Críticas
La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel
Contra todos los prejuicios
Para todos aquellos escépticos que aborrecen el subgénero de películas políticamente correctas sobre discapacitados que, gracias a sus excepcionales dotes y condiciones, se sobreponen a las adversidades y protagonizan "lecciones de vida", este tercer largometraje del neoyorquino Julian Schnabel rodado en Francia con otra gran actuación de Mathieu Amalric resulta un verdadero bálsamo. La historia real de Jean-Dominique Bauby, editor en jefe de la revista Elle, está reconstruida con tanta sensibilidad, belleza y rigor que termina por conmover sin necesidad de recurrir al golpe bajo, la demogogia ni la moraleja aleccionadora.
La escafandra y la mariposa (Le Scaphandre et le papillon, Francia/Estados Unidos/2007). Dirección: Julian Schnabel. Con Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Marie-Josée Croze, Anne Consigny, Patrick Chesnais, Niels Arestrup, Max Von Sydow, Jean-Pierre Cassel, Olatz López Garmendia, Marina Hands, Isaach de Bankolé. Guión: Ronald Harwood, basado en el libro homónimo de Jean-Dominique Bauby. Fotografía: Janusz Kaminski. Música: Paul Cantelon. Edición: Juliette Welfling. Diseño de producción: Michel Eric y Laurent Ott. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 112 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 10.
Aquí se puede ver el trailer de OtrosCines/TV. Los críticos de cine (los seres humanos, bah) somos bastante prejuiciosos y muchas veces -más de las aconsejables- nos manejamos con preconceptos, reduccionismos o verdades terminantes que luego la realidad termina por desmentir.
Si bien la tarea del crítico es tener siempre la cabeza lo más abierta posible, la mente activa, la sensibilidad dispuesta como para poder disfrutar de todo tipo de películas, admito que muchas veces le doy demasiada importancia a antecedentes que luego pueden no ser determinantes.
Este preámbulo sirve como disparador para lo que me ocurrió antes de ver por primera vez La escafandra y la mariposa en el marco de la competencia oficial de Cannes 2007. En un festival en el que cada año se exhiben varias joyas por día, no tenía demasiadas ganas de enfrentarme con una película que tenía casi todo en contra y sólo una cosa a favor: la presencia de quien para mí es, por lejos, el mejor actor francés en actividad. Me refiero a Mathieu Amalric. Pero incluso para eso tenía un atenuante, ya que Amalric también aparecía en otros dos films presentados de esa edición, como La cuestión humana y Actrices.
¿Qué era lo que tanto ruido me hacía, lo que desataba mis peores prejuicios? Repasemos:
1- Me causa escozor el subgénero de melodramas épicos, bienpensantes, políticamente correctos y universalmente celebrados sobre personajes (si existieron en la vida real, tanto mejor) con discapacidades; o sea, esas lecciones de vida de "hondo contenido humano" sobre seres excepcionales que se sobrepusieron a todo tipo de adversidades. Un subgénero en sí mismo en el que podría englobar (aunque los resultados son bastante disímiles) a títulos como Despertares, Rain Man, Mi pie izquierdo, Forrest Gump, Mentes que brillan o Mar adentro.
2- Su director, el neoyorquino Julian Schnabel, me parecía un "autor" decididamente sobrevalorado, uno de esos artistas multifacéticos y cosmopolitas tipo Mike Figgis que están en todas partes (un festival, una feria literaria, un museo de arte moderno), que tienen un aura de prestigio que nadie se atreve a cuestionar y que siempre están ligados a temas importantes o a reivindicar a antihéroes del arte como el rebelde y vanguardista Jean-Michel Basquiat en Basquiat o el perseguido poeta cubano Reynaldo Arenas en Antes que anochezca, dos film que me interesaron bien poco.
3- El guionista era el no menos prestigioso Ronald Harwood, colaborador en varios de los últimos trabajos de, por ejemplo, Roman Polanski o István Szabó. Una de esas "grandes" plumas también merecedoras de un, vaya a saber por qué, reconocimiento unánime. Su más reciente trabajo había sido la paupérrima transposición de El amor en los tiempos del cólera.
Con semejante "mochila" a cuestas ingresé a la sala y -para absoluta sorpresa- descubrí una gran película, una gran historia, un gran cineasta (pocos días después Schnabel terminaría ganando el premio al mejor director en Cannes), un gran guión y, por supuesto, la ratificación de un gran actor.
El film reconstruye el caso real de Jean-Dominique Bauby, editor en jefe de la revista Elle, un exitoso profesional y bon-vivant que en 1985, con apenas 43 años, sufrió un accidente cardiovascular que, después de un largo coma de tres semanas, lo dejó completamente paralítico pero al mismo tiempo consciente y pensante.
Basado en el relato autobiográfico que el propio protagonista dictó letra por letra (no podía hablar) y publicó con gran éxito en noviembre de 1997, pocos días antes de su muerte, el film resulta conmovedor sin por ello ceder a la moraleja aleccionadora, es sensible sin caer prácticamente nunca en el exceso de sentimentalismo ni en el golpe bajo lacrimógeno.
