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Especial Mel Gibson: Críticas de “Dragged Across Concrete”, “Boss Level” y “Fatman”
Con 65 años recién cumplidos, Gibson pasó de ser la estrella de las sagas de Mad Max y Arma mortal, y un director de prestigio con films como Corazón valiente, La pasión de Cristo y Hasta el último hombre, a una figura poco menos que indeseable y víctima predilecta de la cultura de la cancelación. Más allá de sus muchas veces penosas declaraciones públicas, Mel sigue actuando y en este especial reseñamos tres de sus últimos trabajos, dos de ellos notables.
Mel Gibson cumplió este domingo 3 de enero 65 años en plena actividad, muy lejos del manto de olvido que intentó arrojarle Hollywood a mediados de la década de 2000, cuando al fracaso comercial de Apocalypto le sumó una sucesión de escándalos públicos que incluyó, entre otras delicias, conductas violentas y comentarios ofensivos hacia todos y todas. Judíos, mujeres, homosexuales, minorías étnicas: pocos estuvieron exentos de pasar por la lengua incendiaria del artista que probablemente más méritos haya hecho para ser víctima de la cultura de la cancelación.
Sin embargo, y si bien el brillo de su estrella no es el que supo ser, el protagonista de Mad Max es una bienvenida excepción a esa costumbre en cuyo horizonte está la voluntad de acallar cualquier voz disonante con las corrientes dominantes del pensamiento políticamente correcto. Los últimos dos años encontraron a Gibson con la agenda ocupada con media docena de películas cargadas de autoconciencia, poniéndose en la piel de personajes que dialogan directamente con aquellos que lo volvieron famoso. Algunas, como Entre la razón y la locura, llegó a estrenarse en salas; otras, hay que buscarlas por Internet. A continuación, entonces, una guía para empezar 2021 con una sobredosis de Mel Gibson.
-Dragged Across Concrete (Estados Unidos/2018). Dirección y guion: S. Craig Zahler. Elenco: Mel Gibson, Vince Vaughn, Tory Kittles, Laurie Holden, Jennifer Carpenter, Don Johnson, Michael Jai White, Udo Kier y Fred Melamed. Música: Jeff Herriott y S. Craig Zahler. Fotografía: Benji Bakshi. Duración: 159 minutos. Estrena el 29/1 en Amazon Prime Video ★★★★½
Comprada para un estreno en la Argentina que finalmente nunca ocurrió, Dragged Across Concrete es la tercera película de S. Craig Zahler, a quien solo dos largos previos -Bone Tomahawk y la extraordinaria Brawl in Cell Block 99, ambas vistas en el Festival de Mar del Plata- le bastaron para convertirse en uno de los directores más atendibles y con una de las miradas más personales en el actual panorama del cine estadounidense.
Lo suyo pasa por una relectura de géneros con una lente clase B, por sus (anti)héroes proletarios y nobles sometidos a situaciones extraordinarias, por narraciones que construyen su poética con paciencia, esmero y un control absoluto sobre lo que ocurre dentro del cuadro. Y por una particularísima manera de narrar. El dibujo de la flor con que Mariano Llinás describía la estructura general del film homónimo es perfectamente aplicable al devenir narrativo de toda su obra, incluida Dragged Across Concrete.
Todo arranca con un flamante ex presidiario regresando a su casa para descubrir que la situación durante su ausencia no ha hecho más que empeorar, con su madre prostituyéndose para ganar algo de dinero y mantener a su hermano menor discapacitado. Corte a un operativo policial donde dos oficiales recuperan un botín de drogas de una manera no precisamente ortodoxa ¿Quién es el hombre del principio? ¿Cómo se relaciona con todo lo que viene después? Paciencia: se dijo, Zahler es de esos directores inmersivos que agarran al espectador de la nariz y no lo sueltan hasta dos horas y pico después.
Ridgeman (Mel Gibson) y Tony (Vince Vaughn) reciben una suspensión de seis semanas luego de la filtración de un video de aquel operativo. Una pésima noticia para ambos, en especial para el primero, cuya intransigencia metódica, digna un policía “duro”, de otra época, le ha impedido ascender en el escalafón de las fuerzas. Harto de vivir junto a su mujer y su hija en un barrio peligroso y de que no se reconozca con plata su trabajo, decide que es hora de poner manos a la obra robándole el botín a un poderoso narcotraficante.
