Festivales

Conociendo a los directores de la Competencia Argentina: Martín Benchimol y Pablo Aparo (“El espanto”)

Provocadora película en la que, afirman sus realizadores, "se cruzan las mitologías, el esoterismo y también las concepciones de la familia y la sexualidad".

Publicada el 16/04/2017


Sinopsis / reseña (del catálogo del festival):
En un recóndito pueblo de la Argentina, los remedios caseros reemplazan a la medicina tradicional. Toda dolencia es tratada por los vecinos excepto “el espanto”, una rara enfermedad que solo es curada por un anciano, a quien nadie se anima a visitar.

Una ambulancia se abre paso en la tierra e ingresa a El Dorado. Con ella entra la cámara a este pueblo que parece estar dominado por las afecciones más diversas pero que, a la vez, maneja sus propias curas. Prácticas de todo tipo en manos de especialistas de la palabra, los movimientos y las invocaciones. En ese contexto, tanto quien los retrata como los médicos revis- ten igual grado de extranjería. Personajes misteriosos, enigmas insondables, todo próximo al disparate pero sin hacer de eso una parodia sino un retrato equidistante, que nos muestra la vida de un pueblo encerrado en sí mismo, constructor de sus propios males y sus antídotos, de su mitología y sus personajes. Y que se permite el humor en primera persona, entre testimonios, aparecidos y esoterismos varios.


Martín Benchimol y Pablo Aparo: Martín nació en 1985 y Pablo en 1986, ambos en Buenos Aires. Estudiaron diseño de imagen y sonido en la Universidad de Buenos Aires. Su primer largometraje en conjunto, La gente del río (BAFICI 2013), fue exhibido y premiado en numerosos festivales internacionales.


-¿Cómo definirían la película?

-Martín Benchimol: Creo que es una película sobre misterios y sobre cómo una comunidad recóndita intenta construir certezas sobre esos misterios. Ahí se cruzan las mitologías, el esoterismo y también las concepciones de la familia y la sexualidad.

-Pablo Aparo: Por mi parte agrego que es una película que resalta las contradicciones en las construcciones individuales y colectivas de esta sociedad particular, que trata de mantener ocultos ciertos temas a la mirada externa, forastera.  


-¿Cuáles fueron las principales búsquedas y desafíos que se plantearon al hacerla?

-M.B: La búsqueda fue nutrirnos al máximo de nuestros personajes sin juzgarlos. Creer ciegamente todo lo que veíamos y nos contaban. El gran desafío fue cuidar su intimidad, pero a su vez dar cuenta de ella. 

-P.A: Lograr la intimidad necesaria fue un desafío constante. Nuestra película anterior nos dio herramientas para poder cruzar ciertos umbrales y adentrarnos en sus vidas desde un lugar de respeto y confianza.


-¿Cómo fue el proceso de producción y con qué apoyos contaron?

-P.A: Comenzamos en 2013. En un principio pensamos un modo de producción más "industrial" tratando de armar una buena investigación para luego hacer el rodaje de un tirón. Pero la realidad fue que las visitas previas nos fueron dando mucho material y se fueron convirtiendo en la forma de abordar el proyecto: con equipo reducido, muchas visitas a lo largo de dos años y editando a medida que filmábamos.

-M.B: Participó en Cinergia Lab (Costa Rica), que es un laboratorio de desarrollo de proyectos. También participamos del laboratorio de WIP Doculab.9 en el Festival Internacional de Guadalajara, que es un encuentro donde se analizan películas en etapa de montaje. Para producirla contamos con el subsidio de INCAA, y luego del Fondo Metropolitano para la posproducción.  


-¿Cómo ven al BAFICI y qué cuestiones debería modificar (o al menos rever) de cara al 20° aniversario del año que viene?

-M.B: El BAFICI es un evento que siempre disfruté mucho. Creo que se ha generado un hábito en el que, durante el festival, el público se aventura a ver películas que no vería en otro contexto. Personalmente me cuesta enfrentarme con la inmensa cantidad de películas para elegir. Pero ese es el espíritu del festival, y envidio a aquéllos que pueden lidiar con el programa. En cuanto a qué modificar, la verdad no sabría qué responder.

