Críticas
Tangerine, de Sean Baker
Hágalo usted mismo
Revelación del cine independiente norteamericano del último año, esta nueva película del director de Take Out, Prince of Broadway y Starlet es una proeza técnica (fue íntegramente rodada con un celular con resultados estéticos notables), pero también una demostración más de que no hacen falta grandes recursos cuando hay ideas para y pasión por el cine. Dos protagonistas transexuales y una Los Angeles alejada por completo de las tarjetas postales para una historia de amor y amistad navideña esperpéntica, deforme y fascinante.
Tangerine (Estados Unidos/2016). Dirección y edición: Sean Baker. Elenco: Kitana Kiki Rodríguez, Mya Taylor, James Ransone, Karren Karagulian, Mickey O'Hagan, James Ransone y Alla Tumanian. Guión: Sean Baker y Cris Bergoch. Fotografía: Radium Cheung, HKSC y Sean Baker. Música: Matthew Smith. Edición: Sean Baker. Duración: 87 minutos. Distribuidora: Cinetren. Apta para mayores de 16 años. Salas: 5 (Arte Multiplex Belgrano, BAMA, Showcase Norte, Showcase Belgrano y Cine del Centro de Rosario).
Crítica 1, por Fernando E. Juan Lima
Desde su presentación en el Festival de Sundance de 2015 la última película del director de la recordada Starlet (2012, ¡también estrenada comercialmente en nuestro país!) viene levantando tanto revuelo por el hecho de haber sido filmada con un iPhone 5s que desplazó al análisis artístico de una obra cuyos méritos exceden claramente a esa ¿restricción? formal. Por supuesto que no deja de llamar la atención lo bien que se traslada a la pantalla ancha la mirada urgente, de colores saturados, de una Los Angeles alejada de las imágenes de tarjeta postal. Pero ese acercamiento formal, más allá de su origen ligado a las imaginables limitaciones de origen económico, se vincula con la historia que vemos discurrir ante nuestros ojos.
Sindee, travesti que se prostituye en West Hollywood, acaba de salir de la cárcel y allí se entera por una colega y amiga de que su novio (y cafiolo) la engañó durante el lapso de su obligada ausencia. Especie de “Corre, Sindee, corre” que sigue el rapto de celos y venganza de la protagonista cruzada por la impronta verista cuasi-documental a la que ayudan el formato y el encanto de los actores no profesionales, de la deriva también participa un taxista extranjero que no puede dejar de pensar en las travestis aunque se encuentre en su casa, con su familia.
Los lugares en los que sucede la acción son esas calles de Los Angeles en las que nadie camina, algún negocio de fast food (la “oficina” del cafiolo es un local que vende donuts), un karaoke de mala muerte: espacios vacíos ocupados por seres de paso. Que todo suceda en el día de Nochebuena suma ironía e incorrección política a esta comedia que funciona como esperpéntica y mutante historia de amor.
Crítica 2, por Diego Lerer
Uno podría pensar que el “chiste” de que Tangerine esté filmada con un iPhone 5s es apenas un truco de marketing, un tema menor que no afecta en nada a la forma de la película, pero estaría equivocado. Acaso lo mejor, lo más original, interesante y verdaderamente radical de esta película de Sean Baker (Starlet) esté en haber descubierto o comprobado no sólo que con un iPhone se puede grabar una película con una calidad técnica más que digna (y muy barata) sino además que la imagen que ese smartphone genera tiene unas cualidades específicas que lo hacen muy atractivo, una especie de hiperrealismo saturado que no se parece al fílmico, pero tampoco al video digital al que estamos acostumbrados. Es otra cosa: un poco Polaroid, muy expresionista para ser real, muy real para ser excesivamente manipulada. Es como ver una versión un poco saturada del mundo.
En ese sentido, es ideal para mostrar las vidas de dos personajes que son más coloridas, más excesivas, más intensas que el común de la gente. Se trata de dos amigas transexuales, una de las cuales acaba de salir tras un mes en la cárcel y se entera que su novio/chulo/pimp la estuvo engañando con un “fish” (sí, así le dicen a las chicas, “pescados”) y se dedica a pasar el día buscándola a ella y a él para confrontarlos. Alexandra (Mya Taylor) y Sin-Dee (Kitana Kiki Rodríguez) son las amigas en cuestión: una de ellas negra y un tanto más tranquila y hasta romántica; la otra, una latina enérgica y disparada que no para de hablar un segundo. Agrego: es 24 de diciembre, vísperas de Navidad.
Paralelamente, un taxista de origen armenio recorre la ciudad -está filmada en los barrios de Los Angeles menos atracivos, allí donde termina Hollywood y se inicia una serie de avenidas impersonales y bastante feas- llevando gente un tanto impresentable, pero obsesionado también por encontrar a Sin-Dee, de la que parece enamorado. Al hombre lo veremos con su familia, un combo de suegra, mujer, hija y parientes armenios que parecen sacados de una sitcom bizarra.
El universo que muestra Baker en Tangerine es interesante, en especial por la manera en la que lo filma, jamás buscando el skock o mostrar la perversión de un submundo potencialmente denso: la prostitución callejera en Los Angeles, tanto de mujeres como de travestis y trans. Pero su centro está en la relación entre las dos amigas, en lo que termina siendo lo mejor que tiene la película narrativamente, esa suerte de canto a la amistad entre dos marginales de la Costa Oeste, versión sexualmente más avanzada y geográficamente opuesta de la vieja Perdidos en la noche.
