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Fuerte polémica entre Juan José Campanella y Aristarain
El realizador de El hijo de la novia cuestionó a sus colegas de DAC por el comunicado que esa y otras tres entidades emitieron contra las políticas del INCAA. Adolfo Aristarain le contestó a Campanella, éste respondió y el debate en el sector se recalienta.
Publicada el 03/12/2007
Sin embargo, varios realizadores se comunicaron en las últimas horas con OtrosCines.com para dejar sentado su rechazo a los términos del documento de DAC. Uno de los que se opusieron al comunicado fue Juan José Campanella y luego estalló el debate entre el director de Luna de Avellaneda y Adolfo Aristarain.
A continuación, publicamos íntegramente todas las cartas de la polémica (hasta el momento, claro):
1- Carta que Campanella le envió a DAC
Estimados:
Acabo de recibir, un poco tarde, ya que no lo recibí de parte de la DAC, un comunicado que se presentó conjuntamente con SICA pidiendo una audiencia con la presidenta electa para pedir el recambio de las actuales autoridades del INCAA por alguien de "reconocida trayectoria en el ambiente cinematográfico local".
Tengo tantos problemas con este comunicado que no sé por dónde empezar. Me saldrá, por lo tanto, de manera desordenada.
1) La forma me parece de una desmesura y violencia exagerada. No estoy de acuerdo para nada en el tenor de los conceptos y en el corazón de la enorme mayoría de ellos.
2) Si bien me han llamado para cuanta reunión en la que se necesitaba tener un nombre y una cara reconocible, no sucedió lo mismo para este comunicado, del cuál no recibí ni siquiera copia. Me pregunto si fue el resultado de un debate interno o el fruto de una comisión que se arrostra la representación de todos.
3) El timing de este comunicado bordea lo traicionero.
4) Definitivamente, no estoy de acuerdo con que deba estar al frente del Instituto alguien de "reconocida trayectoria en el ambiente cinematográfico local". Todo lo contrario. Todos los que tenemos reconocida trayectoria, seamos de la generación que seamos, tenemos una posición tomada y simpatías definidas con respecto al cine que conviene hacer, y por lo tanto, nuestra presencia está viciada de parcialidad. La persona al frente del Instituto debe ser, como fue (José Miguel) Onaindia en su momento, o esta administración, personas que, queriendo y conociendo al cine, puedan superar desde la imparcialidad las rencillas, internas, chicanas, trenzas, amiguismos, envidias, posiciones teóricas o prácticas, a las que nuestro "ambiente local" nos tiene acostumbrados, y de los cuales este comunicado es un destacadísimo ejemplo.
5) Pedir una política, ley, apartado, decreto u ordenanza municipal que pretenda hacer volver al público a ver cine argentino es no sólo un ejercicio en futilidad sino que además es patético. "Por favor, Señora Presidenta, nosotros no somos capaces por nuestra cuenta de hacer una película que valga la pena, ¿no puede usted hacer una política que obligue a los argentinos a que se las traguen igual?". El público va a volver cuando los que hacemos cine le demos películas que tengan el mínimo indispensable para ser de interés a alguien con quince pesos en el bolsillo. Ninguna película en los últimos años ha generado interés y calidad al mismo tiempo, por lo que el apoyo a algunas por sobre las otras hubiera producido exactamente el mismo resultado: el alejamiento del público.
6) No creo que la cantidad de películas sea mala, excesiva o deba reducirse. Todo lo contrario, cuatas más películas se hagan, más chances hay de que salga alguna buena. Por otro lado, ¿quién es la "reconocida figura de nuestro ambiente" que tiene la suficiente autoridad intelectual o cinematográfica como para decir qué cine hacer y cuál no? Tiemblo en pensar una terna de opciones.
