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Crítica de “Kontinental´25”, película de Radu Jude - #Berlinale2025 (Competencia Oficial)

El director de Everybody in Our Family, Aferim!, Corazones cicatrizados (Scarred Hearts), The Dead Nation, I Do Not Care If We Go Down in History as Barbarians, Uppercase Print, Sexo desafortunado o porno loco y No esperes demasiado del fin del mundo estrenó su nuevo largometraje en la disputa por el Oso de Oro de la muestra alemana.

Publicada el 19/02/2025

Kontinental '25 (Rumania/2025). Guion y dirección: Radu Jude. Elenco: Eszter Tompa, Gabriel Spahiu, Adonis Tanța, Oana Mardare y Șerban Pavlu. Fotografía: Marius Panduru. Edición: Cătălin Cristuțiu. Duración: 109 minutos. En Competencia Oficial (estreno mundial).

Radu Jude se consagró en la Berlinale 2021, la de la pandemia, la de las proyecciones online, al ganar el Oso de Oro con Sexo desafortunado o porno loco, una película que se arremolinaba de manera audaz en torno a una situación fundacional: una profesora de secundaria graba un video sexual con su marido y este lo sube a Internet provocando entonces toda una serie de contratiempos para la mujer. En Kontinental ’25 todo empieza también a partir de un hecho que desata el caos: seguimos a un hombre sin hogar que deambula por las calles de Cluj, por un parque de dinosaurios mecánicos que rugen y mueven la cola, junto a la fuente en una plaza donde un robot con forma de perro lo incordia bajo la mirada burlona de la gente, por un descampado, etc.

Diríamos, por la perseverancia del cineasta a la hora de filmar a este hombre, que él es el protagonista de la película. Y, de alguna manera lo es; solo que, al cabo de un rato, vemos cómo llega una brigada policial a desalojarlo del sótano donde duerme; y, cuando los oficiales lo dejan solo apenas por un momento, él se enrolla un cable al cuello, lo ata al radiador y tira de él hasta morir. Aquí comienza la película de nuevo, y ya no se sigue a un hombre, sino a la alguacil que acompañó a la brigada durante el desahucio.

Tras el incidente, ella tiene que renunciar a unas pequeñas vacaciones con su familia, y, sobre todo, lidiar con el duelo, por la persona muerta y por la violencia del sistema que se ha manifestado con tal brutalidad ante ella. Jude es quizá uno de los grandes cineastas de nuestra época y de hecho aborda aquí algunos de las principales amenazas de nuestro tiempos: la deshumanización, la carencia de vivienda, el auge del fascismo.

En un momento, Orsolya, la alguacil, habla con su madre. Lo hacen en húngaro, pues son de allá; y hablan precisamente de la Hungría de Orban y de Rumanía, de aquellos países de Europa del este aplastados por el neoliberalismo tras la caía del muro.

En la crítica de Blue Moon decíamos que Richard Linklater es un cineasta de la palabra. También lo es Jude, aunque de una manera diferente. Kontinental ’25 se articula por un lado a partir de la mirada de un cineasta que ha sabido comprender lo absurdo de nuestro mundo. Ahí emerge también la palabra, que determina la estructura de la película: son fundamentales las conversaciones de Orsolya con la madre, con un exalumno que trabaja como rider y recita eslóganes de la filosofía zen y finalmente con un sacerdote ortodoxo. En ningún lugar ella encuentra una respuesta que la reconforte ante lo que ha presenciado, el cuerpo de un hombre asesinado por el capital, porque no hay palabras posibles para reconstituir eso.

En Kontinental ’25 hay absurdidad, pero también hay un fuerte signo de fatalidad. No en vano, el cineasta cita a El desvíoDetour, una de las mejores películas de cine negro, y una suerte de oda a la fatalidad a partir de la figura de un pobre hombre abocado a la desgracia. En una escena de la genial película de Edgar G. Ulmer, una mujer fallece tras enredársele el cable del teléfono al cuello. Esa muerte pesará sobre la existencia del protagonista. Algo similar sucede en Kontinental ’25. Ulmer –un genio alemán emigrado a los Estados Unidos, donde, según cuentan, se vio abocado a dirigir películas de serie B tras un lío amoroso– fue un maestro del cine de bajo presupuesto. Y Jude también lo es. En Kontinental ’25, Jude hace mucho con muy poco: retrata las contradicciones de una época llena de incertidumbres, filma lo lúdico y lo siniestro, y hace de la ciudad de Cluj algo más que un mero telón de fondo.


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