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Crítica de “Vilas: Serás lo que debas ser o no serás nada”, documental de Matías Gueilburt (Netflix)
Valioso documental que reconstruye la épica por reivindicar a Guillermo Vilas como ese número 1 del tenis mundial que las autoridades y la historia oficial siempre le negaron.
Vilas: Serás lo que debas ser o no serás nada (Argentina/2020). Dirección: Matías Gueilburt. Guion: Nicolas Gueilburt, Matías Gueilburt y Gianfranco Quattrini. Investigación y protagonista: Eduardo Puppo. Entrevistados: Rafael Nadal, Roger Federer, Mats Wilander, Boris Becker, Rod Laver, Björn Borg, Gabriela Sabatini, Ion Tiriac, Richard Evans, Christopher Clarey, Peter Bodo, Marian Ciulpan, Adrian Sautu de la Riestra y María Luz Marín. Apta para mayores de 13 años. Duración: 94 minutos. Disponible en Netflix desde el martes 27 de octubre.
Tras la serie de ficción Apache: la vida de Carlos Tevez y Fangio: el hombre que domaba las máquinas, Netflix produjo ahora un documental sobre Guillermo Vilas. Cabe aclarar que no se trata de una acumulación de los highlights de su vida (aunque muchos de ellos aparecen durante los 94 minutos) sino de la larga lucha del tenista argentino en ser reconocido como el número 1 del mundo.
Y aquí es donde entra en escena el verdadero protagonista del documental: el periodista deportivo Eduardo Puppo. Es que Puppo emprendió una cruzada durante más de una década para demostrar con pruebas contundentes que la ATP había cometido todo tipo de errores en sus muy poco rigurosas y espasmódicas estadísticas de los años '70 y que en verdad Vilas sí había alcanzado esa cima del tenis mundial que le habían negado. Para ello, no solo recopiló -con la ayuda de su esposa Maria Luz Marín y varios otros colaboradores- todas las estadísticas entre agosto de 1973 y fines de 1978 (22.545 partidos de 542 torneos) sino que incluso se asoció con el programador y matemático rumano Marian Ciulpan para analizar esa enorme cantidad de data y demostrar así su hipótesis: Vilas fue despojado de un mérito (ser el número 1 del ranking) que hasta las revistas especializadas confirmaron en sus portadas.
Vilas tuvo tres grandes temporadas (1975, 1977 y 1982), pero casi todos coinciden en que fue en 1977 cuando alcanzó la cúspide con 50 triunfos seguidos, dos Grand Slam y el doble de torneos ganados que sus principales rivales (aquí hay una sorpresa, pero no caeremos en ningún spoiler). Sin embargo, la ATP (que sí rectificó 31 años más tarde una situación similar en favor de la tenista australiana Evonne Goolagong Cawley, que en 2007 fue consagrada como la número 1 de 1976) se mantuvo firme en su negativa a “revisar la historia”.
Más allá de estadísticas y obsesiones (hay algo del espíritu herzogiano en la figura de Puppo), los momentos más emotivos del documental tienen que ver con la amistad que se fue forjando entre el protagonista y el propio Vilas, quien no solo le cedió todos los cuadernos que escribía a diario durante sus giras sino también 46 casetes de audio hasta ahora inéditos que el tenista grabó entre mayo de 1973 y fines de 1979, además de muchas pertenencias. Así, con el tiempo Puppo se convirtió no solo en su estadígrafo y principal impulsor de su lucha por el número 1 sino incluso en su biógrafo y en el guardián de su memoria. Una memoria que, como percibiremos en un encuentro bastante reciente en Montecarlo, se fue degradando por una enfermedad que conlleva desde hace varios años un progresivo deterioro cognitivo.
Los materiales de archivo aportados tanto por Puppo como por Vilas son bastante más interesantes que los testimonios de rigor por parte de figuras como Rafael Nadal, Roger Federer, Mats Wilander, Boris Becker, Björn Borg y Gabriela Sabatini, que no se salen del libreto esperado y las exaltaciones de rigor. Algo más valioso es, en ese sentido, el aporte del mítico Rod Laver (quien aventura que a Vilas lo discriminaron por ser latinoamericano y no pertenecer a la élite estadounidense) y de su histórico entrenador Ion Tiriac.
Hay algunas decisiones que seguramente generarán polémicas (como una escena bastante intensa con Puppo en la que Vilas claramente no sabe que la cámara está prendida), pero también otras en la que la emoción sí es genuina y sin golpes bajos. Y, más allá de que algunos espectadores se sentirán más interesados que otros en una cuestión que en el fondo no es tan relevante (Vilas es un maestro, una leyenda del tenis con o sin número 1), lo cierto es que en verdad se trata de reparar una injusticia del sistema (el poder) y reivindicar lo más esencial del ser humano: la verdad.
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A ver, no es una película sobre la vida de Vilas. Es un documental sobre la búsqueda de este periodista, Eduardo Puppo, para que a Vilas se lo reconozca como número 1. Por eso no hay referencias a otros aspectos de la riquísima vida de Vilas. Tan difícil es de entender?
Opino que el documental creó grandes expectativas pero deja, al final una sensación de vacuidad. No incluye, por ejemplo, Copa Davis, cuestiones internas de la AAT con respecto a Willi, ni la opinión o material de otros agentes de prensa especializados, con lo cual simplifica la gran y polifacética figura que es Vilas. Y otro dato no descrpto plenamente, pero relevante para todo film que pretende masificarse en las plataformas actuales: la motivación que despertó entre los niños y jóvenes argentinos, y que queda reducido al mero fanatismo de Puppo y su esposa ( ojo, fue una labor titánica la que hicieron)... Todo lo cual no hace más diluir el maravilloso mundo de nuestro ídolo en estos noventitantos minutos. Y resulta contradictorio porque el material que aporta es tan rico que parece quedarse en la simple obsesión por el ranking. Quizá hubo falta de producción....quizá, y ojalá resulte así, sea éste nada más que el preludio de una buena ópera prima sobre el maestro Guillermo Vilas.