Para llegar a eso, Baker toma algunos caminos interesantes junto a otros callejones muertos. Casi toda la historia de la familia armenia resulta demasiado ampulosa, casi una comedia costumbrista argentina, mientras que cuando se mantiene en Alex las cosas mejoran. Es la más creíble, querible y emocionalmente compleja de las protagonistas (la escena en la que canta es la mejor del film), ya que la sacada Sin-Dee por momentos puede resultar un tanto irritante, especialmente una vez que encuentra a su “pescado” en cuestión y decide arrastrarla por la ciudad -literalmente- para confrontarla con su chico.
Lo mejor de Tangerine es cuando las amigas se hacen firmes en ese muro de amistad que las defiende del mundo -el final es excepcional y “navideño” en el mejor sentido- y la manera en que Baker filma esos lugares de Los Angeles que son los que habitualmente no vemos: avenidas desangeladas, puestos de “donas”, hoteluchos de mala muerte, subtes y veredas sucias. No es noir lo suyo, no busca el romanticismo de esas zonas oscuras y tampoco coquetea con el trash a-lo-Bukowski: no es una zona de reviente (al menos no se la muestra así), es una de supervivencia. Y en ese sentido, la relación entre ambas chicas es el corazón de la historia, más allá de algunos pasajes narrativos que se pierdan en tangentes inútiles.
Vuelvo, para cerrar, a lo del iPhone: si hay algo que me queda de Tangerine no es su corrección política o de género ni, necesariamente, sus personajes (que son valiosos, pero nada que no hayamos visto antes) sino esa visión de Los Angeles grabada en un teléfono con un soundtrack urbano y por momentos furioso que me hace acordar por momentos al cine de Harmony Korine y, en otros, a esa misma ciudad vista por Michael Mann en Colateral. Si hoy el digital ya se fusionó con lo que nuestros ojos distinguían como fílmico mediante lentes y adelantos técnicos, el smartphone logra algo diferente, no del todo procesado por nuestro cerebro. Ni mejor, ni peor, sólo otra forma de registrar el mundo…
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Me parece que el mètodo estètico y tecnològico que ha hecho posible esta pelicula, es el mejor para el retrato de ciertos aspectos del subsuelo urbano. Tode se hace màs creìble y menos prefabricado -como suele ocurrir en el cine corriente- desde los actores, que no se sabe si son en la realidad lo que interpretan -tipo Campusano o Mauro, por ejemplo- hasta el entorno fìsico y el lenguaje. Todo exuda verdad y espontaneidad de una aventura que se va desarrollando. Pero la virtud no se queda solo ahi: hay una indulgencia y una comprensiòn de criaturas en sus pasiones,deslealtades y solidaridades que termina conmoviendo y con genuina generosidad. Asi como en Victoria ((alemana) solo quedaba el virtuoso chisporroteo formal, aqui me parece que hay una sensibilidad que supera el atrevimiento tecnològico y econòmico de la producciòn.
Esta pelicula aparece en el listado de futuros estrenos el 31/3 La bruja lei que se estrena este mes, puede ser?
TANGERINE de Sean Baker ATARDECER EN LOS ANGELES Retrato del ser en un mundo repleto de prejuicios. Metáfora sobre lo distinto. Radiografía de la marginalidad en una gran urbe. Fotografías de los problemas sociales inducidos por el racismo, la homosexualidad y la droga, "Tangerine" es un film inolvidable porque llama nuestra atención, convoca a nuestra solidaridad, pone en guardia a nuestra dignidad al mostrarnos con crudeza el otro lado del "American Way of Life". Con un humor muy fino, refleja las bajezas y la crueldad de una sociedad que aparece ajena, olvidada, de un submundo al que pareciera ignorar como si ese submundo no perteneciera, o fuera parte o producto de la basura, o los desperdicios que genera el propio sistema. "Tangerine" es un atardecer en Los Ángeles que nos muestra el lado oscuro de la luna.
Ah, ¿por qué el título?
Al principio los personajes parecen un poco exagerados, como una parodia de la parodia de mujeres que a menudo ya de por sí son los travestis o los transformistas. Sin embargo, si uno ha mirado RuPaul's Drag Race, recuerda que a menudo son así, acentuados. Me pareció muy buena, con ritmo pulsante, y sin caer en extremos dramáticos para justificar a sus personajes como víctimas ni redimirlos a todos con finales felices.
Acuerdo en que la mirada respecto a esta víspera de Navidad es un gran logro, al situar la historia en EEUU, sin paisajes nevados, ni pinos, ni Papás Noeles, como nos habíamos acostumbrado a ver en la mayoría de las películas de ese país ambientadas en el este. Aquí estamos sobre el Pacífico, las temperaturas son elevadas, y la nieve, por ende, no existe. Otra ausencia contribuye a aumentar el extrañamiento en el espectador. Me refiero a que nadie en este filme está aquejado por la fiebre consumista que lleva a ciertos sectores sociales de ingresos medios y altos en EEUU a comprar de manera compulsiva todo tipo de regalos y que también suele ser una figura repetida en muchas otras películas. Es obvio que los personajes de este filme no tiene un peso en el bolsillo y eso queda patentizado desde la primera escena, cuando las amigas comparten una dona, porque no tiene el dinero para comprar dos, o una de ellas tenga que elegir entre pagar el alquiler o el abono del celular. Al limitar la paleta de colores a tonos que van del amarillo al naranja, Baker, logra un efecto coherente. Una historia así, hubiera sido absurda retratada con colores vivos y realistas. Una inconsistencia que hubiera llevado a embellecer la pobreza material de los personajes. Por el contrario, el director acierta al transmitir a través de una forma irreal un retrato visceralmente comprometido con el devenir de los personajes y su entorno.
Diego decí la verdad... Te gustaron los trabucos también....