Críticas

Muestra en la Sala Lugones

Críticas de Espanoramas 2023, lo nuevo del cine español

-Reseñamos ocho de las nueve películas (todas dirigidas por mujeres) que se exhiben en la novena edición de esta muestra que se realiza del jueves 29 de junio al sábado 8 de julio en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530): El agua, de Elena López Riera; La amiga de mi amiga, de Zaida Carmona; Dúo, de Meritxell Colell; Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa; La voluntaria, de Nely Reguera; La maternal, de Pilar Palomero; Cuerpo abierto / O corpo aberto, de Ángeles Huerta; y La visita y un jardín secreto, de Irene M. Borrego.
-También habrá un homenaje al fallecido Carlos Saura con las proyecciones de cuatro de sus clásicos.

Estreno 29/06/2023
Publicada el 29/06/2023


Entradas:

General: 900 pesos

Estudiantes y jubilados: 500 pesos

Venta anticipada online




El agua, de Elena López Riera (España / 104 min. / Drama / 2022). Funciones: Jueves 29 de junio, a las 19.30; y sábado 1 de julio, a las 18.

Pocas cineastas han generado una expectativa tan grande con apenas un puñado de cortometrajes como la alicantina Elena López Riera (Pueblo, Las vísceras, Los que desean). Finalmente, ya pisando los 40 años, la directora regresó a su ciudad natal de Orihuela para rodar en esa zona su primer largometraje con una historia que combina mitos y leyendas ligadas al poder maldito y destructivo del agua, un amor juvenil en medio de la abúlica dinámica pueblerina, y los códigos y complicidades entre tres generaciones de mujeres de una misma familia.

La protagonista es Ana (la debutante Luna Pamies), una adolescente que atraviesa todos los rituales iniciáticos cuando empieza a salir con José (Alberto Olmo), un muchacho que ha vuelto al lugar luego de un confuso pasado (algunos dicen que estuvo en Londres, pero lo más probable que haya protagonizado algún hecho trágico). Mientras se acompañan en el descubrimiento, las inseguridades, los miedos y los deseos, Ana convive con su joven madre Isabella (Bárbara Lennie), que regentea un bar e intenta tener sus propias experiencias afectivas; y su abuela Angela (Nieve de Medina).

Pero, quedó dicho, a la vertiente íntima del relato con las relaciones de la protagonista con sus familiares y sus amigas se le suma otra ligada a cierto sino trágico que afecta a la región y sobre todo a las mujeres: con cada nueva inundación una fuerza oscura hace que distintas pobladoras desaparezcan y muchos creen que la familia de Ana, Isabella y Angela son víctimas de esa maldición. Hay, por lo tanto, algo inquietante y ominoso que afecta a la querible Ana, que no le permite relajarse y disfrutar porque muchos están convencidos -y por momentos ella también- de que “tiene el agua adentro”.

Hay en El agua múltiples capas que enriquecen el relato, aunque por momentos también lo vuelven algo forzado. La película apuesta por un realismo intimista, luego por una dimensión más del orden de lo fantástico y también por elementos propios del documental (desde testimonios a cámara de distintas mujeres que cuentan historias y experiencias personales con el agua hasta imágenes de archivo de noticieros o tomadas con teléfonos celulares sobre inundaciones).

La mixtura entre los diferentes elementos estéticos y narrativos (hay una marcada predilección por la cámara en mano), entre intérpretes profesionales y no profesionales, entre la impronta adolescente (raves, Instagram, compulsión por fumar, iniciación sexual, ganas de huir de las frustraciones que les genera su lugar de nacimiento) y la rutinaria y gris cotidianeidad de una ciudad sin encanto con adultos rígidos, conservadores y machistas que sostienen viejas prácticas como la colombofilia (cría y adiestramiento de palomas) hacen de El agua una experiencia que en la mayor parte de sus 104 minutos resulta intrigante, sensible y fascinante. DIEGO BATLLE




La amiga de mi amiga, de Zaida Carmona (España / 86 min. / Comedia dramática / 2022). Funciones: Domingo 2 de julio, a las 15; y miércoles 5 de julio, a las 18.