-P.A: Lo bueno de BAFICI también puede ser lo malo. La programación es enorme y muchas veces uno termina viendo películas que nunca hubiera pensado ver. Así se puede llevar grandes sorpresas. Personalmente creo que para abarcar la gran oferta que tiene, quizá debería durar un poco más. Poder contar con más horarios de manera de no privilegiar unas películas por sobre otras. Imagino que debe ser una logística muy difícil, pero con más tiempo quizá pueda ser un poco más accesible. De todos modos es un marco increíble. Con La gente del río el recorrido de festivales casi que terminó en BAFICI. Con ésta es todo lo contrario. Va a ser una experiencia completamente diferente.


-¿Cómo ven el actual panorama del cine autoral e independiente argentino?

-M.B: Creo que hace varios años el cine autoral e independiente viene siendo muy efervescente. Por muchos motivos. Por un lado, las vías digitales, los nuevos formatos de grabación, las nuevas plataformas de exhibición.

-P.A: Muy pocas producciones terminan siendo 100 por ciento independientes, porque es muy difícil hacer cine sin ayuda del estado tanto en nuestro país como en todas partes. Requiere de un gran compromiso, tiempo y capital a los que no todo el mundo puede acceder. Sin embargo, las nuevas vías de exhibición y los bajos costos de la era digital van abriendo caminos. Lo autoral está muy presente en un alto porcentaje del cine que se produce. Ahora abriéndose a otras ventanas, como el cine de género. Creo que es un aspecto que identifica al cine argentino y por eso se lo respeta. De todos modos, que sea independiente no es sinónimo de autoral.


-El cine argentino atraviesa un momento complicado en materia de exhibición, con muchos estrenos semanales y pocas pantallas disponibles. ¿Qué papel cumplen los festivales en ese contexto? 

-M.B: Los festivales son una ventana de exhibición maravillosa. A todos nos gusta que se vea nuestro trabajo, y el clima de festival es especial. Pero más allá de eso, hace tiempo que el cine argentino se debe una mayor apuesta a la hora de lanzar las películas en sala comercial. 

-P.A: Es algo frustrante que uno le dedique tanto tiempo a realizar una película pensada para exhibir en salas y que sólo se proyecte contadas veces en festivales y/o pantallas comerciales. Si bien ahora se incorporan nuevas ventanas como el VOD, uno sueña con que los espectadores puedan sacar provecho de la experiencia de verla en un cine con pantalla grande y buen sonido. Los festivales ayudan a que esto suceda, dan cierto aval para que la gente se acerque a verla. Pero, como dice Martín, lo ideal sería poder contar con una mayor posibilidad de exhibición por fuera de los festivales.


-¿Qué medidas creen importante implementar para paliar esta situación desde el ámbito público (el INCAA, por ejemplo) o el privado?

-M.B: El Instituto es sin duda un organismo excepcional, vital para nuestro cine. El problema -previo a la actual gestión- es que se concentran los recursos en la producción y se ignora la distribución. Entonces, al terminarse la película, caemos en la jungla de la publicidad en la que, evidentemente, pisan fuerte las producciones asociadas a la TV. Creo que deberíamos pensar el proyecto de película finalizado en las salas, no en la copia A. Por otro lado, estaría bueno que gane importancia el desarrollo de los guiones, que es la génesis de todo proyecto. En este sentido, el nuevo Plan de Fomento sí tiene una propuesta que espero que funcione.

-P.A: Si bien este nuevo Plan de Fomento tiene algunos puntos favorables, había ciertas esperanzas de que ayudase a realizar ciertas campañas de promoción de las películas que se producen. Se incorporó Odeón a la posibilidad de estrenos, pero no soluciona el hecho de dar a conocer los proyectos que se realizan de forma masiva. Lo raro quizá no es simplemente que no den ayudas a la difusión, sino el hecho de que no permitan que uno presente gastos de publicidad. El ambiente privado sólo va apoyar aquellos proyectos con recuperación asegurada. Entonces, los pequeños productores y directores dependemos sí o sí de la ayuda del Instituto para mostrar lo que hacemos. Espero que en algún punto esto se mejore: dando más espacios de exhibición, bajando la cuota de pantalla y siendo más flexibles con los que no contamos con la espalda de los grandes medios.




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