Hannibal contra los fantasmas

Una dirección mediocre, un guión torpe, un protagonista inexpresivo, unos malvados ridículos... Esta precuela sobre la infancia y adolecencia de Hannibal Lecter no alcanza ni siquiera el nivel promedio de la producción estándar de Hollywood.

Hannibal: El origen del mal (Hannibal Rising, Estados Unidos/2007). Dirección: Peter Webber. Con Gaspard Ulliel, Gong Li, Rhys Ifans. Guión: Thomas Harris, basado en su novela. Fotografía: Ben Davis. Música: Ilan Eskheri. Edición: Pietro Scalia y Valerio Bonelli. Diseño de producción: Allan Starski. Distribuidora: UIP. Duración: 117 minutos. Esta cuarta entrega de la saga sobre el célebre canibal Hannibal Lecter, integrada también por Dragón Rojo, El silencio de los inocentes y Hannibal, no sólo es la peor de todas sino la más innecesaria.

Esta precuela (o protosecuela) está basada en la última novela de Thomas Harris y es la primera que el propio Harris adapta para la pantalla grande. Y el resultado de su incursión cinematográfica es decepcionante.

La culpa, de todas formas, no es sólo de Harris, que decidió seguir extrayendo el jugo de su franquicia ahora con el origen del mal, o sea la historia del Hannibal niño y adolescente, de los traumas infantiles que lo llevarían a convertirse en el famoso asesino serial. Si la dirección del inglés Peter Webber es mediocre (por momento torpe y casi siempre obvia y subrayada), peor aún resultó la elección del joven Hannibal. El francés Gaspard Ulliel es uno de los protagonistas menos carismáticos y más inexpresivos que se recuerden. Sus caras de sufrimiento y de maldad jamás provocan el efecto deseado y terminan generando risas involuntarias.

La película nunca funciona: ni en su primera mitad (cuando narra los abusos que durante la Segunda Guerra Mundial sufre la familia Lecter por parte de unos despiadados lituanos colaboracionistas de los nazis) ni en la segunda (cuando el Hannibal ya adolescente llega a Francia para conocer a sus parientes, es entrenado por Gong Li en las artes marciales y las filosofías orientales e inicia su imparable raid vengativo y sangriento).

Nadie pretende que todos los films de la saga alcancen el nivel de El silencio de los inocentes y no es fácil conseguir actores como Anthony Hopkins, pero Hannibal: el origen del mal no alcanza siguiera el estándar mínimo, la medianía básica de una producción convencional de Hollywood. Esta precuela tiene demasiado cálculo y muy poco talento. Una verdadera pena.