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Crítica de “Los miserables”, de Ladj Ly
Premiada en el Festival de Cannes y nominada al Oscar, la ópera prima de este artista nacido en Malí sintoniza con el creciente descontento social en la Francia contemporánea.
Los miserables (Les Misérables, Francia/2019). Dirección Ladj Ly. Elenco: Damien Bonnard, Alexis Manenti y Djebril Zonga. Guion: Ladj Ly, Giordano Gederlini y Alexis Manenti. Fotografía: Julien Poupard. Música: Pink Noise. Edición: Flora Volpelière. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 16 años. Salas: 22.
Los miserables tiene, como su título lo indica, algunas conexiones con la novela publicada en 1862 por Victor Hugo y, de hecho, transcurre en la misma zona (Montfermeil) que ese clásico de la literatura francesa, pero la ópera prima de Ladj Ly (un artista nacido en Malí) está ambientada poco después de la obtención de la Copa del Mundo de Rusia en julio de 2018.
El film comienza con una imponente escena previa a los créditos iniciales que muestran las masivas celebraciones en los Champs-Élysées parisinos, aunque luego los personajes regresan a los monoblocks del suburbio (banlieue) de Les Bosquets, donde se hacinan inmigrantes ilegales llegados sobre todo desde Africa.
El director sabe de lo que habla porque vivió allí y experimentó varias de las situaciones que se exponen en el film, que tienen que ver sobre todo con el racismo y la brutalidad policial incluso contra los niños y adolescentes de bajos recursos que, sin demasiado que perder, suelen responder también de forma muy violenta.
Stéphane (Damien Bonnard) es un joven agente que se incorpora junto a Gwada (Djibril Zonga) a una brigada dedicada a operaciones callejeras en zonas de riesgo que está bajo el mando de Chris (Alexis Manenti), un cínico y autoritario jefe que maneja el grupo con mano dura y disciplina extrema (en este aspecto, el film tiene algo de Día de entrenamiento, el thriller de Antoine Fuqua con Denzel Washington y Ethan Hawke). El problema de Los miserables es que, tras ese auspicioso e impactante arranque, opta por una explosión de violencia, una creciente solemnidad y un entramado dramático básico y con moralejas no demasiado sutiles que diluyen su eficacia.
No es la primera vez que el Festival de Cannes selecciona y galardona películas de esta temática (Los miserables obtuvo el Premio del Jurado y luego alcanzó una nominación al Oscar a Mejor Film Internacional). De hecho, el francés Jacques Audiard ganó la Palma de Oro en 2015 con Dheepan, largometraje que tiene varios puntos en común con Los miserables, un relato de fuerte impronta documental con coreográficas e inmersivas escenas de acción, intenso y político, incómodo y provocador, que deja muy en claro que habrán pasado más de 150 años desde la aparición del libro de Victor Hugo, pero la miseria, la marginación, la violencia, la rabia popular y las profundas diferencias sociales se mantienen intactas en amplios sectores de la población.
(Esta reseña se publicó previamente en el diario La Nación del 5/3/2020)
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ATENCIÓN: LEER ESTE COMENTARIO DESPUÉS DE VER LA PELÍCULA De menor a mayor transcurre la historia que cuenta la opera prima de Ladj Ly (Malí, n.1978) El cabo Stéphane, un policía respetuoso de la ley, se une a una brigada anti criminal de Montfermei, el barrio donde Víctor Hugo se inspiró para su gran libro LOS MISERABLES de 1862. En esa brigada comparte una patrulla capitaneada por Chris quien vive haciendo trasgresiones a la ley y Gwada, un policía de color que conoce el funcionamiento del barrio con su cadena de corrupción. El barrio de marginales es todo un crisol de razas y religiones que está habitado por africanos, musulmanes y gitanos lo que presupone que al menor incidente se puede encender el polvorín. En la primera mitad de la película el director realiza una descripción y acumula anécdotas que parecen no ser demasiado importantes y se han visto en otras películas pero hacia la mitad, cuando un niño es gravemente herido por un miembro de la brigada la violencia estalla y todo se vuelve impredecible. El director acumula tensiones para llegar a un final muy bien rematado con una cita de Víctor Hugo donde dice ?Amigos míos: no hay malas hierbas, ni hay hombres malos, no hay más que malos cultivadores? La película está muy bien filmada, es sólida en los rubros técnicos, hay excelentes actuaciones de los tres actores principales y tiene una historia muy interesante, especialmente en la segunda mitad que es donde LOS MISERABLES se convierte es una gran película (8/10)
