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Críticas de la Competencia Oficial - #Cannes2019
Reseñas de las 21 películas que disputaron la Palma de Oro de esta 72ª edición que otorgó el jurado integrado por Alejandro González Iñárritu (México, presidente), Elle Fanning (Estados Unidos), Maimouna N’Diaye (Burkina Faso), Kelly Reichardt (Estados Unidos), Alice Rohrwacher (Italia), Enki Bilal (Serbia-Francia), Robin Campillo (Francia), Yorgos Lanthimos Grecia) y Paweł Pawlikowski (Polonia).
-Bacurau (Brasil-Francia, 132'), de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles ★★★½
Luego de sorprender al mundo del cine con Sonidos vecinos y Aquarius (una de las revelaciones de Cannes 2016), Kleber Mendonça Filho regresó al festival con Bacurau, una película en la que aparece como codirector su amigo y habitual colaborador Juliano Dornelles. Se trata de una ambiciosa apuesta que mixtura elementos propios de las tradiciones y leyendas populares brasileñas con otros ligados a la ciencia ficción (la acción transcurre en un futuro cercano), el western (de Sergio Leone a Quentin Tarantino), el slasher, el gore y una fuerte alegoría política muy a tono con estos tiempos.
El film también combina actores no profesionales de la zona (un pueblo nordestino llamado Bacurau que no figura en ningún mapa) con figuras emblemáticas como Sonia Braga y el alemán Udo Kier, quien lidera en la ficción a una banda de sádicos mercenarios extranjeros. Entre el cine de Emir Kusturica, John Carpenter, algunos pasajes que remiten a la saga de Mad Max (aquí también hay una lucha por el agua) y momentos en la línea del Cinema Novo de Glauber Rocha, Bacurau resulta una película potente en el terreno narrativo y visual, tan embriagadora como incómoda en su mirada, aunque no demasiado sutil (¡el personaje del alcalde corrupto!) y por momentos afecta al subrayado.
-Les Misérables (Francia, 103'), de Ladj Ly ★★★✩✩
Les Misérables tiene, como su título lo indica, algunas conexiones con la creación de Victor Hugo y, de hecho, transcurre en la misma zona (Montfermeil) que ese clásico de la literatura francesa, pero la ópera prima de Ladj Ly está ambientada poco después de la obtención de la Copa del Mundo. El film comienza con las masivas celebraciones en Champs-Élysées, aunque luego los personajes regresan a los monoblocks de los suburbios (banlieue), donde se hacinan inmigrantes ilegales llegados sobre todo desde Africa.
El director sabe de lo que habla porque vivió allí y experimentó varias de las situaciones que se exponen en el film, que tienen que ver sobre todo con la brutalidad policial (los protagonistas son los agentes que interpretan Damien Bonnard, Alexis Manenti y Djibril Zonga) incluso contra los niños y adolescentes que, sin demasiado que perder, suelen responder también de forma muy violenta. No es la primera vez que Cannes selecciona películas de esta temática. De hecho, Jacques Audiard ganó la Palma de Oro hace cuatro años con Dheepan, película que tiene varios puntos en común con Les Misérables, un film intenso y político que deja muy en claro que habrán pasado más de 150 años desde la aparición de la novela de Victor Hugo, pero la miseria, la marginación, la violencia y las profundas diferencias sociales -lamentablemente- se mantienen intactas.
-The Wild Goose Lake (Nan Fang Che Zhan De Ju Hu, China, 117'), del chino DIAO Yinan ★★★✩✩
Otro film noir en una Competencia 2019 particularmente prolífica en exponentes de este género clásico. Tras ganar el Oso de Oro de Berlín hace cinco años con la notable Black Coal, Thin Ice, había mucha expectativa con The Wild Goose Lake, pero -tras una primera impresión subyugante por la belleza extraordinaria de cada imagen y la maestría de cada plano secuencia- empieza a percibirse una sensación de regodeo, de esteticismo, de artificialidad sin demasiado sustento dramático.
La historia -contada a través de largos flahsbacks- de un gangster (Hu Ge) ligado en pleno 2012 a un grupo dedicado -entre otras cosas- al robo de motocicletas en una de las tantas ciudades medianas de China (Wuhan) es el eje de un relato que tiene irrupciones de violencia extrema (los enfrentamientos entre bandas), algunas pinceladas de contexto social y la aparición de una misteriosa, enigmática mujer (Gwei Lun-mei). Las imágenes con una lluvia onimpresente a-la-Tsai Ming-liang y el sentido pictórico a-la Wong Kar-wai son lo mejor que tiene para ofrecer The Wild Goose Lake, una película hipnótica de a ratos, pero empalagada con y sumergida en la exaltación de su propio virtuosismo.