Analizar La amiga de mi amigael primer largometraje de Zaida Carmona, sin enmarcarlo en el universo de las “Comedias y proverbios” de Eric Rohmer sería contradecir la naturaleza de una cineasta que, desde su cortometraje Las ilusionesviene siguiendo la estela del maestro del cine francés. Y no se trata únicamente de un acercamiento cosmético, superficial, a la obra de Rohmer, sino que Carmona sabe capturar la pulsión autorreflexiva y el empuje empático del director de La rodilla de Clara, al tiempo que da forma a una obra tan indistintamente autoral como alegremente colectiva. La película establece un vínculo íntimo con aquellas comedias de enredos, libertinas y apasionadas que Rohmer rodó en los años ochenta. Obras colmadas de personajes que buscaban la felicidad a través de la seducción del otro, despreocupándose, aparentemente, de sí mismos; sin embargo, estos mismos personajes focalizaban la idea de fidelidad no en el otro (como en los “Cuentos morales”), sino en ellos mismos. Abrazando estas contradicciones, La amiga de amiga podría verse como un séptimo capítulo de este grupo de películas empeñadas en alcanzar la dicha del amor correspondido.

El personaje de Zaida, descrito por la misma directora como “atolondrado” (su construcción recuerda mucho a la de Marie Rivière para El rayo verde), hace del flirteo la principal solución a su reciente ruptura, y decide inmiscuirse en las relaciones de sus amigas. El esquema narrativo es similar al de El amigo de mi amiga (homenaje explícito en el título), película en la que Rohmer proponía un juego de las cuatro esquinas, con cuatro sillas para cinco jugadores. Así, entre la melancolía y la indolencia, La amiga de mi amiga, transita, junto a Zaida, por esa suerte de no lugar al que da forma la (quinta) silla que falta. Ocurre como en el cine de Rohmer, pero también como en el de Marc Ferrer (coguionista de la película): uno no sabe distinguir lo cómico intencionado de lo cómico involuntario, y es ahí donde se encuentra el goce. La puesta en escena de Carmona, menos sutil y elegante que la de Rohmer y menos gamberra que la de Ferrer, encuentra su propia identidad en una estética pop llena de ligereza. La musicalidad del montaje abraza los tempos del videoclip sin amedrentarse, dotando de dramatismo a canciones aparentemente banales.

La amiga de mi amiga es, de igual manera que su homóloga francesa, una obra circunscrita a lo urbano. Si Rohmer construía su película sobre la mancomunidad parisina de Cergy-Pontoise, Carmona fija su imaginario en Barcelona. Ambas urbes, altamente densificadas, parecen, a los ojos de los cineastas, pequeños pueblos. Si “en Madrid no te encuentras a tu ex”, como decía aquella, en la ciudad condal aparecen por todas partes (“está en todas las putas fiestas”, dice Zaida de una de sus amigas). Carmona retrata así una Barcelona sintética e idealizada, cuyo espíritu cuaja en el interior de librerías, salas de cine y bares, la mayoría de ellos pertenecientes a un circuito queer en el que el grupo de amigas de Zaida se relaciona de las formas más dispares. El gran tema del cortometraje Las ilusiones –la imposibilidad de “amar bien”– reemerge aquí no a través de audios de WhatsApp, sino de un banquete de azares (Carmona articula la narración a través de coincidencias) que solo pueden terminar en fiestas, besos, besos, y más besos. Ante todo, uno no puede evitar sentirse parte de la “rhomería pop” de La amiga de mi amiga. JAIME LAPAZ




Dúo, de Meritxell Colell (España / 107 min. / Drama / 2022). Funciones: Jueves 6 de julio, a las 18; y viernes 7 de julio, a las 15.

El dilema de asumir el rol de cuidadora o, por el contrario, eludirlo y cargar con acusaciones de egoísmo era abordado en Con el viento, de Meritxell Colell Aparicio, a través de Mónica, su personaje protagonista. Ella, una bailarina que regresaba a Burgos para resolver un asunto familiar, tenía que enfrentar las miradas y silencios incómodos de sus hermanas, quienes, pese a no verbalizar el reproche, expresaban con sus gestos el rechazo a la decisión que Mónica tomó de no regresar a España cuando su padre cayó enfermo. Ahora, Dúo, la nueva película de Colell Aparicio, propone un reencuentro con el personaje de Mónica (interpretado, de nuevo, por Mónica García). De hecho, en las primeras imágenes del film, hallamos al personaje casi en la misma situación en que termina Con el viento. La acción, en este caso, se sitúa en Argentina, tras el periplo de Mónica por España. La película arranca con un monólogo en la que la protagonista evoca la idea del duelo sentimental. En las siguientes escenas, comprendemos que su pareja, Gonzalo (Gonzalo Cunill), es además su compañero artístico. Así, asistimos a los últimos coletazos de una relación que, en principio, no aparenta fisuras, lo que despierta dudas sobre si la historia de amor ha terminado, atraviesa una crisis o si quizá el compañero ha muerto. Este trabajo con una cierta ambigüedad narrativa es, quizá, lo más interesante de Dúo, una película que evoca la dimensión cíclica de las relaciones sentimentales.

