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Crítica de “La calle del terror - Parte 3: 1666”, de Leigh Janiak (Netflix)
La trilogía de terror cierra yendo al pasado para conocer los orígenes y resolver de manera satisfactoria los enigmas que habían quedado pendientes en las dos primeras entregas.
La calle del terror - Parte 3: 1666 (Fear Street Part 3: 1666, Estados Unidos/2021). Dirección: Leigh Janiak. Elenco: Kiana Madeira, Ashley Zukerman, Gillian Jacobs, Olivia Scott Welch, Benjamin Flores Jr., Darrell Britt-Gibson, Sadie Sink, Emily Rudd, McCabe Slye, Julia Rehwald, Fred Hechinger, Jordana Spiro y Jordyn DiNatale. Guion: Leigh Janiak, Phil Graziadei y Kate Trefry, basado en los libros de R.L. Stine. Fotografía: Caleb Heymann. Edición: Rachel Goodlett Katz. Música: Marco Beltrami, Anna Drubich y Marcus Trumpp. Duración: 115 minutos. Disponible en Netflix.
Tras Parte 1: 1994 y Parte 2: 1978, llega el ¿desenlace? de esta historia, aunque -apreciando con atención el cierre y teniendo en cuenta tanto la buena recepción crítica como su permanencia en el Top 10 de Netflix- es muy posible que solo estemos ante el final de la primera de varias trilogías o del inicio de una franquicia con múltiples derivaciones (pre/secuelas y/o spinoffs).
Está claro que la creación de la directora y coguionista Leigh Janiak basada en las novelas de R.L. Stine no ha venido a modificar los cánones del terror, pero ha reciclado y reactualizado varios elementos del slasher, del gore y de la vertiente religiosa con profesionalismo, esmero y amor por el género.
Esta tercera entrega (al menos su primera mitad, porque en su segunda parte deberá resolver los asuntos pendientes de toda la saga) nos lleva hasta 1666 y, más precisamente, a la aldea Union, donde la cosecha se pierde, las aguas se envenenan y se buscará un chivo expiatorio ante la sucesión de muertes, que no será otra -claro- que Sarah Fier (Kiana Madeira). Acusada de perversa, abominación y muchas otras cosas por su relación amorosa con Hannah Miller (Olivia Scott Welch), la hija del pastor del lugar, será ahorcada ante el desprecio generalizado del pueblo. En ese preámbulo (que remite en varios aspectos a La bruja, de Robert Eggers) residen las explicaciones sobre el origen del mal y el por qué de tantas cuentas pendientes y venganzas que han pasado de generación en generación.
Sobre la segunda mitad no vamos a ahondar demasiado para no romper el “hechizo” ni caer en spoilers, pero propone un regreso a las locaciones y personajes de las primeras dos entregas y le permite finalmente a la Ziggy de Gillian Jacobs (la protagonista de la serie Love) alcanzar el protagonismo con que venía amagando y ayudar a salvar a Shadyside.
Sin descollar, aunque un escalón arriba de sus dos precesoras, Parte 3: 1666 resulta un apropiado cierre (ya veremos si transitorio o definitivo) para una saga que, más allá de sus fórmulas, sus homenajes y sus referencias a veces un poco obvias, resulta un buen aporte dentro de la oferta de producciones originales de Netflix.
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