cronológico invertido.
Como decíamos, Light Thereafter arranca con una negativa aplastante. Arnaud no sólo detesta al joven que se ha colado en su casa para impregnarse de su arte; también detesta los cuadros que pinta. Al parecer, sean cuales sean los motivos que llevaron a ese inglés de padres búlgaros en busca del pintor retirado en la Provenza han sido en vano. Sin embargo, montando el largometraje a la inversa, Bojanov se dispone a defender lo contrario. Light Thereafter se apoya en una suerte de renacimiento que nunca veremos, aunque sí se materializará en un sugerente fuera de campo, cuando entendamos el calvario que ha sufrido ese adolescente de dieciséis años llamado Pavel. Carente de figura paterna, el chico –que además sufre algún tipo de trastorno mental grave que lo induce a autolesionarse o hablar solo consigo mismo– se relaciona únicamente con mujeres, cuyos nombres dan título a los ocho episodios de la ficción. Un amplio repertorio femenino que abarca desde prostitutas hasta amantes francesas, llegando finalmente a la madre (interpretada por la imponente actriz búlgara Margita Gosheva, protagonista de The Lesson y Glory).
Bojanov sorprendió a la audiencia con esta conmovedora road movie protagonizada por un personaje roto que se entrega por completo a su único sueño: ser pintor. No obstante, su nueva cinta, que posee muchos puntos en común con Avé (sobre dos adolescentes perdidos recorriendo Bulgaria en autostop), se distancia de aquella por la indefinida profundidad psicológica del protagonista. Terminado el film, nos da la sensación de haber dado un rodeo interminable para evitar hablar con franqueza de su esquizofrenia, así como de su obsesión por encontrar el amor del padre que nunca tuvo a través del arte.
-Quality Time, de Daan Bakker (Holanda) ★★★★✩
Indefinible y descabellada, la ópera prima del neerlandés Daan Baaker se ubica en las antípodas del manual del academicismo. La película más marciana de esta edición es una comedia absurda sobre las complicadas relaciones entre adultos con crisis de identidad y sus padres.
El debut de Baaker está dividido en cinco historias que llevan el título de los cinco treintañeros protagonistas. En la primera, la voz en off de Koen –un círculo blanco sobre un fondo rojo– confiesa que su padre –otro círculo blanco– se divierte viendo a su hijo ingerir leche y jamón hasta ponerse enfermo. La siguiente historia, titulada Stephan, está íntegramente filmada con la cámara en vista de pájaro. El relato está protagonizado por un hombre con un trastorno límite de la personalidad cuyo proyecto fotográfico sobre lugares de su infancia (prescrito por su psiquiatra) no termina de curar su dolencia. El siguiente relato, también relacionado con la infancia del tercer personaje llamado Kjell, narra un viaje en el tiempo, concretamente a uno de los mejores recuerdos de su vida con sus padres. En el cuarto, conoceremos el día a día de un hombre que vuelve a la tierra tras una abducción alienígena, y los raros hábitos de una reunión familiar en el último episodio.
Mezclando la ficción convencional con animación minimalista, y una invasión de intertítulos que aparecerán y desaparecerán de la pantalla siguiendo la estética de un videojuego, Quality Time retrata la vulnerabilidad y responsabilidad de la edad adulta con un humor parecido al del grupo Monty Phython.
-Rey, de Niles Atallah (Chile-Francia-Holanda-Alemania) ★★★★½ / Ganadora del Premio Especial del Jurado
Siete años ha tardado el chileno Niles Atallah en terminar su singular biopic sobre Orélie-Antoine de Tounens, el abogado y explorador francés que dedicó toda su vida a encontrar el reino de Araucania, situado entre la Patagonia y Chile. Según cuenta la leyenda, De Tounens no sólo se convirtió en el primer hombre que medió pacíficamente con el indomable pueblo mapuche; también fue elegido su rey siguiendo la voluntad de los indígenas. Narrada en cinco episodios que arrancan con el cautiverio del francés en manos del ejército chileno, Rey pone en escena una recreación antihistórica de dicha coronación indocumentada científicamente.
Poco se conoce sobre la vida de Orélie-Antoine de Tounens. Su biografía es un encadenamiento de incógnitas sin resolver. Sin embargo, el director de Lucía no le tiene miedo a dicha falta de información. Ese vacío referencial es precisamente el punto de partida que da rienda suelta a su alocado cuento de hadas. Atallah rellena los agujeros de la historia del explorador insertando sueños, delirios y obsesiones que pudo haber tenido el Rey de Araucania. Esas secuencias han sido concebidas con un único fin: que el espectador logre desprenderse de su punto de vista científico para afrontar la leyenda de De Tounens. Así, Atallah se dispone a devolver el relato al lugar que le corresponde. Es decir, al reino del mito, y no al de la Historia.
La magia de Rey se halla en esa perfecta combinación entre las escenas posiblemente reales –que ilustran un viaje a Araucania a través de los códigos del western– con momentos de surrealismo extremo: desde segmentos filmados en animación stop motion, secuencias donde los personajes se disfrazan con máscaras de animales de papel maché, o breves fragmentos de temática animal o paisajística que fueron filmados en 16mm, 35mm y Súper 8.
-The Burglar, de Hagar Ben Asher (Israel-Alemania-Francia) ★★✩✩✩
La película que cerró la competencia Tiger fue el segundo largometraje de la cineasta y actriz israelí Hagar Ben-Asher. En esta ocasión, la directora de la polémica Slut no impresionó a la audiencia holandesa como en el inolvidable estreno de su ópera prima en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes de 2011. La cuestión sobre qué lugar ocupa la mujer en la sociedad israelí contemporánea sigue siendo el motor de The Burglar. Sin embargo, la cineasta ha optado por deshacerse del ingenioso sentido de la provocación que definió su notable debut en esta ficción melodramática sobre una adolescente que deviene cleptómana tras ser abandonada por su madre.
Otros premios:
-Premio del público: Luz de Luna / Moonlight (Estados Unidos), de Barry Jenkins
-Premio del público (películas con apoyo del Hubert Bals Fund): La flor – Parte 1 (Argentina), de Mariano Llinás
-VPRO Big Screen Award: Pop Aye (Singapur), de Kirsten Tan
-Premio Bright Future: Mes nuits feront écho (Canadá), de Sophie Goyette
-Premio MovieZone (Jurado joven): Quality Time (Estados Unidos), de Daan Bakker
-Premio NETPAC (cine asiático): Children Are Not Afraid of Death, Children Are Afraid of Ghosts (China), de Rong Guang Rong
-Premio FIPRESCI de la crítica internacional: Pela janela (Brasil-Argentina), de Caroline Leone
-Premio KNF (prensa holandesa): King of the Belgians (Bélgica-Holanda-Bulgaria), de Peter Brosens y Jessica Woodworth
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