Formalmente, el sello de Colell Aparicio puede apreciarse en los planos cerrados, los primerísimos primeros planos y la cámara en mano que ya usaba en su anterior trabajo. Especialmente bellas resultan las escenas en que la cámara se aproxima al dúo de bailarines en las diferentes funciones, siguiendo la coreografía desde dentro. El silencio es otro de los elementos expresivos (valga la contradicción) que más destacan. Si bien es cierto que el punto fuerte de Con el viento residía en el peso de las palabras reprimidas, en Dúo, esa incomunicación, que parece provenir más bien de la desidia que del conflicto –cabría situarla a medio camino entre la alienación del cine de Michelangelo Antonioni y el angst de Philippe Garrel–, no termina de encontrar su raíz en la trama. Es quizá por esto que los silencios, desprovistos de insinuaciones en las que apoyarse, rozan un hermetismo, en ocasiones, incapaz de conectar con alguna emoción. Una escena en la que Mónica parece molesta porque Gonzalo busca la soledad resulta confusa, ya que no sabemos qué ha sucedido exactamente para que una pareja aparentemente madura y compenetrada evite cualquier comunicación. No es tanto, en todo caso, la necesidad de saber por qué esa relación se ha terminado (en la vida misma, en ocasiones, no existe un detonante para estas disoluciones sentimentales) sino más bien la posibilidad de percibir con claridad el sentimiento de desgaste en la historia entre Mónica y Gonzalo.

Como contrapunto a este sombrío paisaje interno, Dúo se desarrolla en el festivo ambiente de un Carnaval, con sus correspondientes escenas de confeti y desfiles. Esta celebración popular, que en muchas culturas representa el paso del invierno a la primavera y la celebración del triunfo de la vida sobre la muerte, actúa como metáfora perfecta de la evolución que experimenta Mónica (en este sentido, resulta difícil no pensar en otras catarsis festivas, a medio camino entre lo privado y lo comunal, del cine de la modernidad, del final de Te querré siempre, de Roberto Rossellini, al desfile bañado por un aguacero en Shara, de Naomi Kawase). A pesar del paisaje nevado y el temporal desapacible, el sol derretirá ese dolor cristalizado y acabará, como la muerte, transformando su paisaje interior. LAURA CARNEROS




Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa (España / 104 min. / Drama / 2022). Funciones: Viernes 30 de junio, a las 21; y viernes 7 de julio, a las 18.

El film muestra, en primera instancia y a través del personaje de Amaia (Laia Costa), la soledad, aun teniendo pareja, de una treintañera que acaba de ser madre. La dura realidad con la que se topa, a pesar de que los tiempos parezcan haber cambiado, se manifiesta desde el comienzo de la cinta. Ya en una conversación durante un almuerzo familiar se ponen sobre la mesa cuestiones sobre la compleja situación laboral que tendrán que afrontar Amaia y su pareja, Javi. El papel de los abuelos maternos, que ofrecen su apoyo a una madre primeriza desbordada física y psicológicamente, permite desentrañar otros aspectos de los vínculos familiares. Vemos, por ejemplo, cómo se desarrolla la relación sentimental de Amaia y Javi frente a la de los padres de ella: mientras que la joven pareja parece estar construida sobre bases poco sólidas (desde el principio existe poca comunicación o compenetración entre los dos, no se sabe si porque no se conocen mucho o porque la relación está ya deteriorada) los padres de Amaia (Susi Sánchez y Ramón Barea) llevan más de treinta años en un matrimonio donde el exceso de confianza se confunde a menudo con la falta de respeto.

