Críticas
El hijo de Saul, de László Nemes
La vida no es bella
Firme candidata al Oscar extranjero, la ópera prima del húngaro Nemes tiene (para bien y para mal) todos los condimentos para la más acalorada de las polémicas.
El hijo de Saul (Saul fia, Hungría-EE.UU.-Francia-Israel/2015). Dirección: László Nemes. Elenco: Géza Röhrig, Levente Molnár, Urs Rechn, Todd Charmont y Sandor Zsoter. Guión Clara Royer y László Nemes. Fotografía: Matyas Erdely. Música: Laszlo Melis. Edición: Matthieu Taponier. Diseño de producción: Laszlo Rajk. Distribuidora: UIP (Sony). Duración: 107 minutos. Apta para mayores de 16 años. Salas: 8.
Desde que se estrenó en la competencia oficial del último Festival de Cannes (donde terminaría consagrándose con el Gran Premio del Jurado y varias otras distinciones) esta ópera prima del húngaro László Nemes generó una apasionada polémica cinéfila (e ideológica) entre quienes la consideraron poco menos que una obra maestra y aquellos que la encontraron demasiado virtuosa, estilizada y manipuladora (abyecta fue el adjetivo más utilizado por sus detractores).
Casi diez meses han pasado desde entonces y hoy esta nueva aproximación al Holocausto no sólo ganó decenas de otros galardones (incluido el Globo de Oro) sino que también es la gran favorita a quedarse el próximo domingo con el Oscar a mejor película en idioma no inglés.
El espectador podrá fascinarse o indignarse con El hijo de Saul, pero ninguna decisión de Nemes es casual, antojadiza o caprichosa, desde el uso de una pantalla inusualmente angosta, hasta los encuadres, la decisión de rodar en 35mm y no en digital o cada detalle del diseño de producción.
La película narra las experiencias de Saul Ausländer (notable trabajo de Géza Röhrig), miembro del Sonderkommando, un grupo de judíos (prisioneros pero con ciertas ventajas comparativas respecto del resto) que en 1944 trabaja para los oficiales nazis en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Saul utilizará todos los recursos a su alcance para esconder el cuerpo del que probablemente sea su hijo y ubicar a un rabino que pueda darle un funeral con los rituales judíos. Si bien la historia está contada con un riguroso sistema narrativo (planos secuencia con cámara en mano pegada al cuerpo o al rostro del protagonista en la línea del cine de los hermanos Dardenne con un notable uso del fuera de campo y del sonido), las escenas en las cámaras de gas, los fusilamientos masivos, las fosas comunes y los cadáveres apilados conforman una película sobrecogedora y extrema.
Audaz para algunos; oportunista para otros, Nemes sabe qué quiere contar y cómo hacerlo. La película es imponente, poderosa y vertiginosa, aunque también por momentos demasiado manipuladora, con ciertos golpes bajos hacia un espectador que a esa altura ya es una suerte de rehén del talentoso director.
El joven realizador húngaro apela a un seductor despliegue visual (la puesta en escena es descomunal) no siempre de la mejor manera y es probable que ciertos sectores del público salgan fascinados o irritados por una propuesta moralmente ambigua. En definitiva, una película que no sólo por su tema (mucho se ha escrito sobre las maneras de representación del Holocausto) sino también por su forma dará que hablar (y discutir). Mucho más si, como se prevé, dentro de pocas horas Nemes levanta la estatuilla dorada de la Academia de Hollywood.
(Esta crítica fue publicada en el diario La Nación del 25/2/2016)
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Muy buena. Muy cruel por momentos, desgarradora en otros. Uno desde la platea siente la misma asfixia que deben estar viviendo los personajes.
EL HIJO DE SAUL de László Nemes LA MUERTE DE DIOS Más cerca de "La Tregua" de Francesco Rossi que de "La Lista de Schindler" de Steven Spielberg, muy lejos de "La Vida es Bella" de Roberto Begnini, pero definitivamente emparentada con "El Pianista" de Román Polansky, no es un film más de guerra, ni un film sobre las maldades del nazismo. Los nazis casi no aparecen. Lo que si aparece es su nefasta obra, su administración de la muerte, su falso sentido disciplinario, del cual resulta un sometimiento a un voluntad superior, en este caso, organizada bajo la forma de un ejército armado con grandes campos de detención. Pero sobretodo, es un film sobre la condición humana, sobre los aspectos más despreciables de la misma. No olvidemos que el hombre siempre es el actor principal de todo atropello contra otros hombres, animales y toda forma en que se exprese la naturaleza. El discurso cinematográfico de Nemes parece querer recordarnos las consecuencias nefastas del proceso de masificación de una sociedad vaciada de objetivos. De que dicho vaciamiento es producto de la duda y la desorientación, y que dichos caminos conducen al nihilismo en su estado más puro, afirmando la muerte de Dios. COMENTARIO COMPLETO: http://thecharlysmovies.blogspot.com.ar