Críticas

El apóstata, de Federico Veiroj

Yo no tengo fe

Inspirada en la historia real de un joven que trató de apostatar; es decir, conseguir que la Iglesia Católica lo autorizara administrativamente a abandonar la institución, esta nueva película del director de Acné y La vida útil es una ácida crítica con mucho humor absurdo, provocación e imaginación contra la burocracia, la obediencia y la vigilancia. Una película bien española (la cuna de la Inquisición y del franquismo) a cargo de un notable cineasta uruguayo que, a su manera, dialoga con el cine de Marco Ferreri, Luis Buñuel, Ingmar Bergman, Carlos Saura y Marco Bellocchio, entre otros.

Estreno 25/08/2016
Publicada el 22/08/2016

El apóstata (España-Francia-Uruguay/2015). Dirección: Federico Veiroj. Elenco: Álvaro Ogalla, Bárbara Lennie, Marta Larralde y Vicky Peña. Guión. Álvaro Ogalla, Gonzalo Delgado, Nicolás Saad y Federico Veiroj. Fotografía: Arauco Hernández Holz. Edición: Fernando Franco. Dirección de arte: Gonzalo Delgado. Distribuidora: Cinetren. Duración: 80 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Salas: 9 (Arte Multiplex Belgrano, Village Recoleta, Patio Bullrich, BAMA Cine Arte, Showcase Norte, Showcase Córdoba, Cinema Luján, América de Santa Fe y Cine del Centro de Rosario).



Reseña 1, por Fernando E. Juan Lima

El uruguayo Federico Veiroj (Acné, La vida útil) hace la película más española que recuerde de los últimos tiempos. Ya Marco Ferreri había logrado similar prodigio (El pisito) y su influencia en el film (o su diálogo con él) pesan tanto como la de Buñuel o, más acá en el tiempo, Fesser o Llorca.

Basada en la experiencia de Alvaro Ogalla (actor protagónico y uno de los coguionistas con Veiroj, Gonzalo Delgado y Nicolás Saad), la narración se centra en el punto de inflexión en la vida de Gonzalo Tamayo, a punto de terminar su carrera de filosofía, que decide renunciar a la religión católica.

Allí está esa España en la que el camino que va de la Inquisición al régimen franquista no son fruto de la casualidad, así como la necesidad de un cambio, de un equilibrio, de una nueva mirada política, social y familiar. Claro que también está el cine de Veiroj y sus personajes inadecuados, a los que siempre retrata con cariño y a los que siempre les regala una luz de esperanza.

El apóstata
pone más el acento en el cambio personal -en la paradoja de que uno sigue siendo de alguna manera parte de eso que pretende cambiar o dejar atrás- que en la política (a la que refiere sólo oblicuamente). Pero no por eso es menos clara su mirada: sin agresividad y con humor el camino siempre es más amable.





Reseña 2, por Manu Yáñez

Como en aquel viaje de ida y vuelta entre una filmoteca (el cine) y la calle (la realidad) que dibujaba la maravillosa La vida útil, anterior película del uruguayo Federico Veiroj, El apóstata se hace fuerte en sus pequeños gestos circulares. Ahí está la fascinante escena en que la cámara se arrima al rostro del protagonista, Gonzalo –el actor no profesional Álvaro Ogalla–, para luego descender por sus ropas hasta el suelo, luego hasta una versión adolescente y macarra de sí mismo, y luego de vuelta al presente, al rostro complacido del protagonista. En este sinuoso vaivén entre un presente turbulento y un pasado añorado se revela el modus operandi de un hombre decidido a no consumar un camino vital que siente demasiado demarcado: condicionado por los rituales de la Iglesia, pautado por la hipocresía de la institución familiar (de tintes burgueses), condenado por la mediocridad de la academia, maltrecho por la incomprensión de los demás y, finalmente, cincelado por una cóctel personal de inmadurez y egolatría.

Hay otro revelador gesto circular en El apóstata, más relevante que el giro de unos discos de vinilo o el envío periódico de cartas (¡escritas a mano!). Me refiero a un vertiginoso plano en el que Gonzalo y el obispo al que da vida Juan Calot orbitan alrededor de la cámara de Veiroj sopesando las razones para apostatar del obstinado protagonista. Un ejercicio de dialéctica racional y de bamboleo estético que termina con el obispo señalando hacia una ventanilla en la que dará comienzo el vía crucis burocrático y kafkiano de Gonzalo, que descubrirá en las dificultades para borrar su nombre de los archivos de la Iglesia una prueba más del espíritu autoritario y hermético de dicha institución.

Círculos y más círculos, como los que llevan a Gonzalo una y otra vez hasta la cama de su prima Pilar (Marta Larralde), el objeto de deseo prohibido que termina revelándose como eje central de la odisea insurrecta del protagonista. Y luego también espirales, las que la película va construyendo, progresivamente, de los márgenes de la realidad hasta el corazón de la fantasía y la ensoñación, aunque cabe decir que el buñueliano primer plano de la mano de Gonzalo, con pipas en lugar de hormigas, rima cristalinamente con otra imagen que puntúa la sublevación final del protagonista: el resplandor entre mágico y ridículo de un par de monjas vestidas de blanco cegador.