7) Quiero dejar constancia que no filmo desde el año 2003, por lo cual mi interacción con esta administración desde lo profesional ha sido prácticamente nula. No quiero en esta carta rebatir más puntos de los arriba expuestos, pero sí dejar constancia de mi opinión que el alejamiento del público de nuestras salas no sólo no es culpa de esta administración, sino que es causa de sus desvelos.
Un abrazo a todos y a ver si la próxima vez mostramos un poco más de elegancia, aunque más no sea en la redacción.
Juan José Campanella
2- Respuesta de Campanella a las objeciones que Adolfo Aristarain hizo a sus opiniones precedentes
Señores:
Lamentablemente, yo mandé un e-mail privado a la DAC, con copia a dos colegas, y ningún periodista, y el señor Aristarain decidió hacerlo público.
De nuevo, como hace un par de años, lejos de mí está generar un debate público con tal venerable figura de nuestro cine, pero por lo menos, como para que haya una aclaración de mi posición, y si este debate se torna público no tenga que contestar llamados de prensa, aclaro algunos de sus puntos. Perdón por la intromisión en sus casillas de correo.
Dice el señor Aristarian: "Lo siento por ustedes que compartan tal disparate, ignorante de lo que sucede y de lo que pueden ser soluciones a la industria. En otros países, es la gente de cine la que maneja y decide la producción. Con criterio, conocimiento y con imparcialidad, porque son profesionales y tienen valores morales que evitan que interfieran sus intereses con las decisiones a tomar. No hay por qué pensar que la vieja historia volverá a repetirse."
Contesto: Sí, definitivamente yo no sé nada de la industria de cine argentino. Y como soy un asno que no conoce a nadie le pediría al Señor Aristarain que por favor diga tres nombres de personas que el juzga que tienen valores morales que eviten que interfieran sus intereses con las decisiones a tomar. De cualquier manera y anticpándome a lo que escriba, afirmo que el resto de su carta es una negación de este principio. Es toda una afirmación de que él elegiría películas como las que hace él.
Dice el señor Aristarian: Es falso decir que cuantas más películas se hagan, mejores películas tendremos, cuando se ha montado una subindustria de películas vergonzosas que se aseguran un subsidio que les cubre el costo sin necesidad de que el público las vea.
Contesto: Permitaseme estar en desacuerdo. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Estoy de acuerdo en desarmar esa sub-industria, No en limitar la cantidad de películas a realizar. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Por ejemplo, la película Roma, que juzgo muy buena, fue una película carísima con un magro resultado en taquilla, cosa que le puede pasar a cualquiera ¿Está bien subsidiarla? ¿No está bien? ¿Cuál es la cantidad de personas que debe obtener una película para gatillar los subsidios?
Dice el señor Aristarian: "El Incaa tiene que funcionar como una gran productora. Determinar cuánto recauda y establecer partidas para tres o cuatro tipos distintos de películas, de distintos costos, con la exigencia de que cumplan con tener un mínimo de espectadores."
Contesto: O sea que las películas recibirían el dinero UNA VEZ TERMINADO SU RECORRIDO COMERCIAL. Pregunta: ¿Cómo se harían esas películas? ¿con qué dinero? ¿Préstamos puentes con algún banco? Otra pregunta que no me queda claro, y cuya respuestas ignoro (ya establecimos que soy un ignorante, cosa que comparto): ¿cuál sería ese mínimo de espectadores?
Dice el señor Aristarian: "Y el mercado no acepta, no tiene lugar para más de 40 películas argentinas al año."
