Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Godland”, película de Hlynur Pálmason
Con más de tres años de demora llega a las salas argentinas esta obra maestra del director islandés que merece verse en pantalla gigante con la mejor calidad de imagen y sonido posible. Estrenada en Cannes 2022 y premiada en festivales como los de San Sebastián, Londres y Chicago.
Godland (Vanskabte land, Dinamarca-Islandia-Francia-Suecia/2022). Dirección y guion: Hlynur Pálmason. Elenco: Elliott Crosset Hove, Ingvar Sigurðsson, Vic Carmen Sonne, Jacob Hauberg Lohmann, Ída Mekkín Hlynsdóttir, Waage Sandø y Hilmar Guðjónsson. Fotografía: Maria von Hausswolffs. Edición Julius Krebs Damsbo. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 143 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas (primera semana).
Esta crítica se publicó en la cobertura del Festival de Cannes 2022
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Reseña de Godland
Pasó prácticamente inadvertida, casi nadie la vio y quienes sí la vieron no se mostraron demasiado entusiasmados, el jurado de Un Certain Regard no le dio ni una mísera mención, pero para mi gusto ha sido el gran descubrimiento de esta 75ª edición. Deseo de todo corazón que Godland pueda verse en otros festivales y que allí sí sea reconocida como se merece.
Al islandés Hlynur Pálmason -que filma siempre a caballo entre su país y Dinamarca- lo conocíamos de Winter Brothers (2017) y Un blanco, blanco día (2019), ambas muy atendibles, pero en Godland superó todas las expectativas con un largometraje de 143 minutos ambientado a fines del siglo XIX que narra la historia de Lucas (Elliott Crosset Hove), un joven cura danés que recorre buena parte de la bellísima pero muy inhóspita Islandia para montar una iglesia en un pueblito en el medio de la nada. Allí se encontrará con una comunidad bastante cerrada, pero también con la posibilidad incierta del amor.
El protagonista es también un entusiasta fotógrafo (estamos hablando de pesadas y precarias cámaras de la época que había que transportar a caballo y requerían el uso de una solución ácida de nitrato de plata) y precisamente los retratos encontrados muchos años después sirvieron como inspiración para esta película rodada en formato cuadrado, en fílmico, emulando un poco la imagen de aquellas épocas. Decir además que el clima y los paisajes son personajes esenciales suena a lugar común, pero es exactamente así.
La historia, que por momentos me hizo recordar a Jauja, de Lisandro Alonso; Blanco en blanco, de Theo Court; la reciente La leyenda del rey cangrejo, de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, y a cierto espíritu herzogiano es todo lo que uno espera de una película: un viaje en el tiempo, un universo con reglas propias, imágenes subyugantes, personajes con múltiples contradicciones y matices, y la sensación de que estamos descubriendo el cine por primera vez. Ah, y por si hiciera falta, además tiene al mejor perro “actor” de todos los tiempos.
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