CINE VERDAD Ladj Ly es un joven director cinematográfico nacido en la Republica de Malí, al sur de Argelia en África, cuyos padres emigraron a Francia cuando él tenía 8 años. Se establecieron en los suburbios de Paris, donde formaron parte de una comunidad en la que prevalecía la religión musulmana. No obstante, el proceso de adaptación no fue ni será fácil. Lengua diferente, tez oscura, vida nómade, falta de recursos, añoranzas son factores condicionantes más allá de las garantías civiles. Un lugar donde, además, la violencia y la marginalidad es un hecho corriente. En 2009, el joven Ladj Ly fue arrestado y condenado por la justicia francesa a 3 años de prisión por complicidad en un caso de secuestro, cumpliendo su pena en forma correspondiente, Su prontuario también registra otros antecedentes policiales con dos veredictos por delitos menores, uno de ellos en 2011, por filmar un caso de violencia policial al que le agregó sonido con comentarios provocativos, que más tarde publicó en Internet. Este último caso inspirará y dará lugar a Los Miserables. Ni su título ni la leyenda final son una casualidad. El propio Ladj Ly comenta; ?Durante cinco años filmé escenas en mi vecindario. Filmamos a la policía, en lugares donde sucedieron muchas cosas raras. Más tarde hice un video de ello. Ahora filmé esta película. Con aquel tono documentalista, y un fuerte sentido del cine verdad, debuta en el largometraje filmando ?Los Miserables?, una obra maestra del docuficcion. Ladj Ly recrea aquellos sucesos con una fuerza arrolladora, logrando hacer un cine que respira verdad a lo largo de todo su metraje, y que termina alzándose más que con una denuncia contundente, con un alegato en favor de aquellas minorías que por su condición de raza, lengua y religión, son condenadas a vivir miserablemente en barrios marginales, semi controlados por los punteros cuasi políticos de similar identidad, además de la fuerte y permanente presencia de la policía francesa. Estilísticamente, el film abreva en el documental adquiriendo la forma de un docudrama en el que una situación mínima dispara un serio conflicto entre adolescentes del barrio. La intervención policial generará un escándalo de proporciones mayúsculas. El carácter documentalista con que filma Ladj Ly, además de la reconstrucción minuciosa de los hechos, muestra una verdad incuestionable: la existencia de prejuicios religiosos y raciales que terminan socavando el derecho y la integridad de los extranjeros. Los más jóvenes serán los más afectados. El cine verdad de Ladj Ly muestra con sutileza primeros planos, hace añicos el montaje fraccionando la película, la cámara se mueve constantemente dándole velocidad a la narración. Con ello obliga al espectador a meterse, prácticamente, en la película misma. Las imágenes que logra son de una fuerza demoledora que uno siente que está allí mismo, donde reina la violencia, el dolor, y el desprecio por la vida, construyendo un fresco donde no acusa ni juzga, solo muestra para que el espectador, en total libertad, saque sus propias conclusiones. Los Miserables toca la sensibilidad del espectador haciendo recordar otros momentos de obras maestras del cine tales como el final desesperante de Roma Ciudad Abierta (1945) de Roberto Rosselini, o más recientemente, una obra post neorrealista de Ettore Scola que muestra la miseria palpable de un asentamiento romano en Brutos, Feos y Malos (1976), o últimamente, el desprecio por la vida en los campos de concentración que registra El Hijo de Saúl (2016), del húngaro Lászlo Nemes. Todas ellas películas físicas, que se sienten con el cuerpo más allá del intelecto. En el final, pantalla en negro, aparece un cartel que da total significado al título de la película y sobre todo, a lo visto: ?Amigos míos, retened ésto: No hay hierbas malas ni hombres malos. No hay más que malos cultivos?, frase escrita por Victor Hugo en su obra Los Miserables. Está claro que el film ha terminado y comienzan a caer los créditos finales. Lo cierto es que estamos noqueados, sin reacción nos cuesta levantarnos de la butaca. El film de Ladj Ly es demoledor. Rompe con todos los prejuicios. Es un tremendo llamado de atención no solo a las autoridades que indudablemente tienen que resolver un problema urgente sino también a los espectadores, quienes deberían tomar conciencia de qué manera son parte de ello. Tanto Los Miserables como Parasito son las dos películas que más premios ganaron durante el 2019. Ambas tienen en común una mirada social profunda que alerta sobre problemas actuales, latentes y dolorosos a los que la política no les está encontrando solución. Por otra parte, no hay forma de permanecer indiferente frente a la película del malí radicado en Francia. Este problema no es solo francés. Lo estamos viviendo.