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Crítica de “El telón de azúcar“, de Camila Guzmán Urzúa
Once años después de ser premiado en festivales como el BAFICI, La Habana, Cinéma du Réel, SANFIC y Toulouse, se exhibe en el MALBA este documental sobre la generación que creció con la Revolución Cubana.
El telón de azúcar (Cuba-Francia-España/2007), de Camila Guzmán Urzúa. Duración: 80 minutos. En el MALBA (Figueroa Alcorta 3415), los jueves 11 y 18 de octubre, a las 21.
(Reproducimos la reseña publicada durante la cobertura del BAFICI 2007)
La hija de Patricio Guzmán regresa a Cuba (donde pasó buena parte de su infancia y adolescencia) para ofrecer una mirada melancólica y desoladora sobre el presente de la isla, el triste final de un sueño que ella y muchos otros jóvenes compartieron e impulsaron.
Sincera, descarnada, sin maniqueismos ni preconceptos, la joven directora -ahora radicada en París- se reencuentra con sus compañeros de escuela (los pocos que se quedaron) y repasa las distintas etapas de la revolución cubana, desde la euforia inicial hasta la decepción colectiva luego del Período Especial.
No estamos ante una película demasiado innovadora en términos formales, pero la fuerza de sus testimonios y la exposición personal de la directora la convierten en un documento valioso entre tanto trabajos dedicados a exaltar o a denostar (siempre desde fanatismos opuestos) la experiencia tan atípica y contradictoria que aún sostienen los cubanos.
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Muy buen documental, equilibrado. Interesantes historias de vida.