Lo que sigue es un policial que da vuelta como una media los códigos del género, una buddy movie asordinada y con una comicidad deadpan y graciosísima -Vaughn y Gibson son la pareja despareja con más química que se haya visto en años- que construye un universo brutal, hiperviolento y desencantado, la contracara triste y amarga de la festividad cinética de Arma mortal.
-Boss Level (Estados Unidos/2020). Dirección: Joe Carnahan. Guion: Joe Carnahan, Chris Borey y Eddie Borey. Elenco: Mel Gibson, Naomi Watts, Frank Grillo, Will Sasso, Annabelle Wallis, Michelle Yeoh, Ken Jeong, Michael Tourek y Meadow Williams. Música: Clinton Shorter. Fotografía: Juan Miguel Azpiroz. Duración: 100 minutos. ★★★★✩
El recorrido gibsoniano ya se detuvo en el policía desencantado y corrupto de Dragged Across Concrete y el Papa Noel alcohólico y harto de los chicos de Fatman (ver reseña más abajo). La parada final es el extraordinario villano que compone en Boss Level, una película que muestra que una premisa remanida (un loop temporal hace que el protagonista se despierte el mismo día) tiene mucha tela para cortar.
Dirigida por Joe Carhagan (La última carta, Brigada A), aquí padece lo mismo que Bill Murray en Hechizo del tiempo y Tom Cruise en Al filo del mañana es Roy Pulver (Frank Grillo, todo fibra y energía). Todas sus mañanas son iguales, tal como muestra una secuencia de inicio precedida por una placa con letras de estética 8-bit (toda una declaración de principios sobre su estructura narrativa gamer) que avisa que es el intento 141: apenas se levanta de la cama con una bella señorita al lado, un enmascardo intenta cortarle la cabeza con un cuchillo y un helicóptero dispara toneladas de balas sobre las paredes vidriadas de un departamento.
¿Qué ocurrió antes, en eso que Roy define como un lejano ayer? Visitó a su ex mujer (Naomi Watts) en el laboratorio de la poderosa empresa para la que trabaja. Allí la situación fue extraña, con ella visiblemente alterada por razones que Roy no pudo saber pero que involucran al maquiavélico jefe de ella, Clive Ventor (Gibson).
A los inevitables pasos de comedia de este tipo de películas, con Roy replicando una y otra vez las mismas situaciones, Boss Level le suma una trepidante sucesión de escenas de acción espectaculares e imaginativas, dado que en cada “nueva vida” Roy llega un poco más lejos en su intento por develar el misterio. Un misterio que tiene múltiples factores en juego, entre ellos un vínculo lejano con su hijo que nunca logró remediar, dándole a la última media hora de esta película-montaña rusa una espesura dramática que la empuja al noble terreno de la emotividad genuina.
-Fatman (Estados Unidos/2020). Dirección y guion: Eshom Nelms y Ian Nelms. Elenco: Mel Gibson, Walton Goggins, Marianne Jean-Baptiste, Chance Hurstfield, Shaun Benson y Paulino Nunes. Música: Mondo Boys. Fotografía: Johnny Derango. Duración: 100 minutos. ★★½
La idea de un Papá Noel gruñón, hosco, desencantado y alcohólico no es original. De hecho, cuesta no asociarla a esa enorme comedia llamada Un Santa no tan santo (2003). Pero si el hombre de risa sonora tiene la barba canosa, la pesadez y la mirada cristalina y penetrante de Mel Gibson, el asunto automáticamente toma otro color. Al menos en los papeles.
La película arranca bien, tomándose para la chacota con un argumento absurdísimo vinculado a un chico millonario de 12 años que, enojado por haber recibido un carbón como regalo de Navidad, contrata a un sicario para matar a Papa Noel. Pero el viejo está en otra, viviendo en Alaska con su mujer, a cargo de un grupo de elfos que trabaja en su taller (haciendo juguetes y otras cosas) e insultando al gobierno de Estados Unidos por lo poco que le pagan por su labor anual.
Por su predilección por los tiempos muertos, su apetito narrativo y su cosmovisión deliberadamente pesimista, Dragged Across Concrete era un policial original e irreverente. Esa irreverencia es la que le falta a Fatman, que tenía todo para ser una comedia corrosiva y políticamente incorrecta (¡Papa Noel fabricando armas!) pero nunca termina de decidirse si quiere ser eso o una fábula navideña módicamente desparpajada, en la línea de Mi pobre angelito. La indecisión deriva en una película fallida, con buenas ideas pero incapaz de llevarlas adelante.
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