Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Nomadland”, con Frances McDormand + Entrevista a la directora Chloé Zhao
-Ganó el León de Oro en la Mostra de Venecia y el Premio del Público en el Festival de Toronto, tiene 6 nominaciones a los Oscar, viene de arrasar en los BAFTA británicos y la cineasta de origen chino se convirtió en la segunda mujer en la historia después de Kathryn Bigelow en quedarse con la distinción del sindicato de directores (DGA).
-Llega finalmente a los cines argentinos el tercer largometraje de Zhao, que cuenta con una (otra) brillante actuación de Frances McDormand.
-Además, MUBI acaba de presentar la ópera prima Songs My Brothers Taught Me (2015) de la realizadora de The Rider (2017).
Nomadland (Estados Unidos/2020). Guion, edición y dirección: Chloé Zhao. Elenco: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Swankie, Bob Wells y Derek Endres, Melissa Smith. Fotografía: Joshua James Richards. Música: Ludovico Einaudi. Distribuidora: Disney. Duración: 107 minutos.
Las vueltas de la vida hicieron que una mujer nacida en Beijing hace 38 años, formada en Londres y radicada luego en Los Angeles se convirtiera finalmente en una observadora tan curiosa, como impiadosa y sensible del lado B, de la contracara menos opulenta y glamorosa de la sociedad estadounidense. Su mirada de fuerte impronta documental -más allá de trabajar en el terreno de la ficción- ya había quedado plasmada en las valiosas Songs My Brothers Taught Me y The Rider, pero con su tercer largometraje Zhao se consagra en su triple rol de guionista, editora y, claro, directora.
Ambientada en 2011, la película arranca con un cartel que nos informa que el 31 de enero de ese año la empresa US Gypsum cierra -luego de casi 9 décadas- su planta de tabiques de durlock y yeso en Empire, Nevada. De ese pueblo fantasma parte a bordo de una destartalada mini van convertida en modesta casa rodante Fern (McDormand), una sexagenaria viuda y sin hijos que ha perdido a su marido, su trabajo y hasta su lugar de residencia.
Fern, una mujer de pocas palabras pero con ciertos rasgos de generosidad y solidaridad pese a los múltiples golpes de la vida, comenzará a seguir un circuito de trabajadores golondrina: preparar despachos en una planta distribuidora de Amazon, limpiar baños, cosechar papas, cocinar un restaurante... Esa existencia nómade la llevará de la nieve invernal de South Dakota al calor del desierto de Arizona y con cada empleo eventual, en cada estacionamiento, se irá reencontrando con otros hombres y mujeres que eligieron (o no tuvieron más remedio que adoptar) una forma de supervivencia similar.
Road-movie por la América profunda con todos los elementos definitorios del género, drama existencialista con una vuelta de tuerca espiritual (ella mantiene un par de charlas con el gurú del nomadismo Bob Wells, que se interpreta a sí mismo) con un halo de redención, Nomadland es una película de homeless (no en el sentido estricto de pobreza) que se alimentan de sandwiches y comida en lata, que buscan trabajos temporarios para mantenerse en pie, pero que a su vez en muchos casos reniegan de las imposiciones de la sociedad de consumo, del capitalismo salvaje y apuestan a un contacto más directo con la naturaleza, con algo de neo-hippies y discurso new age.
Inspirada en el libro de no ficción Nomadland: Surviving America in the 21st Century, de Jessica Bruder, Zhao construye una rara película que parece beber de fuentes tan diversas como la Kelly Reichardt de Wendy & Lucy, el Terrence Malick de los años '70, el Sean Baker de The Florida Project, la Agnès Varda de Los espigadores y la espigadora, pero también del humanismo de Ken Loach, del trabajo con no actores de la dupla Tizza Covi-Rainer Frimmel (en papeles secundarios aparecen trabajadores golondrina en la vida real) y de la crítica social de Michael Moore.