Contesto: ¿Cómo llegó a este guarismo? Comparta la fórmula, por favor. Porque sin saberla, no estoy de acuerdo. No conozco a NADIE, y conozco mucha gente, que tenga una cuota interna de películas argentinas a ver por año. O por semana. Esto de que si se estrenan cuatro películas argentinas por semana se cancelan entre sí, me parece poco racional. Nadie dice "Yo veo tres o cuatro películas argentinas por año. Más no." ¡El público va a ver la película que quierel, y no se fija si en la misma semana se estrenaron películas de la misma nacionalidad. De cualquier manera, y con ánimo de especificar el debate: ¿cuáles serían las 40 películas de este año que hubiera elegido? Yo reconozco que no puedo tomar esa decisión. ¿quiénes serían los directores que se quedan afuera? Con ese criterio, ¿se hubiera podido hacer La Ciénaga, Mundo Grúa, El Otro? Usted, leyendo el guión de El Otro quizás no le hubiera dado el subsidio. Sin embargo, ganó Berlín, que es más de lo que usted y yo podemos decir de nuestras películas.
Dice el señor Aristarian: "Es verdad que no se puede obligar al público a ver cine argentino, pero sí se puede exigir calidad técnica. Los festivales están empezando a verse imposibilitados de armar una programación de cine latinoamericano porque la calidad es deficiente. El cine existe por el público. No se puede hacer lo más fácil que es no contar nada. El compromiso es en primer lugar entretener y atraer. Cuando eso se consigue, no hay límites para lo que se quiera decir o contar y como contarlo."
Contesto: TOTALMENTE DE ACUERDO. Hablando la gente se entiende. ¿y qué tiene que ver el Instituto con esto? ¿En qué puede afectar el cambio de autoridades del Instituto a la calidad del cine peruano? O a la del argentino. Por más que el director del Instituto sea un profesional, pongamos que fuera usted, si es que se considera apto, ¿qué podría hacer para que de repente los directores argentinos empiecen a dirigir mejor?
Dice el señor Aristarian: "Las películas se hacen con personal técnico competente y con actores. Por eso existen los sindicatos y las asociaciones y se pide el libre deuda a cada productora. ¿Acaso hay que estar a favor de las cooperativas truchas? Lo que corresponde es que los técnicos cinematográficos tengan los mismos derechos que los de cualquier otra industria. Y tienen que vivir de su sueldo."
Contesto: Totalmente de acuerdo. Ni mencionaba este punto en mi carta. Quizás un criterio para dar créditos del Estado es que sea a películas que paga el 100% de lo que exigen los sindicatos. Yo sigo desconfiando de que haya alguna persona, cualquiera sea, que me diga si mi película vale la pena o no hacerse. Quizás lo interesante y justo sería establecer criterios claros, que no estén sujetos a la opinión de nadie.
Dice el señor Aristarian: "La solución es aumentar los topes de los subsidios. Terminemos con un cine amateur hecho de espaldas al público y que estafa a los trabajadores."
Contesto: ¿Usted cree que esa es la solución? Yo no. No creo que ninguna de las películas hechas en los últimos 80 años de la historia del cine argentino fuera mejor o peor de acuerdo a cuánto fuera el monto del subsidio. ¿Cómo funciona el proceso creativo de esa manera? Supongamos que como director me encuentro frente a una escena en la que no sé dónde poner la cámara. ¿Variaría la posición de ella si me dan el 35% o el 20 de subsidio? Lo mismo lo podria aplicar a la calidad del guión, dirección de actores o preparación. Estoy de acuerdo en aumentar el nivel técnico en todo lo posible. Creo por otra parte que el nivel técnico del cine argentino es muy bueno. Quizás no los contenidos. Insisto, estoy de acuerdo en que el problema es la falta de películas de interés para el público, pero no creo que eso se pueda mejorar con políticas de estado.
Dice el señor Aristarian: "Hay que exigir que el que quiere hacer cine tenga antecedentes que le permitan encarar la realización de un largo con solvencia. Elemental, aunque unos cuantos improvisados se queden afuera."
