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Crítica de “La calle del terror - Parte 2: 1978”, de Leigh Janiak (Netflix)
Tras el estreno de la primera entrega (1994) y antes del cierre con 1666 previsto para el viernes 16, llega la segunda parte de esta trilogía de terror que recicla (y en algunos sentidos reactualiza) el género del slasher.
La calle del terror - Parte 2: 1978 (Estados Unidos/2021). Dirección: Leigh Janiak. Elenco: Sadie Sink, Emily Rudd, Ryan Simpkins, McCabe Slye, Ted Sutherland, Jordana Spiro, Gillian Jacobs, Kiana Madeira, Benjamin Flores Jr., Ashley Zukerman, Olivia Scott Welch, Chiara Aurelia y Jordyn DiNatale.Guion: Leigh Janiak y Zak Olkewicz, basado en la saga Fear Street de R.L. Stine. Fotografía: Caleb Heymann. Edición: Rachel Goodlett Katz. Música: Marco Beltrami y Brandon Roberts. Duración: 111 minutos. Disponible desde el viernes 9 de julio en Netflix.
En la primera pelícua ambientada en 1994 las protagonistas visitaban a Christine “Ziggy” Berman (Gillian Jacob), una de las pocas sobrevivientes de los conjuros de la bruja Sarah Fier. Esta continuación viaja al pasado de 1978, cuando Ziggy es una adolescente (ahora interpretada por Sadie Sink) que está junto a su hermana mayor Cindy (Emily Rudd) en el Campamento Nightwing.
Todo debería ser disfrute veraniego, pero la protagonista es objeto de todo tipo de bullying (y de los más violentos alcances) con acusaciones de brujería. Solo encuentra algo de contención en Nick Goode (sí, el comisario de 1994 que en esta versión adolescente encarna Ted Sutherland), con quien comparte una indisimulable atracción mutua.
Cuando llega la noche y en medio de los ya habituales enfrentamientos del campamento entre el equipo de los arrogantes de Sunnyvale y los losers de Shadyside se desencadenará una brutal cacería (matanza) a hachazo limpio: el reino del slasher en todo su sádico esplendor. Si la principal referencia de la entrega inicial era la saga Scream, en esta segunda hay múltiples homenajes al universo de Stephen King (empezando por Carrie).
El resultado es un exponente de género hecho y derecho, que no deslumbra ni sorprende demasiado, pero en el que la directora y coguionisa Leigh Janiak cumple exactamene con lo que promete. Como un buen episodio de una serie. Y, en ese sentido, esta trilogía (por más que sean tres largometrajes) tiene algo de esa experiencia. Esperemos, entonces, el cierre con el viaje final a un pasado mucho más lejano con 1666.
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