Más allá de algunos innecesarios excesos con la música de Ludovico Einaudi y algún regodeo de más con los atardeceres (la hermosa fotografía en pantalla ancha es de Joshua James Richards), Nomadland es una película de una sensibilidad, una potencia y una seguridad en sus recursos y búsquedas que impactan. Hay un atisbo de romance con Dave (el gran David Strathairn), pero Fern está buscando otra cosa: ciertas respuestas interiores, nuevos caminos y desafíos, algo parecido a la libertad.
Entrevista a la directora Chloé Zhao
(Publicada previamente en una versión más larga en el diario La Nación del 10/4/2021)
¿Quién es Chloé Zhao? ¿La que nació hace 39 años en esa inmensa urbe china que es Beijing? ¿La que pasó su adolescencia en la ciudad inglesa de Brighton? ¿La que terminó el secundario en un colegio público en Los Angeles mientras vivía sola en un diminuto departamento de un ambiente en el barrio de Koreatown? ¿La que estudió Ciencias Políticas en Massachusetts o la que egresó de la carrera de dirección de cine de la Universidad de Nueva York con Spike Lee como profesor? ¿Es acaso la que escribió y rodó dos bellos films independientes como Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017), la que aspira a título personal a cuatro premios Oscar por el guion, la edición, la producción y la realización de Nomadland o la que está dando las puntadas finales a la posproducción de un ambicioso largometraje de Marvel como Eternals, con Angelina Jolie y Salma Hayek al frente del elenco? La respuesta puede resultar obvia (ella es todo eso junto), pero también sirve para explicar aunque sea en parte la enorme sensibilidad, la particularidad, la ductilidad y la diversidad de su cine.
Ella ha roto ya todos los récords (y los techos de cristal) para una cineasta de origen asiático tanto en los Globo de Oro como en las nominaciones al Oscar ¿Se sumará el 25 de abril a Kathryn Bigelow, la única mujer que obtuvo hasta ahora la estatuilla de la Academia en la categoría de dirección? En charla vía Zoom desde su casa ubicada en Ojai, pueblito californiano de apenas 8000 habitantes ubicado en medio de las montañas Topatopa, a 130 kilómetros de Los Angeles, Zhao parece más preocupada porque sus dos perros no interrumpan la charla con sus inoportunos ladridos que en hablar de los logros de una temporada de premios que para ella comenzó en septiembre último, cuando ganó nada menos que el León de Oro en el Festival de Venecia y la distinción del público en Toronto.
-¿Cómo fue que llegaste a escribir el guion y a dirigir Nomadland?
-Fue Frances McDormand quien me llamó poco después de haber visto The Rider en el Festival de Toronto, donde ella estaba presentando Tres anuncios por un crimen y me propuso adaptar el libro. Es una historia que tiene que ver mucho con mi visión del mundo y además, viniendo de una actriz del talento de ella, era una invitación muy difícil de rechazar.
-¿Cómo una mujer nacida en China y que luego vivió en Inglaterra ha podido ahondar en el sueño americano y retratar la esencia más profunda de ese país?
-Soy una ciudadana del mundo (se ríe). Me siento tan a gusto entre los rascacielos de Beijing como en la reserva indígena de Pine Ridge. Lo cierto es que hoy ya no es tan extraño que una joven vaya a estudiar a otro país muy lejano y logre consustanciarse con la idiosincrasia de su lugar de adopción. En ese sentido, creo que el haber nacido en Oriente y vivir en Occidente me ha mejorado como narradora. A mí me fascina Estados Unidos porque tiene una diversidad geográfica, étnica y social únicas. Está lleno de injusticias y contradicciones profundas, pero es también una tierra de oportunidades, repleto de gente talentosa con la que he podido trabajar. Me inspira muchísimo. Solo extraño la comida china picante porque donde vivo no se consigue (se ríe). Amo el manga, la música de Michael Jackson y el cine de Wong Kar-wai, especialmente Felices juntos, que se rodó en Buenos Aires. En los casos de The Rider y Nomadland la decisión fue muy sencilla. Simplemente me pregunto si estoy decidida a dedicarle dos años de mi vida a esa historia. Si la respuesta es sí, me lanzo con todo, me sumerjo por completo en ese universo. En el caso de Nomadland, me fascinó la fuerte presencia de la naturaleza y el proceso curativo que conlleva ese viaje por todo Estados Unidos. También me sedujo la posibilidad de dirigir a Frances por un lado y a actores no profesionales, verdaderos trabajadores golondrina, por el otro.
