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Críticas de la Competencia Internacional (V): “Los tiburones”, “God of the Piano”, “Aniara” y “We Are Little Zombies” - #BAFICI21
Tres muy buenas óperas primas de Uruguay, Israel y Suecia se presentaron en la recta final de la sección oficial de esta edición.
-Los tiburones (Uruguay-Argentina-España, 80'), de Lucía Garibaldi ★★★★✩
Tras los recientes premios recibidos en los festivales de San Sebastián (Cine en Construcción), Sundance, Guadalajara y Toulouse, se presentó en el BAFICI la ópera prima de esta joven guionista y directora uruguaya que narra el derrotero de Rosina (Romina Bentancur), una chica de 14 años que vive con su familia (un poco disfuncional y en crisis económica) en un balneario que sufre la falta de agua y la posible presencia de tiburones alerta a la comunidad. Mientras tanto, ella ayuda a su padre en un microemprendimiento para el mantenimiento de jardines y piscinas, en el que uno de los empleados es un muchacho algo más grande que ella, que se convertirá en su objeto de deseo y obsesión.
Tragicomedia con algunos elementos clásicos del coming-of-age, pero con una impronta y una cadencia bien uruguaya, Los tiburones está narrada con sensibilidad y encanto en su mirada al deseo y el despertar sexual, la incomodidad, el desconcierto, la frustración y las pequeñas victorias íntimas de una adolescente que se siente sola, distinta e incomprendida en medio del arduo camino en busca de la identidad.
-God of the Piano (Israel, 79'), de Itay Tal ★★★★✩
Esta rigurosa y desgarradora ópera prima tiene como protagonista a Anat (Naama Preis), una pianista que vive a la sombra de su padre, un brillante intérprete y compositor. Cuando ella da a luz a su hijo le informan que es sordo. Desesperada, cambia las identificaciones en la sala de neonatología. Pasan 12 años y el ahora niño está listo para convertirse en el genio musical, el prodigio artístico que su madre tanto necesita.
A partir de este planteo, Itay Tal construye con una solidez poco habitual en un director debutante un estudio sobre los dilemas morales, los mandatos familiares, la obstinación, la culpa, las miserias del universo de la música clásica y las diferencias generacionales. Crudo y sutil a la vez, se trata de un retrato psicológico profundo e inteligente con elementos de thriller e implicancias propias del cine de terror.
-Aniara (Suecia, 100'), de Pella Kågerman y Hugo Lilja ★★★½
Una gigantesca nave espacial con estética de shopping y múltiples servicios de lujo para los miles de colonos se dirige hacia una base en Marte, pero un accidente obliga a deshacerse de todo el combustible y la deja con el rumbo perdido. La información es retaceada por la tripulación, pero el tiempo pasa y las condiciones de vida se van degradando cada vez más, así como la moral de los viajeros.
Más allá de algunos excesos pretenciosos (la marca de 2001: odisea del espacio) y de cierta deriva en la segunda mitad, la película de Pella Kågerman y Hugo Lilja tiene múltiples y provocativas ideas que exceden el clásico marco de la ciencia ficción distópica, una realización muy solvente y hallazgos visuales que la convierten, en definitiva, en una ópera prima con varios escenas tan fascinantes como inquietantes.
-We Are Little Zombies (Japón, 120'), de Makoto Nagahisa ★★★★✩
Tres chicos y una chica de 13 años se conocen en un crematorio. Los cuatro acaban de perder a sus padres de las maneras más diversas. Ellos son incapaces de llorar, de expresar el dolor y deciden unirse para formar una banda que tendrá un breve momento de gloria entre el público adolescente. Llena de humor negro, de irreverencia, de desbordes, de momentos absurdos, la ópera prima de Makoto Nagahisa está pletórica de ideas visuales y narrativas en un patchwork en el que conviven casi siempre con armonía estética de videojuego (Arcade, 8-bit), irresistibles momentos musicales, desventuras escolares, road-movie, videoclips, espíritu de comic (manga), pasajes lisérgicos y un etcétera gigantesco.
La acumulación por momentos caótica y desenfrenada puede generar cierto desconcierto y hasta irritación, pero al instante siguiente aparece una nueva audacia, un nuevo hallazgo creativo de este joven director, guionista y músico para devolvernos la sensación de que todo puede ocurrir (y ocurre). Una película tan desconcertante (apuesta al humor en los momentos más trágicos y al drama en medio del gag) como deslumbrante. Una apuesta pop que se agradece en su delirio, en su desmesura, en su falta de inhibiciones para sumergirse de lleno en el ridículo y salir siempre airosa.
Más información:
Críticas de la Competencia Internacional (I)
Críticas de la Competencia Internacional (II)
Críticas de la Competencia Internacional (III)
Críticas de la Competencia Internacional (IV)
Crítica de Noemí Gold
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