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Crítica de “Al morir la matinée”, de Maximiliano Contenti (Competencia Latinoamericana) - #MarFilmFestival
Un homenaje al giallo y al slasher con algunas buenas ideas, pero que no termina de convencer.
Al morir la matinée (Uruguay-Argentina/2020). Dirección: Maximiliano Contenti. Elenco: Luciana Grasso, Ricardo Islas, Emanuel Sobré, Patricia Porzio, Bruno Salvati, Julieta Spinelli, Vladimir Knazevs y Hugo Blandamuro. Guion: Manuel Facal. Fotografía: Benjamín Silva. Edición: Santiago Bednarik. Sonido: Maximiliano Gorriti. Música: Hernán González. Dirección de arte: Cristina Nigro. Producción: Maximiliano Contenti, Lucía Gaviglio, Alina Kaplan, Daniel Pensa y Miguel Rocca. Duración: 88 minutos.
Un domingo cualquiera de 1993. Llueve de manera torrencial y Montevideo está más gris y melancólica que nunca. En el Opera, un viejo y gigantesco cine, las familias salen de una función vespertina e ingresan los pocos espectadores que hay para una nocturna destinada a una película de terror. La joven Ana sube a la cabina de proyección y convence a su padre para que regrese a la casa y que ella (que ha aprendido el oficio) se ocupará de la exhibición.
La veterana boletera que abandonará pronto el lugar, el insufrible acomodador y Ana son los únicos empleados de la sala, mientras que entre el público hay un viejo cinéfilo bastante cascarrabias e inestable en lo psicológico, algunas parejas y varios jóvenes que llegan en plan lúdico o de levante y franela (perdón por los términos anticuados, pero calzan bien con el espíritu noventista) y hasta un niño que se ha escabullido. Y se sumará también un misterioso y amenazante hombre de piloto negro.
Al morir la matinée es de esas películas que suenan mejor en su idea que en lo que finalmente concretan. En el guion de Manuel Facal y en la puesta en escena de Maximiliano Contenti hay conocimiento y amor por el giallo, pero -más allá de los homenajes a Bava, Argento o Fulci- el film se va agotando rápidamente en su propuesta, que por momentos parece más propia de un corto que de un relato de casi una hora y media concentrado dentro de una sala. Tampoco ayudan los obvios paralelismo entre lo que se ve en la pantalla de la proyección y lo que vemos en nuestra pantalla: cine dentro del cine dentro del cine. Ni que hablar de las (sobre)actuaciones, algunas de ellas bastante torpes.
La dirección de arte de la argentina Cristina Nigro es muy buena (aunque por momentos hay cierto regodeo en algunos planos que intentan demostrar lo bien que está reconstruida la estética de los '90) y en ciertos pasajes Contenti regala algunos planos muy vistosos, aunque se obsesiona con el uso de una cámara lenta y con ciertos lugares comunes del slasher que quitan más de lo que agregan a la hora de conseguir climas realmente truculentos.
Fallida en varios aspectos, Al morir la matinée resulta -de todas maneras- un por momentos simpático festín y homenaje cinéfilo. Hay ideas y pasajes interesantes que, en futuros proyectos, podrán consolidarse dentro de narraciones más sólidas y convincentes.
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