-Muchos análisis hicieron énfasis en los aspectos más políticos de Nomadland ¿Te interesaron y coincidís con algunos de ellos?
-Está claro que en el libro de Jessica Bruder o en el discurso de Bob Wells hay una impronta política, una mirada sobre la economía, el capitalismo salvaje, el trabajo precario, pero para mí lo principal era poder capturar los aspectos más íntimos de esos personajes que buscan reinventarse, sus historias de vida, sus tragedias, sus dolores, sus sueños. Con Frances pasamos cinco meses investigando, charlando con ellos, básicamente escuchándolos. Cuando nos ganamos su confianza ya fue sencillo incorporarlos al rodaje. La relación que se estableció fue tan intensa que cuando tuvimos que despedirnos muchos lloramos. Pero, como ellos mismos nos decían, nunca hay un adiós definitivo, siempre nos volveremos a encontrar en el camino. Esa es la esencia del nomadismo.
-¿Y cómo es para alguien también nómade como tu caso saltar del cine independiente a un proyecto de un estudio grande como Nomadland y de ahí a una superproducción de Marvel?
-Sinceramente, no tengo mucho tiempo para pensar ni tampoco pretendo concretar una carrera lógica y “autoral”. Es como en los rodajes, si no dejo espacio para la sorpresa, la improvisación, si todo se vuelve previsible y controlado, siento que eso me aleja de la creatividad. Paso de un proyecto a otro porque me seduce, porque amo a los artistas y técnicos con los que trabajo. Mientras promociono una película estoy preproduciendo otra, cuando voy a un festival con una estoy editando la siguiente. Hace tiempo nos habían sondeado a directoras como Lucrecia Martel y a mí para Black Widow, que finalmente rodó Cate Shortland. Finalmente, me eligieron para Eternals, una creación original de uno de mis ídolos como Jack Kirby. Este proyecto tiene una posproducción larguísima. Entre otras cosas, la pandemia me permitió aprender a trabajar a distancia. Más allá de las diferencias de presupuesto y de temática, ojalá haya podido aportar mi sensibilidad también a Eternals, una historia muy audaz para el género, incluso en cuanto a identidad sexual, que espero les guste a los fans de Marvel y también a aquellos que no son demasiado afectos al cine de superhéroes y superheroínas.
Críticas de las otras 7 nominadas a Mejor Película
-Hermosa venganza, de Emerald Fennell
-Judas y el mesías negro, de Shaka King
-Mank, de David Fincher
-El juicio de los 7 de Chicago, de Aaron Sorkin
-Minari, de Lee Isaac Chung
-El sonido del metal, de Darius Marder
-El padre, de Florian Zeller
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CRÍTICAS ANTERIORES
Tras su estreno en la sección oficial (fuera de competencia) y luego de un paso limitado por un puñado de salas españolas, llega este viernes 17 de octubre a Netflix el nuevo largometraje del director de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), Sin noticias de Dios (2002), Alatriste (2007) y Oro (2017), que reconstruye la mayor operación encubierta contra ETA durante los años '90 y los 2000.
-Luego de haber sido seleccionada para la Competencia Oficial del Festival de Cannes 2025, se estrena en cines de la Argentina la nueva película de la notable realizadora de películas como River of Grass (1994), Old Joy (2006), Wendy and Lucy (2008), Meek's Cutoff (2010), Night Moves (2013), Ciertas mujeres (2016) y First Cow (2019).
-Sumamos una entrevista a Kelly Reichardt.
Tras su estreno mundial en el reciente Festival de San Sebastián, llegó a Netflix el nuevo largometraje de la directora de De jueves a domingo (2012), Mar (2014) y Tarde para morir joven (2018), que se basa en el best seller de la también chilena Alia Trabucco.