-Little Joe (Austria-Reino Unido-Alemania, 100'), de Jessica Hausner ★★½
La directora de Lovely Rita, Hôtel, Toast, Lourdes y Amour fou aborda el tema de la manipulación genética de las plantas (flores en este caso) con resultados no demasiado convincentes. En la línea del primer David Cronenberg y algunos elementos que remiten a El resplandor, de Stanley Kubrick; y La invasión de los usurpadores de cuerpos, de Don Siegel, la realizadora austríaca cuestiona los efectos que este tipo de experimentos (que tienen un trasfondo comercial) pueden generar en los seres vivos.
Más allá de una sofisticada y virtuosa puesta en escena con planos hiperestlizados, la película nunca llega a fascinar ni conmover demasiado. Los personajes (una madre científica y su hijo, el resto de los investigadores) resultan bastante anodinos; el tono es frío; la forma es artificiosa; los elementos ligados al género de terror no funcionan; se desperdicia un buen elenco encabezado por Emily Beecham y Ben Whishaw; y la alegoría apocalíptica y la simbología se repiten una y otra vez al punto de que los 100 minutos de relato bien podrían haber durado la mitad.
-Portrait de la jeune fille en feu (Francia, 120'), de Céline Sciamma ★★★½
Ambientada en 1770, la nueva película de la realizadora de Tomboy y Bande de filles (Girlhood) narra la relación cada vez más íntima entre Marianne (Noémie Merlant), una joven pintora que viaja hasta una casona aislada en las costas de Bretaña para pintar un retrato de Héloïse (Adèle Haenel), hija de una condesa encarnada por Valeria Golino, y ese objeto de deseo (primero artístico, luego amoroso). Sin embargo, tras la tensión inicial, Héloïse -quien nunca ha aceptado posar frustrando así el intento de otros pintores predecesores- cederá en su negativa y dejará que Marianne la observe.
El resultado de esa observación (mutua, recíproca) constituirá el eje de este film de clara impronta feminista (no eran precisamente tiempos en los que una relación lésbica fuese aceptada con normalidad y también aparece el tema del aborto clandestino a partir del personaje de una joven criada interpretada por Luàna Bajrami), que tiene algunos innecesarios regodeos y lugares comunes propios del cine de qualité, pero que sostiene su interés por el aporte de dos notables actrices para lo que en definitiva es una más que interesante historia escrita, dirigida y protagonizada exclusivamente por mujeres.
-Roubaix, une lumière (Francia, 120'), de Arnaud Desplechin ★★½
El creador de notables títulos como Reyes y reina, El primer día del resto de nuestras vidas y Tres recuerdos de mi juventud incursiona de lleno en el cine de género y social (una rareza en su filmografía) con la descripción de las desventuras cotidianas de los policías que, en plena época de Navidad, trabajan en la comisaría de Roubaix, otrora una poderosa zona industrial y hoy el distrito más pobre de toda Francia.
De estructura coral (en la primera mitad hay múltiples personajes y se narran varios casos con delitos de mayor o menos significación), la película va priorizando cada vez más a Daoud (Roschdy Zem), jefe de la brigada, y al novato Louis (Antoine Reinartz). En su segunda mitad, además, la acción se enfoca en dos jóvenes (Léa Seydoux y Sara Forestier) que -como casi todos allí- viven en condiciones inhumanas y son acusadas de asesinar a una vecina anciana. Lo más interesante del film es el contexto inicial y las interpretaciones, pero como exponente de thriller carece de la tensión necesaria y la media hora final es directamente soporífera.
Basada en una historia real que fue reconstruida en un documental que llamó mucho la atención de la sociedad francesa hace ya una década, Roubaix, une lumière muestra a estos agentes como nobles y queribles servidores públicos cuando pesa sobre las fuerzas de seguridad galas todo tipo de denuncias sobre abusos en la represión contra los inmigrantes ilegales en zonas marginadas como la que transcurre el film. Algo parecido a lo que ocurría en la impresentable Polisse, de Maïwenn, que compitió en Cannes 2011.
-Le jeune Ahmed (Bélgica-Francia, 84'), de Jean-Pierre y Luc Dardenne (1h24) ★★★✩✩
Dos veces vencedores de la Palma de Oro, los creadores de Rosetta trajeron este año la desgarradora historia del personaje del título (Idir Ben Addi), un niño de 13 años que en la Bélgica actual se debate entre la integración social que le proponen tanto su familia como su maestra de la escuela (a la que termina agrediendo físicamente) y el fanatismo religioso con el que lo manipula el imán de la mezquita a la que acude (Othmane Moumen).
