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Crítica de “Ciudad del miedo: Nueva York vs. La mafia”, miniserie documental de Netflix

Aunque con una estructura clásica y por momentos algo elemental, esta reconstrucción del apogeo y caída de las grandes familias de la mafia neoyorquina no deja de ser un experiencia fascinante.

Estreno 22/07/2020
Publicada el 25/07/2020

Ciudad del miedo: Nueva York vs. La mafia (Fear City: New York vs the Mafia, Estados Unidos/2020). Dirección: Sam Hobkinson. Duración total: 154 minutos (tres episodios de 48, 44 y 62 minutos). Disponible en Netflix.



La mafia es parte fundamental de la historia -épica y trágica a la vez- de los Estados Unidos. Y la de las “familias” ítaloamericanas con base en Nueva York es, por lejos, la que más ha impactado al mundo por las dimensiones y alcances de su poder. El cine de ficción de, por ejemplo, Martin Scorsese dio cuenta con Buenos muchachos, Casino o la reciente El Irlandés de ese fenómeno de tradiciones, códigos de lealtad, ambiciones inconmensurables, codicia y orgías de sangre.

Ahora, este documental en tres partes (dos horas y media en total) dirigido por Sam Hobkinson (The Kleptocrats, The Love of Books: A Sarajevo Story) reconstruye el apasionante caso que, a mediados de la década de 1980, terminó con un juicio colectivo a los padrinos de las principales familias y determinó el derrumbe de ese entramado delictivo.

La clave del éxito del FBI -que en los años '70 veía cómo la mafia operaba en una sórdida Nueva York sin entender bien qué pasaba- fue conseguir la autorización judicial para introducir micrófonos en casas, oficinas, autos y restaurantes donde se reunían los capos de las cinco familias: Carmine Persico y Gennaro Langella, de los Colombo; Anthony "Tony Ducks" Corallo, de los Lucchese; Anthony “Fat Tony” Salerno, de los Genovese; Philip “Rusty” Rastelli, de los Bonanno; y Paul “Big Paulie” Castellano, de los Gambino y jefe de los jefes.

A partir de miles y miles de horas de grabaciones, los agentes fueron entendiendo el modus operandi de la mafia, que incluía multimillonarios negocios con el transporte de camiones, la provisión de cemento para la construcción de rascacielos y el dominio de múltiples sindicatos: desde estibadores hasta la industria pesquera, pasando por el sector gastronómico y varios otros. Si los empresarios (por allí aparece incluso un joven Donald Trump) no aceptaban sus condiciones (puestos de trabajo, participaciones en el negocio, coimas, etc.), les hacían huelgas por tiempo indeterminado.

El gran golpe se produjo cuando los investigadores descrubrieron que todas las familias integraban La Comisión, un órgano que decidía las grandes políticas, los principales negocios y la forma de distribución de los ingresos. Y es allí cuando aparece en escena el ya por entonces muy mediático fiscal federal Rudy Giuliani para liderar la acusación general. Fue, por supuesto, la plataforma de lanzamiento perfecta para convertirse en alcalde de Nueva York entre 1994 y 2001.

La miniserie tiene un buen material de archivo, una capacidad de contextualizar cuestiones socioeconómicas no tan conocidas para los no neoyorquinos, valiosos testimonios del propio Giuliani, de los agentes del FBI que lideraron la investigación (es muy divertido cuando explican las ingeniosas estrategias para instalar los micrófonos ocultos) y hasta de ex mafiosos como Michael Franzese, y Johnny Alite, pero -más allá de lo adictivo que es el caso- el documental resulta en ciertos pasajes un poco básico y anodino, construido con un profesionalismo que por momentos se parece demasiado al uso del “piloto automático” (en la edición, en la musicalización, en la inclusión de talking heads) de este tipo de reconstrucciones sobre crímenes de alto impacto.

De todas formas, Ciudad del miedo: Nueva York vs. La mafia se termina disfrutando: la Gran Manzana, los Padrinos, el delito, los miles de millones en danza y los vericuetos de un intrincado proceso judicial con tanto en juego constituyen, al fin de cuentas, un combo irresistible.





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COMENTARIOS

  • 3/08/2020 9:18

    Añadir que la música Hard Times y Disco Inferno le da un toque auténtico. Y añadir que he tenido el honor de dirigir el doblaje, y tanto los locutores como yo hemos disfrutado este proyecto tan mimado por los productores de Los Sopranos.

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