Es así como la directora muestra de manera inteligente los claroscuros de cada pareja. Mientras Amaia no termina de comprender por qué su madre ha seguido tantos años casada con su padre, parece encontrar la respuesta, por momentos, en los gestos de cariño que aún mantienen (pese a que discutan todo el tiempo y monten escenitas con platos rotos). Por el contrario, la relación de Amaia y Javi, que claramente entra en crisis tras el nacimiento de la niña, representa un tipo de pareja donde la falta de lealtad hace que la relación oscile con mayor o menor acierto, sin saber muy bien hacia dónde se dirige. Lo novedoso de la propuesta de Ruiz de Azúa se halla en que, lo que comienza siendo una película sobre la asunción de las renuncias sobrevenidas a causa de la maternidad, acaba convirtiéndose en un estudio de los sacrificios vitales que una mujer adulta tiene que asumir, también como hija, llegado el momento en el que sus progenitores no pueden valerse por sí mismos. Así, a medida que se desarrolla la trama, la película se transforma en una reflexión clara y directa sobre el papel de la mujer como cuidadora, poniendo el foco en una responsabilidad no escogida, sino impuesta por el patriarcado.

Al mostrar estas dos situaciones –las renuncias de la maternidad y el rol de la mujer como cuidadora– concatenadas, para que funcionen como espejo la una de la otra, el espectador puede tener la impresión de que la directora pretende concentrar mucho en muy poco. El modo en que la película maneja el transcurso del tiempo narrativo apunta hacia una cierta premura, lo que podría juega en detrimento del realismo de la propuesta. Por ejemplo, el deterioro físico de la abuela se produce rápidamente, lo que deja en el aire cuestiones de gran calado. Personalmente, me pregunto qué pasaría si Amaia tuviera que hacerse cargo de su madre sin el advenimiento de una enfermedad. O qué ocurriría si ella no fuese hija única y sus hermanos se desentendieran a la hora de cuidar a sus padres (una cuestión que aborda, por ejemplo, Icíar Bollaín en La boda de Rosa). A la postre, una se pregunta si las dos realidades que estudia Cinco lobitos no se podrían haber integrado desde un principio, o mostrarse solapadas, sin la aparición de un corte abrupto que divide la película en dos partes. LAURA CARNEROS




La voluntaria, de Nely Reguera (España / 99 min. / Drama / 2022). Funciones: Viernes 30 de junio, a las 15; y martes 4 de julio, a las 18.

La voluntaria, el segundo largometraje de Nely Reguera tras su debut con María y los demás, relata la odisea de Marisa (Carmen Machi), que decide embarcarse en la aventura de trabajar como voluntaria en un campo de refugiados situado en Grecia. La película propone, a través de la experiencia de su protagonista, una doble reflexión. Por un lado, Marisa se enfrenta a un sistema organizado de manera demasiado estricta, donde no parece haber espacio para la bondad y la sensatez. Esto queda patente a través de su conflicto con el entorno: cuando llega al campamento, tendrá que atenerse a unas reglas establecidas que distan mucho de la idea que ella tiene de la ayuda humanitaria.

Además, la tirante relación con sus compañeros de trabajo –la protagonista les dobla en edad–, en especial con la responsable de la unidad de voluntarios (Itsaso Arana), hace que Marisa se sienta aún más desubicada. Es quizá por estas circunstancias hostiles que la protagonista se rebela (a pequeña escala) y actúa atendiendo a sus deseos personales. Será entonces cuando, poco a poco, se vaya desvelando el verdadero motivo que impulsa a Marisa a dejar Barcelona. Se plantea, de este modo, la otra cuestión que articula el film: ¿hasta qué punto el altruismo responde a motivos puramente desinteresados y no obedece a la necesidad de suplir alguna carencia personal? LAURA CARNEROS




La maternal, de Pilar Palomero (España / 120 min. / Drama / 2022). Funciones: Viernes 30 de junio, a las 18; y martes 4 de julio, a las 21.

Uno intuye que, en La maternal, Pilar Palomero (Las niñas) tiene que haber creado un clima de rodaje increíble (por seguro, por empático, por el cariño) para conseguir que actrices no profesionales se muestren como se muestran. Por otro lado, su trabajo con las intérpretes profesionales es igual de alucinante (lo de Carla Quílez y Àngela Cervantes es impresionante).