La pregunta es inevitable: ¿Estamos ante un posible terrorista yihadista en el futuro?. Si bien no se ubica entre los mejores trabajos de estos notables realizadores, se trata de un film bastante compacto, intenso y provocador (no tiene el sentimentalismo de algunos de sus películas recientes, aunque también hay que indicar que el desenlace no está a la altura de la trayectoria de estos dos maestros) en su mirada a una problemática cada vez más acuciante en la Europa contemporánea con el furor del integrismo que aprovecha el desconcierto de tantos preadolescentes y jóvenes para sumarlos a sus causas extremistas.
-Matthias et Maxime (Canadá, 119'), de Xavier Dolan ★★½
“Abonado” de Cannes desde que presentó hace una década -con tan solo 20 años- Yo maté a mi madre, Dolan dirigió, escribió, produjo y es uno de los protagonistas de esta historia de amor (con muchas barreras) entre su Max y Matthias (Gabriel D’Almeida Freitas), ascendente empleado de una corporación financiera y con vida familiar (heterosexual).
La película consigue sus mejores momentos (que no son muchos) en las escenas en que ambos se encuentran con su grupo de amigos en plan vacacional (una paradisíaca zona de lagos) y fuman, beben y charlan entre juegos y bromas, pero muchas otras situaciones y conflictos se resuelven de manera bastante manipuladora y forzada. Hay un beso forzado entre ambos protagonistas en medio del rodaje de una película estudiantil que servirá como disparador para ver si se repite durante el resto de las dos horas, pero -más allá de ese “suspenso”- se trata de un trabajo menor (eso sí, rodado en 35mm y con el habitual despliegue de encantadoras canciones que abunda siempre en su cine) del realizador de Los amores imaginarios, Tom à la ferme, Laurence Anyways, Mommy y Es solo el fin del mundo.
-Sibyl (Francia, 100'), de Justine Triet ★★½
Con La batalla de Solferino Justine Triet se presentó como una directora prometedora por su capacidad de provocación y sorpresa. Pasaron apenas seis años (en el medio filmó Virginia y el sexo) y con su tercer largometraje parece haber perdido buena parte de ese desenfado para apelar a los “grandes éxitos” del cine francés (psicoanálisis, fracasos matrimoniales, ínfulas literarias y bloqueo creativo, angustia sexual, cine dentro del cine), pero con mucha predisposición al lugar común, al subrayado y pocos momentos de ese bienvenido humor que arreciaba en su ópera prima.
Sybil (Virginie Efira, la misma protagonista de Virginia y el sexo) es una psicóloga de éxito que a puro impulso decide “despedir” a casi todos sus pacientes porque quiere concentrarse en la escritura de una novela. Más allá de ahora disponer de más tiempo, las ideas no llegan y, por lo tanto, utilizará el caso real de una joven actriz (Adèle Exarchopoulos) que ha quedado embarazada de un compañero de rodaje y no sabe si abortar, si continuar con la filmación, etc. Por supuesto, no le avisa que está grabando las sesiones ni apropiándose de sus confesiones íntimas, subvirtiendo uno de los códigos esenciales de toda relación terapeuta-paciente. Personajes neuróticos, conflictos de manual (psicológico) y situaciones resueltas sin sutilezas convierten a Sybil en un film menor (tampoco irritante) para el nivel de una competencia como la de Cannes 2019.
Links a críticas publicadas aparte:
-The Dead Don't Die (Estados Unidos, 103'), de Jim Jarmusch (Película de apertura) ★★★½
-Sorry We Missed You (Reino Unido-Francia-Bélgica, 100') de Ken Loach ★★★½
-Atlantique (Francia-Senegal-Costa de Marfil, 100'), de la francesa Mati Diop ★★★½
-Dolor y gloria (España-Francia, 112'), de Pedro Almodóvar ★★★★½
-La Gomera (The Whistlers) (Rumania, 97') de Corneliu Porumboiu ★★★★½
-A Hidden Life (Estados Unidos-Alemania, 173'), de Terrence Malick ★★★½
-Once Upon a Time... In Hollywood, (Estados Unidos, 165'), de Quentin Tarantino ★★★★½
-Frankie (Francia-Portugal-Bélgica-Estados Unidos, 98'), de Ira Sachs ★★★½
-Parasite (Gisaengchung) (Corea del Sur, 132'), de Bong Joon-ho ★★★★✩
-Il traditore (Italia-Francia-Brasil-Alemania, 135'), de Marco Bellocchio ★★★★½
-Mektoub, My Love: Intermezzo (Francia, 206'), de Abdellatif Kechiche ★½
-It Must Be Heaven (Francia-Palestina, 97'), de Elia Suleiman ★★★★½
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