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Crítica de “Nueva York sin salida” (“21 Bridges”), de Brian Kirk, con Chadwick Boseman
Un thriller concebido con mucho oficio, aunque sin grandes sorpresas.
Nueva York sin salida (21 Bridges, Estados Unidos/2019). Dirección: Brian Kirk. Elenco: Chadwick Boseman, Sienna Miller, Taylor Kitsch, J.K. Simmons, Stephan James, Keith David, Victoria Cartagena, Gary Carr y Shayna Ryan. Guion: Matthew Carnahan y Adam Mervis. Música: Alex Belcher y Henry Jackman. Fotografía: Paul Cameron. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 99 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas.
Un grupo de policías llega a una vinería para detener un asalto, pero las cosas no salen según lo esperado: siete uniformados terminan muertos luego de una intensa balacera con los ladrones. El encargado de atraparlos será el detective Andre Davis (Chadwick Boseman), quien -como marca el género- carga con un oscuro pasado sobre sus espaldas. Durante la investigación descubrirá que no todo es lo que parece.
La premisa central de Nueva York sin salida podría reducirse al derrotero nocturno de Davis mientras la ciudad, por primera vez en su historia, está virtualmente aislada debido al cierre de los 21 puentes que la conectan. Con el reloj corriendo (tiene hasta la madrugada para resolver los crímenes), empezará a tirar de la punta de ovillo donde la corrupción, los negociados y el narcotráfico están a la orden del día.
Con buenas actuaciones de Boseman, Siena Miller (la compañera de Davis) y J.K. Simmons (el superior de ambos), Nueva York sin salida apela a un ideario urbano sucio y violento para redondear un policial que no depara muchas sorpresas durante sus ajustados 99 minutos, pero que administra con buen pulso la tensión y el suspenso. Se trata, entonces, de una película correcta aunque predecible, hecha por el director Brian Kirk (un veterano de decenas de series como The Tudors, Dexter, Luther, El imperio del contrabando, Game of Thrones y Penny Dreadful) con el oficio técnico y narrativo habitual de Hollywood. 
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Este film puede parecer fuera de época (hoy no se hacen muchos filmes que puedan enrolarse dentro de la categoría del ?policial negro?, incluso no carece de convencionalismos, no obstante ello, es un film que atrapa de principio a fin aunque parezca predecible e incluso, carezca de grandes estrellas en su casting. Lo que este film tiene es entretenimiento en estado puro. Y su argumento atrapa al espectador pese a su simpleza o previsibilidad. Todos los rubros están perfectamente atendidos. Su guión es consistente y prolijamente desarrollado, lo que se dice bien escrito, bien musicalizado, mejor fotografiado y por sobre todas las cosas, muy bien dirigido por un director que desde el comienzo sabe que pretende hacer con el material que va a narrar. Comienza con una escena donde nuestro héroe principal, Andre Davis, magníficamente interpretado por Chadwick Boseman (Black Panther), es suspendido por la policía por una causa relacionada con gatillo fácil. De hecho, Boseman lleva 7 muertes en su haber. Pero dado la falta de personal durante la noche y ante un robo que se ha perpetrado en Brooklyn donde han muerto un par de policías, es vuelto al servicio para que se haga cargo de loa investigación de los hechos. El film trata de un robo con sabor a traición. Como es habitual en el policial negro, la policía es parte del asunto. La trama comienza en la medianoche en las inmediaciones de un bar en Brooklyn. El bar ya ha cerrado y lo primero que el espectador se pregunta es que buscan esos dos tipos en un lugar tan alejado. La respuesta llega de inmediato. Allí funciona un puesto de distribución de cocaína. Los dos ladrones que entran a robar nunca pensaron que la cantidad de droga que iban a encontrar allí respondía a un lugar de distribución mayorista. Ellos, simplemente, pretendían cobrarse una vieja deuda. Lo raro es que el lugar se encuentra cerrado y sin custodia. Pero antes que logren llevarse un gramo, la policía llega al lugar. La balacera que se arma parece una guerra. Los héroes logran escapara camino a Manhattan. Esta escena inicial se lleva como 20 minutos de película que, para los amantes del cine de acción, no tienen desperdicio. El guión posee una trama principal con un par de derivaciones que es tratada con solvencia por el director Kirk, pero su lucimiento personal está logrado en la ambientación pesada de la noche neoyorquina, la situación de encierro que genera la Gran Manzana en las inmediaciones de Hell Kitchen, y por sobre todas las cosas, su claridad narrativa y la contundencia de sus escenas. No hay duda que dentro de su clasicismo, el film encuentra una forma narrativa que hace que Kirk parezca un director de cine muy experimentado aunque la mayor parte de su trabajo haya sido hecho para la televisión. No obstante, lo destacable, es la sequedad con que encara la mezcla de suspenso y violencia que se alternan sucesivamente a lo largo del film, atrapando y soltando al espectador en cada vuelta de tuerca que presenta el argumento. El titulo original es 21 puentes y representa el total de conexiones de la Gran Manzana (Manhattan) con el resto de las localidades que componen la ciudad de Nueva York (Brooklyn, Queens, Bronx y Long Island). Esos puentes son cerrados para evitar cualquier oportunidad de escape de los sospechosos. Desde un punto de vista cinematográfico, el cierre de los pasos concentra la acción íntegramente en la gran manzana, dando al escenario de la acción un marco de lujosa majestuosidad para una película que entretiene y cumple con su cometido.