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Crítica de “Las motitos”, de Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal (Competencia Argentina) - #MarFilmFestival
Una de las películas más entrañables de esta 35ª edición del festival.
Las motitos (Argentina/2020) Dirección: Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal. Elenco: Carla Gusolfino, Ignacio Pedrone, Carolina Godoy, Erika Cuello, Miguel Ángel Simmons. Guion: María Gabriela Vidal. Fotografía: Marcos Rostagno. Música: Andrés Toch. Edición: Lucía Torres Minoldo y Marcelino Islas Hernández. Dirección de arte: Carolina Vergara. Sonido: Atilio Sánchez. Producción: Martín Paolorossi y Andrea Vitali. Duración: 84 minutos.
La niñez y la adolescencia de personajes femeninos –y con realizadoras detrás de las cámaras– es uno de los tópicos que atraviesa una buena porción de la programación del Festival de Mar del Plata. Así ocurre con Las Mil y Una, de Clarisa Navas, y Sophie Jones, de Jessie Bar, en la Competencia Internacional; y con Mamá, mamá, mamá, de Sol Berruezo Pichon-Rivière, y el documental Esquirlas, de Natalia Garayalde, en la Competencia Argentina. A esta última sección se suma ahora Las motitos, tercer largometraje de Inés María Barrionuevo (Atlántida, Julia y el zorro), en este caso codirigido junto a la escritora y guionista María Gabriela Vidal.
Basada en la novela de Vidal Los chicos de las motitos, la película transcurre durante el alzamiento de la policía de Córdoba durante diciembre de 2013. Un contexto particularmente peligroso para ese grupo de chicos de los suburbios capitalinos que andan en moto de baja cilindrada, visten gorritas con vísceras y alternan tiempo libre con actividades delictivas menores. Algo normal en el barrio, dado que nadie se sorprende demasiado cuando la policía se lleve detenido a uno de esos chicos.
El primer gran mérito de Las motitos es la naturalidad de su registro, la manera de romper un estereotipo social con peso de bronce en el cine argentino sin estridencias y haciendo de esos chicos lo que son: futuros adultos con dudas, con vidas duras, pero no por eso carentes de momentos de belleza y felicidad, como muestra uno de los desenlaces más recordables de esta edición festivalera.
Juliana (una extraordinaria Carla Gusolfino) tiene 15 años, vive con su madre y sus hermanas menores y es parte periférica de ese grupo ya que mantiene una relación con Lautaro. Un test confirma dos cosas: que Juliana está embarazada y que quiere abortarlo. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con qué dinero? ¿Hay que avisar a los padres? Todas preguntas que Juliana y Lautaro deberán resolver en el marco de un vínculo íntimo, con Barrionuevo y Vidal acompañándolos en sus decisiones.
Las motitos muestra un universo alejado del sector ABC1 donde suelen transcurrir las ficciones argentinas, haciendo de ese entorno un elemento condicionante de las vivencias de los personajes. Personajes que no son ni buenos ni malos, apenas inseguros y contradictorios. Hubiera sido muy sencillo ubicar a Lautaro –que quiere que aborte de la manera más barata posible- en el rol de villano, pero el chico actúa de buena fe, sin malas intenciones, intentando salir de la mejor manera posible de una situación que ni él ni ella eligieron.
El embarazo desata una crisis personal y afectiva que pone en juego los vínculos con sus familiares más cercanos: mientras la mamá de Lautaro permanece ajena llevando adelante su comercio y cuidando a los hermanos menores, la de Juliana es de esas mujeres fuertes e intuitivas que sospechan que algo no anda bien. A esa madre Juliana necesita más que nunca aun cuando la enfrente. Los matices alrededor de este vínculo, la naturalidad con que se plantea la cuestión del aborto y la notable fluidez del relato y de las interacciones humanas hacen de Las motitos una de las películas más entrañables de toda la Competencia Argentina.
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Muy buena película. La pareja protagónica genera empatía. Imposible no acompañarlos en su crecimiento, en su desamparo. Grandes actuaciones. Muy destacable también las historias que los acompañan. El vínculo con los padres, con los amigos. Altamente recomendable sin duda.
Me gustó muchísimo!! Sobre todo la naturalidad de la actuación de Carla Gusolfino, y entre los actores adultos la actuación de la madre de la protagonista, Carolina Godoy.
Excelente película. Excelentes todas las actuaciones, dónde resaltan Carolina Godoy y Carla Gusolfino. La temática, el ritmo y el trato de un tema tan profundo y presente, me dejan con las ganas de ver más. Felicitaciones!
Me encantó la película, muestra una realidad diaria de una manera natural,, y apunta a un cambio de paradigma social, no condenatorio, excelentes las actrices y actores