Críticas
Paranoia, de D. J. Caruso
Clase B con aspiraciones de primera A
Esta producción hollywoodense apela a los lugares comunes del cine de bajo presupuesto para concebir un digno thriller sobre el voyeurismo, la hipercomunicación y la sexualidad adolescente
D. J. Caruso, un artesano con mejores antecedentes en la televisión que en el cine, sorprende con un digno reciclaje de La ventana indiscreta, del gran Alfred Hitchcock, pero en la era de los jóvenes rebeldes y confundidos, y de la tecnología más sofisticada en comunicación y vigilancia al alcance de la clase media.
Paranoia (pésima "traducción" del original Disturbia) es un prototípico exponente de los clisés del cine clase B de bajo presupuesto (asesinos seriales, humor negro, voyeurismo y erotismo obvio para adolescentes), pero con un despliegue propio de la producción de Hollywood a gran escala. El resultado, al menos en lo económico (y en lo artístico no es ningún bochorno), ha sido muy positivo, ya que el film acaba de arrancar primero en el mercado norteamericano con más de 22 millones de dólares recaudados en apenas tres días de exhibición.
Shia LaBeouf (nuevo astro de Hollywood a quien pronto veremos en Transformers y en la nueva entrega de Indiana Jones) interpreta a un típico adolescente irascible y contestatario que es condenado a tres meses de arresto domiciliario por golpear a un profesor. Recluido en el hogar, se dispone a un atracón de televisión, X-Box, iPod y comida chatarra... hasta que su madre (Carrie-Anne Moss) decide cortarle todos los servicios.
Lo único que le queda, entonces, es mirar por la ventana y lo que ve, en principio, es a una hermosa rubia (Sarah Roemer) que se muda con su familia a la casa contigua y, luego, a un posible asesino serial (David Morse). Con la ayuda de la chica (su objeto del deseo) y de un patético amigote de origen coreano (Aaron Yoo) apelarán a videocámaras, celulares y largavistas para desentrañar lo que aparece como un horrible y sangriento misterio.
"Es un reality sin TV", se ufana el joven protagonista en una línea que resume el espíritu lúdico y las aspiraciones populares del relato. De paso, la película se ríe de las miserias, traumas y obsesiones de las familias de los suburbios acomodados que definen a la clase media norteamericana.
En la línea de otros buenos exponentes recientes del cine hollywoodense con espíritu de clase B, como Celular o Terror a bordo, Paranoia consigue entretener (asustar y divertir a la vez). No se trata de un logro mayúsculo, pero entre tantos productos serios e "importantes" que nos llegan cortesía de los grandes estudios, este simpático disparate es para agradecer.
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