Críticas
El mundo es grande y la salvación está a la vuelta de la esquina, de Stephan Komandarev
Abuelito dime tú...
Una película búlgara que, más allá de ciertas exageraciones y banalizaciones, resulta una gran oportunidad cinéfila en la poco diversa cartelera comercial.
No soy un fan del cine balcánico (ya sé, no es un género y, por lo tanto, no se puede generalizar, y allí está además la producción rumana como para desmentir cualquier prejuicio) y, en varios aspectos, este film de Stephan Komandarev adscribe a cierta grandilocuencia, banalización, exageración y efectismo que caracteriza a buena parte de la producción de ese origen. Pero, más allá de sus excesos, superficialidades y simplificaciones (abarca demasiado y profundiza poco), igual considero a El mundo es grande y la salvación está a la vuelta de la esquina como una película valiosa, de esas que merecen ser vistas y discutidas.
El film está narrado con permanentes saltos temporales (va y viene entre la Bulgaria comunista y la actual) y se centra en las desventuras de tres generaciones (abuelos, padres, hijo) de una familia común, cuya existencia -marcada en muchos casos por la tragedia- acompaña los bruscos cambios sociopolíticos del país.
La historia tiene como protagonista a un joven que sufre una amnesia total tras un accidente automovilístico que termina con la vida de sus padres: no sólo no recuerda nada del choque sino que ha perdido todos sus recuerdos. Será entonces con la ayuda de su carismático abuelo -campeón de backgammon- que irá redescubriendo su pasado en un viaje de dimensiones espirituales a bordo de una bicicleta, mientras el director apuesta por constantes flashbacks para describir las represivas condiciones durante el régimen comunista y los intentos de muchos búlgaros de exiliarse -sin demasiada fortuna- en la Europa occidental.
Esta tragicomedia va de lo íntimo a lo social y trabaja -a veces con sensibilidad y humor, en otras con trazo grueso y subrayando lo innecesario- temas muy diversos y centrales en cualquier hombre como la memoria, el exilio, la muerte o el amor.
Con buenos actores, una puesta en escena convincente, bellas imágenes y una búsqueda por emocionar sin golpes bajos, El mundo es grande y la salvación está a la vuelta de la esquina nos permite acercarnos a una realidad, un tiempo y un lugar poco frecuentados en la cartelera comercial porteña. Por eso, y más allá de los reparos apuntados, esta más que digna película búlgara es una oportunidad para no desaprovechar.
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