Este producción original de la N roja está basada en el best seller homónimo publicado en 2016 por la británica Ruth Ware que recupera el espíritu de las novelas de Agatha Christie.
Basta ver Viñas de ira -hecha hace 80 años y tan actual que duele- que narra lo mismo pero discursivamente es opuesta: ahí se ve con claridad cómo las condiciones sociales también afectan las relaciones interpresonales -claro que esta obra maestra mantiene la frente de sus personajes siempre en alto y no los rebaja a la mansedumbre-. Caerte del sistema también es una desgracia. Además la protagonista no decide rebelarse contra el sistema sino que es expulsada y le reza al dios Amazon -la película, en el fondo, es una gran publicidad- para que le de por un tiempo -en el maravilloso mundo de Nomadland la flexibilización laboral extrema es una virtud- un trabajo de mierda que le permita vivir unos días -cuando no, con total pasividad, se arrastra haciendo otras tareas indeseables-. Sí: un cinismo pavoroso.
¿Discurso berreta y cínico que intenta pasar por suerte una desgracia como es quedar afuera del sistema? O vi otra película o vos viste otra película. Desgracia es perder a tu pareja y no poder recomponerte después de eso, no caerte de un sistema que que nunca te puede acoger salvo que sigas sus reglas.
No se puede comparar esta película con el cine de Varda, Reichardt, Sean Baker, los Dardenne o Ken Loach -bueno, con este último sí porque hace películas de mierda pero en sentido opuesto- porque éstos no son, como Zhao, cineastas que ignoren la naturaleza política de los conflictos. Acá hay un discurso berreta y cínico que intenta, con naturalismo y mucha belleza en ciertas escenas, pasar por suerte una desgracia como es quedar afuera del sistema.
¿propaganda LGTB?? ¿Tanto te molesta que exista diversidad?
Chloé ya ha sido engullida por la maquinaria de Hollywood para hacer propaganda LQTB en formato de films de superhéroes. Mmm... una lástima. Nomadland es una buena película, un poco inflada quizás, en este año de vacas flacas. Seguramente gane el Oscar por las razones equivocadas. Es la película perfecta para que los millonarios progre de la Academia sobreactúen y nos ahoguemos en corrección política. Además, es una oportunidad única para premiar a una mujer como directora y de paso calmar los ánimos del lobby feminista. No pienso ver la ceremonia de entrega de premios este domingo. Va a ser verdaderamente insoportable
REPRODUZCO CRÍTICA QUE HICE AL VERLA EN STREAMING Siguiendo la mejor tradición del cine social inglés de Ken Loach y el humanismo de los hermanos Dardenne, la directora china Chloé Zhao (n. 1982) logra impactar al espectador con un análisis descarnado sobre el nuevo nomadismo norteamericano. Si en el siglo XIX el nomadismo hacia el Oeste americano estuvo alimentado por la codicia de oro y el avance genocida sobre los territorios de los pueblos originarios, en el siglo XX formó parte del sueño americano de ganar fortunas o buscar un lugar pequeño donde esconderse después de cometer delitos con una falsa identidad. El nomadismo de la globalización de fines del siglo XX e inicios del siglo XXI no sólo se visualiza en la inmigración de los países subdesarrollados hacia EE.UU sino también en la migración interna de quienes huyen de las ciudades golpeados por la crisis e intentan desarrollar una existencia más vinculada a una relación armónica con la naturaleza. En ese marco la película la historia de Fern, una mujer viuda sin hijos que ha perdido su trabajo en una fábrica de una pequeña localidad de Nevada, que decide vivir en una casa rodante yendo hacia la zona del desierto en donde se encontrará con muchos que viven en casas rodantes y no quieren saber más nada con la vida de las grandes ciudades. Lejos de los libros de autoayuda y transmitiendo la necesidad de prácticas solidarias, la directora Zhao construye una excelente película con una extraordinaria actuación de esa enorme actriz que es Frances Mc Dormand, que busca su tercer Oscar. NOMADLAND es una firme candidata al decálogo de las mejores películas del año (9/10)