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Crítica de “The Eddy”, serie dirigida por Damien Chazelle (y otros), con André Holland y Joanna Kulig (Netflix)
Adelantamos la reseña de una de las novedades más esperadas de mayo en el gigante del streaming.
The Eddy (Estados Unidos-Francia-Reino Unido-Alemania/2020). Guionista y showrunner: Jack Thorne. Dirección: Damien Chazelle, Houda Benyamina, Laïla Marrakchi y Alan Poul. Elenco: André Holland, Joanna Kulig, Leïla Bekhti, Tahar Rahim, Amandla Stenberg, Benjamin Biolay y Tchéky Karyo. Fotografía: Eric Gautier y Julien Poupard. Música: Randy Kerber. Edición: Françoise Bernard, Julie Dupré, Guy Lecorne, Sophie Reine. Diseño de producción: Anne Seibel. Duración: 8 episodios de casi una hora cada uno. Disponible en Netflix desde el viernes 8 de mayo.
Aunque el marketing y los medios se encargaron de comunicar que se trata de “la primera serie del director de Whiplash: Música y obsesión y La La Land: Una historia de amor”, el showrunner detrás de esta fascinante serie ambientada en un club de jazz en la París contemporánea es Jack Thorne y la dirección de los ocho episodios estuvo repartida en partes iguales entre Chazelle (los dos primeros), la francesa Houda Benyamina (realizadora de Divinas y responsable de los capítulos 3 y 4), la marroquí Laïla Marrakchi (5 y 6) y el estadounidense Alan Poul (7 y 8).
Nuestra crítica:
Elliot Udo (André Holland) es (¿fue?) un pianista brillante. Hace ya cuatro años que no sube a los escenarios y, mientras intentar procesar la muerte de su hijo (y sus profundas secuelas psicológicas), regentea en París el club de jazz que da nombre a la serie y es el manager de la banda estable que toca allí todas las noches y a la que intenta conseguirle un contrato discográfico. Bueno, en verdad no son todas las noches, ya que el lugar es objeto de constantes clausuras por parte de la policía y de ataques de distinto tener por parte de mafiosos de Europa del Este.
Elliot tiene como socio en este emprendimiento que no atraviesa precisamente por su mejor situación económica a Farid (Tahar Rahim) y -no conviene adelantar nada al respecto- un crimen cercano complicará aún más las cosas. La llegada desde su Nueva York natal de Julie (Amandla Stenberg), la conflictuada y conflictiva hija de 16 años de Elliot, le genera al protagonista preocupaciones adicionales pero también la posibilidad de una segunda oportunidad.
Con un esquema muy transitado por los guionistas de series recientes, The Eddy -sin abandonar nunca la dinámica del club y de sus músicos- le dedica cada episodio a un personaje distinto, incluidos algunos en apariencia muy laterales y secundarios en la trama, pero que le permiten abrir el abanico dramático con alcances insospechados.
Narrada con largos planos secuencia y cámara siempre en mano (en los dos primeros episodios Chazelle filmó en 16mm con el aporte del brillante director de fotografía francés Eric Gautier, habitual colaborador de Olivier Assayas), The Eddy tiene un estilo de cinéma-vérité y una intensidad que remite a la nouvelle vague y a John Cassavetes. Algo que no debería extrañar demasiado, ya que en definitiva se trata de una narración que intenta sintonizar (y muchas veces lo logra) con el espiritu del jazz y establecer un puente entre dos ciudades que se admiran y potencian mutuamente: Nueva York y París.
La creación de Jack Thorne es una apuesta coral, una montaña rusa narrativa que nos lleva a toda velocidad (no siempre con la misma eficacia, pero jamás dejándonos indiferentes) por distintos géneros: el musical, por supuesto (hay largas interpretaciones de jazz en vivo), pero también el drama romántico (los vaivenes entre Elliot y la cantante Maja que interpreta Joanna Kulig), los conflictos familiares (hermosa descripción de la difícil y al mismo tiempo tierna relación padre-hija), la iniciación adolescente (Julie se enamora de un joven musulmán que trabaja en el club), el apuntado sesgo policial (hay una detective que sigue las conexiones entre los dueños de The Eddy y una poderosa banda de gangsters) y, en el trasfondo, una mirada multi-étnica y multi-religiosa de esa París con fuerte presencia de árabes, africanos e inmigrantes de Europa del Este.
The Eddy es bastante más que una serie sobre jazz (aunque quienes gusten de ese universo probablemente la disfruten en toda su dimensión), no tiene grandes desniveles pese al cambio de directores y el elenco multinacional (en breves papeles aparecen desde Benjamin Biolay como el ejecutivo de una discográfica hasta Tchéky Karyo como un exitoso cantante de música popular) es realmente prodigioso: desde la nobleza del Elliot de Holland (The Knick, Castle Rock) hasta la naturalidad de la Julie de Stenberg (The Hate U Give), pasando por el dolor e integridad de la Amira de Leïla Bekhti (ganadora del premio César por Tout ce qui brille), la belleza asordinada de la Maja de la polaca Kulig (la revelación de Cold War, de Pawel Pawlikowski) y los aportes siempre solventes de esos brillantes músicos (y dignos actores) que integran el grupo de jazz del lugar. Difícil no engancharse -y en varios pasajes incluso emocionarse hasta las lágrimas- con estas historias de pequeñas victorias (y múltiples derrotas) y de amores no siempre correspondidos que nos regalan las casi ocho horas de The Eddy.
(N. de la R.): Para este reseña se vieron los 8 episodios de la serie.
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Me gust mucho. Disfruté los 8 episodios. Me queda la sensación de que quizás haría falta una segunda temporada para redondear la idea.