Críticas
Ida, de Pawel Pawlikowski
El pasado me (nos) condena
A partir del viaje que emprenden una novicia que está a punto de tomar los hábitos y su tía, una ex integrante de la resistencia y luego de los tribunales del pueblo, el talentoso director Pawel Pawlikowski (Last Resort, La mujer del quinto, Mi verano de amor) revisa la historia de una sociedad polaca dominada por el nazismo, el antisemitismo, el comunismo y las posteriores contradicciones de su conversión hacia el capitalismo. Bello, ascético, sutil… Un estreno imperdible.
Ida (Polonia-Dinamarca/2013). Dirección: Pawel Pawlikowski. Con Agata Trzebuchowska, Agata Kulesza, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowski y Halina Skoczynska. Guión: Pawel Pawlikowski y Rebecca Lienkiewicz. Fotografía: Ryszard Lenczewski y Lukasz Zal. Música: Kristian Eidnes Andersen. Edición: Jaroslaw Kaminski. Diseño de producción: Marcel Slawinski y Katarzyna Sobanska-Strzalkowska. Distribuidora: CDI Films. Duración: 82 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 14 (Village Recoleta, Atlas Patio Bullrich, Showcase Belgrano, Arte Multiplex Belgrano, Belgrano Multiplex, Cinemacity Gral. Paz, BAMA Cine Arte, Arteplex Villa del Parque, Lorca, Showcase Córdoba, Cines del Centro de Rosario, Cinema Paradiso de La Plata, Cines del Paseo de Mar del Plata y Cine América de Santa Fe).
Después de haber vivido y filmado en Gran Bretaña, el polaco Pawel Pawlikowski ((Last Resort, La mujer del quinto, Mi verano de amor) regresa a su tierra natal con Ida, una historia que presenta la situación de Polonia durante los años ´60, las consecuencias de la guerra y la vida durante el régimen comunista.
Anna (Agata Trzebuchowska) es una novicia en un convento de la muy católica Polonia que está a punto de hacer sus votos. Antes de tomar los hábitos, su superiora le ordena visitar a su tía Wanda (Agata Kulesza), a quien la joven no conoce. Por primera vez, la inocente protagonista sale del ámbito donde ha transcurrido pacíficamente toda su vida y en la ciudad encuentra su contracara: Wanda es una mujer durísima, ex integrante de la resistencia, jueza de los tribunales del pueblo que han enviado a muchos a la muerte, y que ahora lleva una vida tan disipada como solitaria, mientras bebe y fuma sin cesar.
Pero lo más perturbador del encuentro es que la tía le revela a la joven que en realidad se llama Ida, es judía e hija de su hermana y su marido, los Lebenstein, desaparecidos durante la ocupación y la masacre de los nazis.
La necesidad de enterrar a sus muertos y conocer la verdad lleva a esas mujeres al pueblo natal, donde todos prefieren olvidar el pasado. Todo resulta aún peor de lo imaginado por el taimado accionar de los vecinos durante la guerra, que recae con consecuencias en el presente. Así, Ida emprende un viaje iniciático que la obliga a tomar contacto con una realidad hasta entonces desconocida y lacerante, que la introduce violentamente en la madurez, la pone en contacto con su verdadera identidad y la obliga a tomar decisiones sobre su vida. El viaje de Ida y Wanda es también una evocación del paso de Polonia de uno a otro sistema. Pawlikowski ha sabido individualizar en la peripecia de esas dos mujeres, con síntesis, sutileza y estilo, la oscura historia de ese país, que incluye nazismo, antisemitismo, estalinismo y traición. Sin contemplaciones, enfrenta a la joven (la luminosa Trzebuchowska) con el negado pasado común, que conserva sus heridas abiertas.
A juzgar por el estado de Wanda, los ideales comunistas ya se están relajando. Kulesza realiza una admirable performance de esa mujer que ha participado del horror y lo ha sobrevivido por su autodeterminación y hoy se sostiene a base de furia, rencor, culpa y alcohol. Su actuación ha merecido varios premios, así como el film, que obtuvo dos premios FIPRESCI de la crítica internacional, entre varios otros.
El aspecto más admirable de la película es la fotografía en blanco y negro a cargo de Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski (también DF de Mi verano de amor, un film anterior de Pawlikowski que trataba la entrada en la adultez de manera muy diferente). La composición suele ubicar a los personajes en el borde inferior del cuadro, con un gran espacio detrás, destacando su soledad, su individualidad, el vacío circundante. Esas sugerentes imágenes, con una sutil iluminación lateral a la manera de la antigua pintura holandesa, evocan el fundante cine polaco de los ´60. Los tonos grises y la música resultan tan expresivos como las casi silenciosas protagonistas. La estética ascética, los diálogos escasos y los tiempos demorados remiten al mejor cine clásico europeo, y entre los contemporáneos, a las películas del húngaro Béla Tarr.
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<p>Una obra maestra del cine polaco.</p> <p>El director Pawlikowski conmueve al espectador con una historia profunda en donde conviven los sentimientos más nobles de la joven protagonista con lo peor de la especie humana.rnImpecable en todos los rubros técnicos y con dos excelentes actrices, IDA es lo mejor que vi en este primer semestre.</p>
<p>La recomiendo enfáticamente. Austera, parca, seca, sin floreos innecesarios. Y esos cielos cargados invernales que dicen todo.</p>
<p>Fascina y conmueve. Realmente de lo mejor que ví en lo que vá del año.-</p>
<p>Tal cual lo que dice Daniel màs arriba, esta pelicula remite al gran cine europeo de esa prolifica decada del 60 vistas en los cines que el señala -creo que compartimos veterania cinèfila- y que yo tambien frecuentaba.</p> <p>En Ida estàn el ascetismo, la hondura y la gran plasticidad de las imàgenes como entonces, pero en esta mirada actual, quizas un poco menos de optimismo y mayor resignaciòn, a diferencia de la exaltaciòn humanistica y reparaciòn històrica de los films de entonces.</p> <p>Aqui paraeciera que Ida, en su viaje iniciatico, comenzara a percibir la crueldad de los congèneres y la monotonia de la mundanidad, pero lejos de abdicar en su espiritualidad, su marcha firme hacia adelante en el camino, en el final, remiten màs bien a una mayor lucidez, convicciòn y fortaleza. Es una conjetura nomàs...</p>
<p>Tuve la oportunidad de apreciar esta muy buena película en el último Bafici. Me hizo recordar por la temática de ahondar en los personajes, la puesta en escena, el formato, el blanco y negro a aquellas películas que en la década del 60 solía ver en los cines Lorraine, Loire, Losuar, Lorena, Lorca y Cosmos. Malle, Tarkovsky, Fassbinder, Bergman, Kusturica, Forman, Wajda. cómo aprendí a ver cine con estos nombres y hombres!</p>