En general, creo que la película (sinopsis: cuando la asistenta social se da cuenta de que está embarazada de cinco meses, Carla ingresa en La Maternal, un centro para madres menores de edad -ella tiene 14 años- donde comparte su día a día con otras jóvenes como ella) presenta un abanico de personajes totalmente reconocibles que, sin embargo, han sido muy poco representados en el cine español. Y el trabajo de/con todo el reparto tiene mucho que decir al respecto. ENDIKA REY




Cuerpo abierto / O corpo aberto, de Ángeles Huerta (España / 91 min. /Drama / 2022). 1909. Funciones: Domingo 2 de julio, a las 21; y jueves 6 de julio, a las 15.

Planteada como un viaje de la calma al desenfreno, Cuerpo abierto / O corpo aberto, la nueva película de Ángeles Huerta (autora del documental Esquece Monelos), parte de una premisa próxima al cine histórico para luego transitar hacia las agitadas aguas del fantástico. Afincada en una propuesta de corte atmosférico, la película abraza también ciertos rasgos del cine literario, como la voz en off que abre el relato y que nos presenta al personaje de Miguel, un culto y formal maestro de escuela que llega a una aldea en la Serra de Xurés, en la provincia de Ourense, con la intención de transmitir a sus asilvestrados pupilos las mieles del saber científico. O corpo aberto lleva a la pantalla el relato Lobosandaus del orensano Xosé Luís Méndez Ferrín (incluido en el libro Arraianos) y, ya en sus primeros compases, le guiña el ojo a la escritura gótica de Henry James con la aparición de un ejemplar de Retrato de una dama, un libro que pasará de las manos de Miguel a las de Dorinda, quien conformará el eje central de los diversos triángulos amorosos sobre los que pivotará la historia.

A medio camino entre el retrato antropológico de la Galicia rural de 1909 y la fábula de tintes esotéricos, O corpo aberto se asienta, a nivel formal, sobre una tendencia al claroscuro, vehiculado por la fotografía ahumada y lúgubre de Gina Ferrer García, el denso y siniestro diseño de sonido de Diego Staub y la turbadora banda sonora de Mercedes Peón. El tono enrarecido del relato se ve alimentado por imágenes tocadas por un aura gótica: las llamas de una hoguera que se reflejan sobre el ojo vidrioso de Dorinda, estampas del interior de un panal o del ojo de un caballo, o los planos subjetivos que, desde la perspectiva de personajes trastornados, desdibujan los límites de lo real. Consecuentemente, a nivel temático, O corpo aberto toma forma en el límite entre lo civilizado y lo salvaje, así como entre la razón y lo oculto (un tema muy en boga en el cine contemporáneo, como se vio en el pasado Festival de San Sebastián de la mano de The Wonder, de Sebastián Lelio o en la última Mostra de Venecia gracias a la serie The Kingdom: Exodus, de Lars von Trier). En términos geográficos, la idea del límite también se manifiesta cuando varios personajes se refieren a la frontera entre Galicia y Portugal como “La Raya”. A la postre, los personajes van traspasando los límites de la cordura a medida que se van desatando las pasiones: la de un marido celoso, la de un Don Juan portugués, la de una mujer que anhela amar con libertad y la de un advenedizo atrapado en un laberinto de deseo.

En su dimensión más contemporánea, O corpo aberto también atraviesa la frontera entre lo masculino y lo femenino cuando un triángulo amoroso “clásico” (formado por dos hombres y una mujer) se ve resquebrajado por la enigmática filiación de aliento romántico que se establece entre dos mujeres, la ya mencionada Dorinda (una magnética Victoria Guerra) y Obdulia. Esta última se convierte en la gran baza de la película gracias al trabajo de la extraordinaria actriz viguesa María Vázquez, cuyo talento para invocar el misterio de la conducta humana ya quedó bien patente en el cortometraje A liña política de Santos Díaz y en el largometraje Trote de Xacio Baño. Es a través de la labor de Vázquez que O corpo aberto se aproxima a la noción del empoderamiento femenino, así como a la sugerente e inquietante idea de la locura como forma de acceso a un estado de conciencia superior (una cuestión que Von Trier ya estudió con ahínco en la recordada Melancolía).

