Críticas
Estreno en cines
Crítica de “No esperes demasiado del fin del mundo” (“Do Not Expect Too Much From the End of the World”), película del rumano Radu Jude con Ilinca Manolache y Nina Hoss (MUBI)
-Tras ganar del Oso de Oro de la Berlinale 2021 con Sexo desafortunado o porno loco, el siempre desafiante e inteligente realizador rumano fue premiado en festivales como los de Locarno y Gijón por esta notable y despiadada tragicomedia que aborda durante sus casi tres horas cuestiones como la explotación laboral, la culpa dentro de la corrección política y el lugar desfavorecido que ocupa su país dentro del concierto europeo.
-Luego de su paso por los cines ya está disponible en la plataforma de streaming MUBI.
No esperes demasiado del fin del mundo / Do Not Expect Too Much From the End of the World / Nu aștepta prea mult de la sfârșitul lumii (Rumania, Luxemburgo, Francia, Croacia/2023). Guion y dirección: Radu Jude. Elenco: Ilinca Manolache, Nina Hoss, Ovidiu Pîrșan, Dorina Lazăr, László Miske y Katia Pascariu. Fotografía: Marius Panduru. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 163 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Salas (primera semana del 21 al 27 de marzo de 2024): 7 (Cinépolis Recoleta, Lorca, Cine Arte Cacodelphia, Showcase Belgrano, Showcase Norte, Cinema Paradiso de La Plata y Cine Universidad de Mendoza). Disponible en MUBI desde el viernes 3 de mayo de 2024.
(Publicada originalmente en la cobertura del Festival de Locarno 2023 y luego el 18/03/2024)
Extensa como su título (tomado del aforista polaco Stanisław Jerzy Lec), No esperes demasiado del fin del mundo es otra demostración de que el creador de Everybody in Our Family, Aferim!, Corazones cicatrizados (Scarred Hearts), The Dead Nation, I Do Not Care If We Go Down in History as Barbarians, Uppercase Print y Sexo desafortunado o porno loco es uno de los directores más audaces y menos condescendientes del cine contemporáneo. Por eso, que esta película moderna, cuestionadora, implacable e incómoda haya sido rechazada por Cannes (incluida una Quincena de Cineastas que debería priorizar este tipo de experiencias provocadoras y extremas, y no ir a lo seguro con tantos films convencionales y complacientes como los que su nueva conducción seleccionó este año) habla de la miopía de muchos programadores de grandes festivales.
La sufrida y torturada heroína de esta tragicomedia es Angela (descomunal actuación de Ilinca Manolache), una joven asistenta de producción que trabaja para un proyecto audiovisual sobre seguridad laboral financiado desde Austria. Ahí vive y desde allí viajará a Rumania la Doris Goethe de Nina Hoss (la otrora actriz fetiche de Christian Petzold interpreta a la supuesta tatara-tatara-tataranieta del célebre escritor alemán). La tarea de Angela es hacer una suerte de casting entre personas que han sufrido accidentes de trabajo que las han dejado postradas, en sillas de rueda. Y el tema del trabajo en tiempos de capitalismo salvaje será una temática central (de las muchas) que se abordarán a lo largo de los 163 minutos del film.
Angela es una mujer independiente, atractiva, llena de energía, pero es explotada por sus jefes (admite que durante la producción de una película trabaja un promedio de 15 a 16 horas y a veces incluso 20). Se la pasa recorriendo los barrios de Bucarest a bordo de su camioneta, donde se tira a dormir unos instantes para combatir el agotamiento y el estrés acumulado y en cuyo interior mantiene incluso un apasionado pero apurado encuentro sexual con un maduro amante.
Más allá de sus largos planos secuencia, No esperes demasiado del fin del mundo es una película frenética (por momentos me hizo recordar a Después de hora o Un día de furia), una carrera contra el tiempo y el cansancio (ella come chicle, bebe Red Bull y pone música electronica para no caer rendida). Una película física dentro de un ensayo cinéfilo, melómano e intelectual en el que conviven Roland Barthes, Marcel Proust, los hermanos Lumière, Tod Browning, Charles Chaplin y Bob Dylan sin que nada del conjunto se resienta.
Y, hablando de audacias cinéfilas, Jude incluye múltiples pasajes de Angela Goes On, película dirigida en 1981 por Lucian Bratu sobre las desventuras callejeras de una solitaria taxista. Una “interacción” entre los micromachismos (a veces no tan micro) de la era de Nicolae Ceaușescu (Angela Goes On) y los de estos tiempos violentos (las peleas a puteadas limpias entre la protagonista y los conductores que la insultan apelando a imágenes sexuales no precisamente seductoras por su forma de manejar).
La película es extraordinaria en su fondo (su contenido), sus múltiples matices, alcances e implicancias, pero también en su forma, en su intrincada arquitectura: mientras su historia contemporánea es narrada casi siempre en blanco y negro y en fílmico, el digital y el color surgen en la escena final y en cada una de las apariciones de Angela en videos para Instagram y TikTok, donde gracias a un filtro facial se presenta como un vulgar hombre pelado y con barba candado llamado Bóbita, un álter ego que se viraliza provocando todo el tiempo a sus seguidores y haters (en un momento se suma a la cruzada el director alemán Uwe Boll, quien se ufana de golpear y noquear a los críticos de cine que destrozan sus películas).
Controvertida (sus referencias a la situación de Rusia y los efectos de la guerra con Ucrania o al líder húngaro Viktor Orbán escapan de los lugares comunes y hasta pueden resultar subversivas), perversa, radical y decididamente inolvidable, No esperes demasiado del fin del mundo nos devuelve a un Radu Jude consolidado como un maestro del humor absurdo y la representación, un impiadoso crítico de las contradicciones y miserias de la corrección política, un cuestionador de las manipulaciones que se hacen en los rodajes incluso de documentales; y un despiadado analista del lugar poco favorecido de Rumania en el concierto europeo frente a las muchas veces culpógenas pero finalmente abusivas potencias del continente. Bizarra e intelectual, mundana y política a la vez, se trata de una película siempre inquietante, fascinante y demoledora.
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Anoche fui a ver este film extraordinario, distinto, original, con una estética tan personal. Con contrastes marcadisimos como el choque sensorial entre el ritmo frenético del vehículo de la protagonista y la larguísima escena de las tumbas, con los nombres, las fechas de cada muerto, que tuvo en silencio a los pocos espectadores del cine Arte Cacodelphia. Coincido por completo con la crítica de ese sitio, y el personaje de la actriz principal una mezcla de furia, inteligencia e intrepidez que me dejaron sin aliento.
Gran película. Coincido en que de a ratos es frenética.
Diego nunca me decepcionaste tanto como con esta pelicula. PESIMA, un bodrio, irritante, un desastre, a nadie puede haberle gustado. Y en la sala todos la odiamos