Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Chicas pesadas” (“Mean Girs”), película de Samantha Jayne y Arturo Perez Jr. con Angourie Rice y Renée Rapp
A 20 años del film homónimo con Lindsay Lohan y Rachel McAdams, llega esta remake que en verdad tiene como principal fuente de inspiración el musical estrenado en Broadway en 2018. Sin el impacto ni la potencia de la película original, esta versión modelo 2024 ofrece -de todas formas- una atractiva, lúdica y desprejuiciada incursión en el universo adolescente que la guionista, productora y aquí tambén actriz secundaria Tina Fey volvió a convertir en un excelente negocio.
Chicas pesadas (Mean Girls, Estados Unidos/2024). Dirección: Samantha Jayne y Arturo Perez Jr. Elenco: Angourie Rice, Renée Rapp, Auli’i Cravalho, Jaquel Spivey, Avantika, Bebe Wood, Christopher Briney, Jenn Fischer, Busy Phillipps, Ashley Park, Tina Fey, Tim Meadows y Jon Hamm. Guion: Tina Fey. Fotografía: Bill Kirstein. Edición: Andrew Marcus. Música: Jeff Richmond y Nell Benjamin. Distribuidora: UIP (Paramount). Duración: 102 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Tras varios trabajos en cine (Dos tipos peligrosos, de Shane Black; Ladies in Black, de Bruce Beresford; El seductor, de Sofia Coppola) y en series (fue la hija de Kate Winslet en Mare of Easttown), la australiana Angourie Rice encuentra en la flamante versión de Chicas pesadas un papel protagónico a la medida de su carisma, versatilidad y talento con el personaje de Cady Heron, una adolescente bastante inocente que regresa junto a su madre desde Kenia para sumarse a la secundaria pública North Shore, que se convertirá en un auténtico infierno.
En ese nuevo ámbito, la recién llegada se topará con la “perfecta” antagonista, la bella, despótica, manipuladora y temible Regina George (una Renée Rapp que repite su personaje de Broadway), que reina en el lugar en medio de un pavor generalizado; conseguirá dos amigos medio freaks como Janis y Damian (Auli’i Cravalho y Jaquel Spivey) y tendrá un objeto del deseo como el carilindo Aaron Samuels (Christopher Briney), compañero de Matemáticas y ex de Regina.
El guion de Tina Fey, también autora del film orginal y de la posterior incursión en los teatros, productora del proyecto y actriz en el papel de la profesora Norbury se maneja sin prejuicios en el terreno de los estereotipos porque sabe que el musical juvenil funciona bien con los clichés, los duelos, las alianzas, los celos, las traiciones, las venganzas y las reconciliaciones muchas veces marcadas con trazo grueso. Para un acercamiento más profundo, más psicologista y con más matices habrá que buscar en otras propuestas más ambiciosas y realistas.
Esto no significa que Chicas pesadas sea un ejercicio efímero, pasatista e intelectualmente despreciable: Fey y el también productor Lorne Michaels reciclan la historia original con astucia e ingenio como para que todo luzca un poco (solo un poco) diferente, con mayor énfasis en el uso de la tecnología, de esas imágenes en vertical tan propias de los celulares que generan viralizaciones (y, por ende, indiginaciones colectivas que derivan en cancelaciones) vía redes sociales.
Las escenas musicales -que por momentos parecen homenajear al espíritu de Bollywood- no son siempre un dechado de creatividad y sorpresa, pero están concebidas por los debutantes Arturo Perez Jr. y Samantha Jayne con suficiente simpatía, histrionismo y bienvenidas irrupciones de humor absurdo, mientras que el elenco juvenil se luce bastante más que los adultos (Jon Hamm, Busy Philipps, Jenna Fischer, un cameo de Lohan, quien cobró 500.000 dólares por medio día de trabajo, y los regresos en los mismos papeles del gran Tim Meadows y la propia Fey).
Poco le debe importar a esta altura a Fey que su actuación como la profesora Norbury no sea digna de un Oscar porque ella es el cerebro detrás de esta operación más exitosa en lo comercial que en lo artístico: con un presupuesto bastante modesto para los actuales estándares de Hollywood (36 millones de dólares), la película fue pensada originalmente como un “directo al streaming” (a Paramount+ en este caso), pero luego se reorientó hacia las salas de cine y sus creadores tuvieron razón: ya está próxima a pasar la barrera de los 100 millones de dólares de recaudación y sigue sumando. Estas chicas pesadas modelo 2024 están lejos de los picos alcanzados por los clásicos de John Hughes, Heathers, Ni idea o Election, pero todavía tienen cosas para decir y han encontrado una audiencia masiva dispuestas a escucharlas.
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