Esta estimulante meditación sobre el lugar de lo femenino en un universo de tradiciones tocadas por la violencia atávica sirve de introducción a la insospechada recta final de O corpo aberto, cuando la película se desliza por una exaltada pendiente onírica. De la mesura que había imperado en los dos primeros actos del film, se pasa a un territorio de exceso, marcado por un improbable y lúdico festín de posesiones, apariciones, ataques de lascivia, estampas carnavalescas y fugas pesadillescas. Un vendaval de sinrazón al que Huerta se lanza sin paracaídas, con la convicción de quien atesora una confianza ciega en sus materiales e intenciones. Así se cierra, en forma de tiro parabólico, una película que se adentra en las profundidades de la cultura y la historia gallega para verter una luz sombría y extraña sobre la realidad contemporánea. MANU YÁÑEZ




La visita y un jardín secreto, de Irene M. Borrego (España / 65 min. / Documental / 2022). Funciones: Jueves 29 de junio, a las 17; y miércoles 5 de julio, a las 21.

El documental La visita y un jardín secreto, de Irene M. Borrego, recoge la sabiduría de la pintora Isabel Santaló, cuya lucidez artística y espíritu transgresor se mantienen intactos pese a su avanzada edad. La historia de Santaló se asienta sobre fuerzas contrapuestas. Por un lado, está su pertenencia a una clase acomodada, que sobre el papel ha supuesto una ventaja de cara a desarrollar una carrera artística. Sin embargo, esa misma condición social la llevó a enfrentarse a su familia para defender su vocación por encima de un mandato tácito que le imponía casarse y formar una familia. En el seno de la clase burguesa, Santaló debió enfrentar tanto los obstáculos inherentes a la falta de oportunidades para las mujeres como la necesidad de demostrar que sus logros no solo se debían a las facilidades materiales y a una buena educación.

Todo este sino vital es estudiado con pausa y lucidez por Borrego, que abre La visita y un jardín secreto –ganadora de la Biznaga de Plata a la Mejor Dirección de Documental en el Festival de Málaga– con el registro silencioso del entorno doméstico de la pintora, quien vive en una casa humilde con su faraónico gato Ramsés y una asistenta doméstica. La tranquilidad se verá perturbada por los hallazgos que su sobrina, la propia cineasta, aporta a través de las declaraciones del pintor Antonio López –coetáneo de Santaló– y de otros allegados. Los momentos más luminosos de la cinta llegarán con las intervenciones de Santaló, cuya descripción del proceso creativo, basado en la búsqueda del accidente, genera una agitación emocional ineludible. Cabe destacar la inteligencia que demuestra Borrego al no mostrar la obra de Santaló, poniendo así en valor su legado inmaterial: la pasión por la vida de una artista repudiada y difamada por su propia familia, cuya carrera se vio sesgada, como la de tantas otras mujeres, por la dureza de los tiempos que le tocó vivir. LAURA CARNEROS


También se proyecta:

A las mujeres de España. María Lejárraga
, de Laura Hojman (España / 88 min. / Documental  / 2022).Tras su exitoso documental Antonio Machado. Los días azules, Hojman narra en su nueva película la historia de María Lejárraga, escritora y pionera del feminismo en España durante los años 20 del siglo pasado, cuya producción vio la luz bajo el nombre de su marido, el empresario teatral Gregorio Martínez Sierra. La dramaturga española más prolífica de todos los tiempos, autora de obras como Canción de cuna, llevada al cine en cinco ocasiones, o del libreto de El amor brujo, de Falla, fue además diputada por la segunda República y fundadora de proyectos pioneros para los derechos y las libertades de la mujer. Funciones: Martes 4 de julio, a las 15; y jueves 6 de julio, a las 21.


Foco Carlos Saura:

Cría cuervos (España / 110 min. / Drama / 1976). Funciones: Sábado 1 de julio - 21h y sábado 8 de julio - 18h.

Deprisa, deprisa 
(España / 98 min. / Drama / 1981). Funciones: Domingo 2 de julio - 18h y sábado 8 de julio - 15h.

La caza 
(España / 93 min. / Drama / 1966). Funciones: Sábado 1 de julio - 15h y viernes 7 de julio - 21h.

Ay, Carmela 
(España / 100 min. /Comedia dramática / 1990). Funciones: Miércoles 5 de julio - 15h y sábado 8 de julio - 21h.



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