Todos estos patrones geométricos que delinean la narración y la forma de El apóstata se desmarcan de la tendencia hacia el minimalismo y la claridad de los anteriores trabajos de Veiroj. Aunque La vida útil ya contenía algunos espejismos entre la realidad mundana y la fantasía cinéfila, la película nunca resultaba laberíntica, como sí ocurre en ocasiones con El apóstata. Uno llega a echar de menos la escritura elíptica y la economía formal de la obra previa de Veiroj. Escrita a ocho manos entre el director, Ogalla, Gonzalo Delgado y Nicolás Saad, El apóstata se asoma peligrosamente al subrayado –como cuando la madre le espeta “eres un egoísta” a Gonzalo– y al exceso simbólico –las uvas del jardín celestial/infernal soñado por Gonzalo, la incontinencia nocturna del protagonista–, cortocircuitando el misterio potencial del relato.

Sin embargo, El apóstata termina resultando un triunfo cinematográfico debido justamente a su naturaleza inquieta e incontinente. La película ensaya locuras freudianas: unos viajes físicos a la infancia que tocan el cielo con el rostro cantarín de la prima Pilar adornado por su voz de niña. El experimento tiene un cierto acento bergmaniano. Y, luego, en la recta final, ya embrujada por un cierto surrealismo, la película adopta un tono rabioso y operístico que hace pensar en la exaltación que a veces se apodera de las imágenes del italiano Marco Bellocchio, eterno azote de la hipocresía eclesiástica. Veiroj prueba, a veces se equivoca, a veces acierta, pero nunca se aleja de su protagonista. Se debe a él. Está con él y le dedica uno de sus característicos grandes finales, donde confluyen ritual y sublevación, responsabilidad y gamberrismo, aprendizaje e inocencia, ingredientes mágicos de esta energizante pócima libertaria.


Más sobre El apóstata:

-Nuestra entrevista a Veiroj

-Otra reseña por Diego Lerer en nuestro blog Micropsia

-Trailer:



COMENTARIOS

  • 25/08/2016 16:47

    Ocurre a veces que uno se enamora de una película cuando lee alguna crítica o comentario sobre ella y sin haberla visto, es decir construye su propia película sobre la construcción que hicieron otros. Eso me pasó a mi, y fui inmediatamente a verla. En mi opinión se trata de un muy interesante planteo sobre la profunda crisis existencial de un personaje peculiar, que la enmascara con una obstinada necesidad de apostasía, que no queden registros de su encuadramiento espiritual que él no decidió. La cuestión sirve además para desarrollar una descarnada crítica burlona y buñueliana a la pesada herencia de la más hipócrita religiosidad. No obstante, en mi opinión, el relato realiza un tratamiento del personaje, su tono interpretativo y climas de situaciones diversas que la hacen un poco de dificil entrada y en ocasiones, con ciertos sesgos desagradables o incómodos. Pero ello no la degrada en absoluto, porque tiene todos los condimentos para ser muy valorados por muchos espectadores. Por último, seguiré el consejo de Iván respecto de las apuestas....me dejé tentar por el fenómeno cacofónico.

  • 23/08/2016 23:31

    No apostés demasiado Dufo. Mucho ruido y pocas nueces. Acabo de verla en el pre estreno y la verdad la peli esta inflada por la crítica, mucho mejor es su anterior largo "La vida util". Este un film interesante solo la forma, pero vacío de contenido, con una pésima actuación del protagonista (que sostiene toda la película!). Aparentemente lo que se quiere es llegar a las tribulaciones personales de un personaje que lamentablemente nunca llegan a tocar al espectador.

  • 22/08/2016 21:05

    Quen bien que viene ésto.........Apuesto a Apóstata.

DEJÁ TU COMENTARIO


CRÍTICAS ANTERIORES


Crítica de “Haz que regrese” (“Bring Her Back”), película de Danny y Michael Philippou
Diego Batlle

El segundo largometraje de estos directores australianos, que en 2022 habían irrumpido con su elogiada ópera prima Háblame / Talk to Me, ya se estrenó en buena parte del mundo, pero a las salas de Argentina, Brasil y México llegará recién el 21 de agosto próximo.

LEER MÁS
Crítica de “Gracias por operar con nuestro banco” (“Thank You for Banking with Us”), película de Laila Abbas
Ezequiel Boetti

Estrenado en el Festival de Londres 2024, este nuevo film de la directora palestina de Ice & Dust (2014) narra las desventuras de dos hermanas opuestas entre sí.

LEER MÁS
Crítica de “Sé lo que hicieron el verano pasado” (“I Know What You Did Last Summer”, película de  Jennifer Kaytin Robinson
Diego Batlle

Esta nueva secuela de la popular saga de terror intenta -sin demasiada fortuna- recuperar el espíritu del slasher de la década de 1990.

LEER MÁS
Crítica de "División Palermo - Temporada 2", serie de Santiago Korovsky (Netflix)
Ezequiel Boetti

Dos años después del estreno de la primera temporada, la N roja lanza los 6 episodios de esta segunda y muy esperada entrega con incorporaciones como Martín Piroyansky, Juan Minujín y Alejandra Flechner.

LEER MÁS