La primera mitad del film es sencillamente excepcional, con una puesta en escena tan rigurosa y lograda que es digna de una verdadera obra maestra. Tras los créditos iniciales construidos con radiografías de un enfermo, la cámara simula la apertura de los párpados. Es el propio Bauby que despierta del coma en un hospital ubicado a metros de la costa de Calais y descubre que está incomunicado con el mundo. Escuchamos sus pensamientos (negros, irónicos, morbosos, despiadados, desesperados... y hasta erotizados) en una voz en off que Amalric se encarga de hacer siempre creíble. Y luego iremos conociendo a sus neurólogos (Patrick Chesnais y Jean-Philippe Écoffey), a su ex esposa (Emmanuelle Seigner) y a sus tres hijos, a las bellas encargadas de su rehabilitación (Marie-Josée Croze y Olatz Lopez Garmendia), a su asistente (Anne Consigny), a su padre (Max Von Sydow) y a sus amigos y conocidos (Niels Arestrup e Isaach de Bankolé).
Schnabel y el excepcional director de fotografía polaco Janusz Kaminski (habitual colaborador de Steven Spielberg) apelan durante esa primera mitad casi siempre a la cámara subjetiva; es decir, a la forma en que Bauby va conectándose con su nuevo mundo, y a todo tipo de filtros y desenfoques para exponer la mirada distorsionada del protagonista; mientras que unos pocos flashbacks van reconstruyendo aspectos esenciales de su vida y exaltan la capacidad de imaginación (simbolizada por la mariposa) como forma de salir de esa cárcel humillante a la que ha sido confinado (resumida en una pesada escafandra).
La segunda parte, es cierto, cede a algunas tentaciones más convencionales (los encuentros familiares, la relación con su padre, los llamados telefónicos, la épica literaria que encarna, algunas frases "célebres"), pero así y todo no hay lugar para demasiados desbordes, para facilismos ni demagogias. Hasta los habituales regodeos exhibicionistas de ese realizador artie que es Schnabel, la omnipresente banda sonora (U2, Tom Waits, Joe Strummer, Charles Trenet. Jean Constantin) o los homenajes cinéfilos (Los 400 golpes) resultan aquí funcionales, ya que lo que se está exaltando es precisamente la inspiración, la sugestión que encuentra el héroe a la hora de seguir viviendo y creando aún en las peores circunstancias corporales, emotivas y motrices.
La escafandra y la mariposa es una historia llena de vida, de nobleza y de belleza que está narrada con todas las herramientas expresivas del cine contemporáneo. Es, también, un antídoto frente al cinismo y a la frialidad que definen a estos tiempos. Y es, en definitiva, un buen cachetazo para un crítico prejuicioso (pero que al menos tiene la dignidad de admitirlo) como el que acaba de escribir estas líneas.
Nota: Aquí se puede leer una columna de Sergio Wolf sobre el film.
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Gran película basada en algunos pilares fundamentales<br /> <br /> Un estilo de narración absolutamente original.<br /> Una estupenda historia digna de ser filmada <br /> Unas actuaciones soberbias comenzando lógicamente por el protagonista y actor de moda del cine francés, Mathieu Amalric.<br /> <br /> De antología: las dos escenas de Max Von Sidow; las dos con el hijo, una en presencia y la otra solo a través del teléfono, esta ultima sobre todo destila calidad interpretativa. Allí, en esa escena, la película solo merece ser vista para apreciar las expresiones de Amalric intentando consolar (que paradoja) a su padre.
Sin lugar a dudas, una película excelente, maravillosa, que integrará mi top ten personal de este año. Cita impostergable con el buen cine. Vaya uno a saber cuántas semanas durará en la cartelera, así que a no dejarla pasar. Saludos a todos los lectores =)
Despues de tantas postergaciones al fin se estrenó esta maravilla!!. La vi el domingo 17 y realmente me pareció una película conmocionante. Coincido con Diego en que a veces somos prejuiciosos con las historias como MI PIE IZQUIERDO, y con razón. Por suerte, en este caso Schnabel logró sortear todos los posibles lugares comunes del caso. Me ocurrió lo mismo que a Martina Cinéfila, en determinadas escenas no podía parar de llorar. El trabajo de Mathieu Amalric me pareció inolvidable, las 2 apariciones que tiene Max Von Sydow son demoledoras, y no hay que olvidar al seleccionado de grandes actrices y bellisimas mujeres (Marie Josee Croze, Olatz Lopez Garmendia, Emmanuelle Seigner, Anne Consigny y Marina Hands). Los primeros 45 minutos del film con camara subjetiva son antológicos.
Pocas veces he salido del cine tan gratificado como esta tarde después de ver "La escafandra...". Realmente un torneo de genialidad. El protagonista, Mathhieu Amalric superlativo, y me conmovió muy especialmente la escena en que el padre, magistralmente personificado por el gran Max Von Sydow, se quiebra al colgar el teléfono luego de un vano intento de comunicación con el hijo imposibilitado de contestarle. Cine del mejor, la recomiendo enfáticamente.
Tengo como hábito ir siempre los jueves al mediodía a ver la película que para mí es la de la semana. Hacía tiempo que quería ver esta peli (de la que había leido un montón) y no quise verla por otros medios truchos de mala calidad. Así que hoy la vi en toda su dimensión, y lloré, lloré mucho, sabiendo que no me estaban manipulando sino que me estaban contando una gran historia con honestidad y belleza. Y salí de la sala sabiendo que le había agregado a mi vida un par de horas de esas que te agrandan el alma, el corazón y la cabeza. La super recomiendo
Vi el trailer en el cine y desde ese momento quiero verla... después de tu comentario estoy segura de que tengo que hacerlo.
Muy bueno tu comentario Diego, me parecio interpretar despues de ver el film que la mariposa simboliza el parpadeo de su ojo, como un aleteo, pero cada uno lo interpreta a su manera. Un abrazo.
como ha dicho luciano UNA DE LAS MEJORES PELICULAS hasta el momento!!!!
Una de las mejores películas del año sin lugar a dudas.