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Crítica de “Run”, serie con Merritt Wever y Domhnall Gleeson (HBO)
La creación de Vicky Jones (discípula de Phoebe Waller-Bridge), dirigida con buen pulso por Kate Dennis (con buenos antecedentes en The Handmaid's Tale: El cuento de la criada), tiene todos los atributos para ser una de las comedias románticas del año, aunque por ahora promete más de lo que cumple.
Run (Estados Unidos-Reino Unido/2020). Creadora / Showrunner: Vicky Jones. Dirección: Kate Dennis (primeros cuatro episodios). Elenco: Merritt Wever, Domhnall Gleeson, Archie Panjabi Phoebe Waller-Bridge, Rich Sommer, Tamara Podemsk. Fotografía: Matthew Clark Edición: Ant Boys Duración: 8 episodios de entre 29 y 32 minutos. En HBO (los domingos, a las 24) y en plataformas de streaming como HBO Go y Flow.
No, no es la nueva Fleabag. Tampoco es la nueva serie de Phoebe Waller-Bridge como algunos vivillos del marketing trataron de venderla. Vistos los dos dos primeros episodios de media hora cada uno de Run (serán solo ocho hasta fines de mayo) podemos convenir en que -quizás por decantación o asociación- hay aquí algo del humor negro, de la comedia física, del regodeo en el absurdo, de la provocación, incomodidad e imprevisiblidad del universo de Phoebe Waller-Bridge (quien figura como una de las productoras ejecutivas y hará un lateral aporte actoral), pero que la showrunner Vicky Jones tiene vuelo y búsquedas propias. A la espera de que esos intentos alcancen de forma definitiva la intensidad y el efectividad deseadas, Run no deja de ser una simpática y por momentos inspirada combinación entre comedia romántica y thriller.
Dirigidos por Kate Dennis (responsable de al menos las cuatro primeras entregas), los dos capítulos iniciales de Run se sustentan en la expresividad y sobre todo en la química que se establece entre Ruby Richardson (Merritt Wever, la brillante actriz secundaria de Nurse Jackie y Godless, que finalmente consiguió el merecido protagonismo en Inconcebible y aquí) y Billy Johnson (el ascente galán irlandés Domhnall Gleeson, visto en Cuestión de tiempo y Ex Machina), los protagonistas absolutos de una trama que por el momento ha transcurrido casi íntegramente dentro de un tren y en la que no aparecen personajes secundarios demasiado relevantes (aunque el joven que se transforma circunstancialmente en el tercero en discordia al final del segundo episodio tiene su momento de gloria con un “dirty talk”).
Ruby y Billy fueron novios en la universidad hace ya 17 años, en uno de esos romances juveniles tan pasionales como finalmente fallidos pero que dejan secuelas (promesas, asuntos pendientes). Ella se ha casado, tiene dos hijos; él -una suerte de gurú de la autoayuda- aparentemente trata de huir de una relación tóxica y angustiante ligada a su asistenta personal. Cuando nuestro pelirrojo antihéroe le envía un mensaje de texto con la palabra RUN, ella -que estaba dentro de su camioneta 4x4 en el estacionamiento de un shopping- entiende a la perfección de qué se trata el asunto y, a los pocos minutos, estará primero en un vuelo hacia Nueva York y luego en un tren rumbo a Chicago. Allí, entre asientos, bares, baños, pasillos y camarotes, se producirá el reencuentro entre ambos, que por distintas cuestiones no resultará todo lo estimulante y visceral que la situación prometía.
Run es, sobre todo, una comedia romántica moderna, con una protagonista impulsiva y nada dócil. Vicky Jones -que ha colaborado con Phoebe Waller-Bridge en Fleabag, Crashing y Killing Eve- se permite jugar con el ridículo del slapstick (¡la escena sexual a los golpes en el diminuto camarote), pero también con los secretos y mentiras que acarrean cada uno y que dejan pendiente la resolución del enigma y dan paso a la construcción de cierta tensión y suspenso respecto de qué puede pasar (muy bueno el cliffhanger del cierre del segundo capítulo).
Por ahora, Run promete más de lo que está cumpliendo, sin por eso dejar de ser una serie disfrutable. Es probable, entonces, que requiera (y merezca) una nueva reseña cuando los ocho episodios nos demuestren si, a partir de estos esbozos iniciales, había o no una serie realmente lograda. Por el momento, alcanza con la punzante puesta en escena de Dennis a puro plano-secuencia y con el carisma de su dupla protagónica como para que sigamos apostando en que este reencuentro puede llegar a un destino venturoso para ellos. Y, claro, también para los espectadores.
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