Contesto: Temo estar en desacuerdo nuevamente. Y fíjese que ni siquiera me quejo por quedar afuera. Creo que a esta altura he probado que puedo hacer un largo con solvencia. Pero con ese criterio, nunca hubiera podido ver El Ciudadano, La Ciénaga, Mundo Grúa, Pizza Birra Faso, Nueve Reinas, y dejémosnos de falsas modestias, El Mismo Amor, La Misma Lluvia y La Parte del León. Es verdad que es una lotería. En el cine es tan importante la mano del director que es difícil juzgar el futuro de una película por su guión. El miedo es que por cada improvisado que quede afuera, también quede afuera el próximo Aristarain.
Dice el señor Aristarian: "No es momento para la elegancia inocua."
Contesto: No se crea. Siempre es momento para la elegancia. Puede ser que sea inocua, pero acerca a las partes. Puede ser que no logre ningún resultado, pero la grosería, la altanería, la prepotencia, y el resentimiento siempre influyen para peor.
Dice el señor Aristarian: "Hay que salir de la burbuja en que algunos se refugian y ver la realidad de la industria que prácticamente ha dejado de serlo. Se trata de estar con la corrupción o mala administración o de estar en contra."
Contesto: Epa, epa. La mala administración es una cosa. La corrupción es otra. No mezclemos, por favor. La ineficiencia no está penada por la ley, la corrupción sí. La ineficiencia puede ser conversada y mejorada. La corrupción, no.
Dice el señor Aristarian: "Las ironías ramplonas son el resultado de la peor ignorancia de lo que está sucediendo, o de la defensa interesada de un sistema probadamente parcial e injusto e indiscriminado que sólo favorece a ciertos grupos de poder."
Contesto: Reconozco que esta frase me parece incomprensible, o por lo menos, contradictoria. Usted siempre habla de los "grupos de poder". Recuerdo, cuando peleábamos por la ley de protección al cine nacional, que usted no participó de esa lucha porque beneficiaba a los "grupos de poder" (En un reportaje en Página 12, que seguramente se podrá encontrar en Google). Ahora veo una contradicción. Por un lado está propugnando la eliminacíón del cine independiente, del cine de gente nueva, del cine alternativo de espaldas al público. Por el otro lado dice que esta política ayuda a los grupos de poder. ¿Ariel Rotter es un grupo de poder? ¿Celina Murga? ¿Juan Villegas? ¿Cuál es el grupo de poder al que se refiere?
Mi carta original a la DAC, que no aspiraba a ser pública, sólo marcaba mi bronca por haber utilizado un ente que debería dedicarse a aplicar políticas que abarquen a todos los directores, para propugnar un retorno a la vieja política, pre-autarquismo, que gane el más fuerte, que no se cumplan las leyes, que se haga el cine que yo quiero y no el otro. No es esa la función de la DAC. También marqué que ningún miembro de SICA que yo conozca estaba al tanto de esa carta, ni de ese pedido de remoción. No aspiraba a tornar público este debate. A usted, en cambio, este quilombo le gusta. Ojo, que no por arrastrarnos a una pelea de vedettes va a tener más gente en el cine.
Un abrazo
Juan Campanella
Nota de la redacción: en las últimas horas, OtrosCines.com ha recibido denuncias anónimas (los remitentes que figuran, entre otros, son Marta y Marcelo Ferrari, seudónimos de supuestos empleados actuales del INCAA) en el que se formulan gravisimas acusaciones contra personas como Pablo Rovito y Juan José Campanella por su miniserie Vientos de agua. Más allá de que hay en dichos correos electrónicos algunas precisiones, como números y detalles de expedientes oficiales del propio Instituto, este sitio tiene como política editorial no publicar denuncias anónimas. Quienes dicen tener las pruebas sobre irregularidades en el manejo de los fondos públicos en beneficio de productores y directores deberían concurrir con ellas a la Justicia.
Diego Batlle
PD (miércoles 5 de diciembre): El propio Campanella decidió salir a contestar de forma pública las acusaciones de esta denuncia anónima. Por lo tanto, aquí publicamos su descargo. En el sitio La Lectora Provisoria han publicado la denuncia.
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